Hoy se cumplen 72 años de la trágica desaparición del 'Caballero del camino', que falleció en el cruce de las rutas provincial 70 y nacional 11, en Recreo, durante la V Vuelta de Santa Fe.
En 1948 auxilió en Perú a Juan Manuel Fangio, quien se había accidentado durante el Gran Premio del Sur (la Buenos Aires-Caracas), y cuyo triunfo resignó al priorizar la vida del Chueco, a quien trasladó a un hospital y, cuando este quedó internado, retomó la carrera, en la que arribó segundo, a poco más de 12 minutos del ganador. Por esa acción, se lo recuerda como el Caballero del Camino.
El sábado 14 de marzo de 1953 el Caballero del Camino lideraba con su cupé Chevrolet negra número 4 la 1ª etapa de la V Vuelta de Santa Fe, que tenía un recorrido de 927 kilómetros y se había puesto en marcha a las 7.
Transitaba por la ruta nacional 166, y había dejado atrás Rafaela y Esperanza. Faltaba poco para el cruce con la ruta nacional 11, donde giraría a la derecha –con rumbo al sur– y se dirigiría hacia esta capital, previo paso por el control de Las Flores, en el norte de la ciudad.
En ese tiempo, esta curva era amplia (“redonda”, en el argot de los pilotos) pero, en el último tramo, el radio de la misma se acortaba y se transformaba en un ángulo. El Caballero del Camino –que había ganado esta Vuelta el año anterior en el cual, además, había logrado el subcampeonato de la categoría, como escolta de Juan Gálvez–, venía volando y, muy poco antes de encarar la curva, la que tomaría casi al límite de la adherencia de su auto, notó que algo andaba terriblemente mal.
Eran las 10.45.
“Veníamos realizando una excelente carrera. El coche respondía ampliamente. Unos 300 metros antes de llegar a la curva fatal, (él) puso un pie en el pedal del freno. Un poco preocupado, observé que el mismo se fue a la tabla, por lo que me di cuenta cabal de que los frenos no respondían. Íbamos a una velocidad de aproximadamente 178 km/h… De pronto, (él) se aferró al dominio del volante y procuró efectuar cambios. Escuchó unos ruidos raros en la caja, como si no engancharan y, ante la posibilidad de hacer un desastre con el público que esperaba el paso de los corredores, hizo un viraje en forma magistral…”, recordaría poco después Miguel Salem, su acompañante.
Pero, por la elevada velocidad, Marcilla perdió el control de su auto, que dio vueltas en el aire y, derrapando, impactó a más de 100 km/h del lado del conductor contra un poste de hormigón del tendido de alta tensión, ubicado sobre la banquina este de la ruta 11, y que era el único obstáculo en la zona.
Fue tal la violencia del golpe que la cupé Chevrolet quedó “abrazada” al mismo e, inmediatamente, comenzó a incendiarse.
El primero que acudió en auxilio de los accidentados fue Orlando Benzi, propietario de la estación de servicio próxima al lugar del siniestro, y que sofocó las llamas con varios extintores.
Al absorber el golpe, el poste había comprimido y doblado el costado izquierdo del auto, mientras que expandió el derecho, lo que permitiría a Salem poder contarla, ya que solo sufrió la fractura de su fémur derecho y otros traumatismos de diversa consideración pero sobrevivió.
Distinta fue la suerte del Caballero del Camino, que había sufrido gravísimas lesiones y, casi sin vida, fue trasladado rápidamente al hospital Iturraspe por el platense Jorge Orduna, quien venía detrás de él y que, al ver la magnitud del desastre, no dudó en detener su Ford para prestar asistencia.
Pero no hubo nada que hacer: a las 13.30, el juninense Eusebio Carmelo Mansilla, de 38 años, se convirtió en leyenda.