El emocionado adiós a Ramón Navarro (14 de marzo de 1934 – 14 de junio de 2025), quien falleció el sábado pasado en La Rioja. Fue un brillante cantante, compositor y poeta, que deja un inmensa y profunda huella en el folklore argentino. Tenía 91 años.
Creció en el poblado de Chuquis que, según sus propias palabras, fue "su querencia eterna". Hermano mayor de siete, todos cantores y tocadores de guitarra, cuatro mujeres y tres varones. Junto a su hermano Lucio, dio sus primeros pasos en la música, en este dúo familiar de canto, guitarra y caja chayera, inspirados por su padre, que también era cantor.
Autodidacta, y músico apasionado, inspirado en su tierra natal, donde pasó los mejores años de su vida …("donde la sensibilidad empieza a crecer hacia adentro") …, desarrolló la pureza de su canto y el compromiso con lo nuestro. Fue intérprete, autor y es el compositor de las obras más memorables del cancionero argentino. En 1965 grabó como voz solista, y le puso alma, a la obra conceptual de Ariel Ramírez y Félix Luna, “Los Caudillos”.
Ha realizado además la siguiente discografía: “Homenaje a la tierra”, “Arraigo”, “Desde La Rioja”, “Cantata Riojana”, “En familia”, “Verde de los patios”, “Tributo a Ariel Ferraro”. Es autor y compositor de temas que ya son clásicos de nuestra música popular, tales como “Chayita del Vidalero”, “Vidala del Chango”, “Changuito chuqueño”, compuestas a los 20 años, y “Coplas del Valle”, “Chuqueño soy”, “Patios de la Casa Vieja”, “A Don Rosa Toledo”, “Leopoldo Silencio”, “Mi Pueblo Azul” (declarada himno de su pueblo, Chuquis, por el Municipio de Castro Barros), entre otras creaciones incorporadas al repertorio de trascendentes conjuntos y solistas.
Navarro musicalizó poesías de Manuel J. Castilla, José Pedroni, Ariel Ferraro, Héctor David Gatica, Ariel Petrocelli, León Benarós, José Oyola, Eloy López, Julio Fontana, Héctor Negro y otros significativos poetas. Escribió también letras para canciones en colaboración con Ernesto Cabeza, Carmen Guzmán, Oscar Alem, Ramón Navarro (h), Pancho Cabral, Damián Sánchez, entre otros importantes músicos.
Ha compuesto, con textos de Héctor David Gatica la Cantata Riojana, que lo cuenta como intérprete, acompañado de muy calificados artistas riojanos (Chito Zeballos, Pancho Cabral, Rioja Trío, Ramón Navarro (h), Colacho Brizuela, Luis Chazarreta). Esta obra fue declarada de interés provincial. La Cantata Riojana, fue estrenada en La Rioja en 1985. Posteriormente en el Teatro Nacional Cervantes, en otros importantes teatros nacionales y un fragmento de la misma, en el Teatro Colon de Buenos Aires.
Fue distinguido con el “Famatina de plata”, el “Reconocimiento al Mérito Artístico” y declarado “Ciudadano ilustre” de su ciudad natal. En mayo de 2005 recibió, de la Cámara de Diputados de la Nación el “Reconocimiento Parlamentario a su Trayectoria”. En noviembre de 2005 fue distinguido por el Fondo Nacional de las Artes con el “Premio a la Trayectoria”.
Obtuvo el “Reconocimiento al Mérito artístico” y ha sido declarado “Ciudadano Ilustre” de su provincia natal. Es miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música, SADAIC.
A pesar de su partida física, la música y el legado de Ramón Navarro perdurarán por siempre en la rica cultura argentina, honrando la memoria de un artista que supo cantarle al alma de su pueblo.
El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, expresó su profundo pesar a través de un sentido mensaje en redes sociales, acompañado de una fotografía junto al artista. "Hoy te despedimos, querido Ramón, sabiéndonos afortunados por haberte tenido entre nosotros y de que La Rioja haya sido bendecida con tu música y tu arte", compartió el mandatario, destacando el orgullo por el legado que dejó Navarro y su amor por La Rioja, "expresado en infinidad de obras que resonarán por siempre en nuestros corazones".
Fuente: UNA (Universidad Nacional de la Artes); El Diario (Carlos Paz) y FM 101.9 (Radio María Juana).
“NUNCA QUISE HACE ALGO PARECIDO A LOS BEATLES”
“Desde chico fui un gran escuchador, me gustaba oír con mis otros changos. Escuchábamos la radio con mucha alegría en aquel entonces, nos llegaban los programas de Buenos Aires, estábamos enamorados del tango, de las milongas. El primer instrumento fue la caja, el tambor para cantar la vidala, y después vino la guitarra. Cuando yo era joven aparecieron Los Beatles y sus bellísimas canciones. Pero jamás se me habría ocurrido a mí hacer algo que se pareciera a lo que hacían ellos, yo quería imitar más bien a mis paisanos, a Atahualpa Yupanqui. Por ahí escuchábamos un rato Los Beatles, pero apagábamos la radio y nos poníamos a tocar una chaya. Cuando agarraba una guitarra quería hacer una cosa como las de José Oyola, uno de los más grandes, o como las de Antonio Benítez, nuestro ejemplo a la hora de darles serenatas a las chinitas de La Rioja, que estaban lindas”.
“Mi formación es más intuitiva que académica. Siempre entendí las líneas melódicas como las líneas del dibujante que no sabe que sabe dibujar y un día agarra un papel blanco y crea una cosa maravillosa. La melodía es como el trazo del dibujante, uno traza una melodía que se puede silbar, tararear. Ahora, la mayoría de los changos no se quedan solamente con ese trazo intuitivo de la música, sino que estudian porque quieren saber por dónde va la armonía, es un complemento maravilloso. Con los años, viendo todo lo que estudió mi hijo y el músico extraordinario en el que se convirtió, me dieron ganas de empezar a leer partituras. Y ahora, más o menos arrimo la bocha. Así y todo, sigo siendo muy autocrítico con mis canciones”. (Ramón Navarro/2016).