Desde su creación, los argumentos de defensa del VAR fueron que llegaba para aportar claridad al juego, eliminar las jugadas dudosas de offside, acelerar resoluciones en goles dudosos y sobre todo, asistir con ecuanimidad al juez para que el juego sea más dinámico, claro y justo. Y si bien la idea de FIFA era desparramar esta teconología en todo el mundo, de las 211 asociaciones, a diciembre del año pasado, solo 50 decidieron implementarla y de ellas, apenas 22 cuentan con el VAR simplificado.
Desde su puesta en marcha, evolucionó técnicamente, se exigió conectividad en los estadios de primera y en el último tiempo, pantallas en los clubes y sistemas de audio para que los simpatizantes puedan escuchar la decisión que el sistema ha dispuesto. No obstante, pese a todos estos adelantos, en nuestro país, todavía deja bastante que desear, especialmente en el aspecto humano, donde algunos yerros groseros generan desconfianza, suspicacias y sospechas de todo tipo.
Lo de ayer, en el triunfazo de Sarmiento ante Barracas fue otro capítulo (de una larga lista de escándalos VAR) que hace que los hinchas duden de la transparencia de las decisiones y no de la tecnología, sino del critero que aplican quienes están a cargo de la tarea.
A los 35' el partido tuvo una jugada que puso el foco de la polémica en la actuación del VAR. Iván Tapia, jugador del club que preside su hermano e hijo del presidente de la AFA, impactó con un tremendo "planchazo" sobre Elián Giménez, que le dobló el tobillo y estuvo muy cerca de provocarle una seria lesión que, por fortuna no pasó.
El árbitro Nicolás Ramírez, cerca de la jugada y atento, mostró la tarjeta amarilla. La acción claramente ameritaba revisión, pero el juez que estaba en el VAR, Diego Ceballos, no lo consideró, obviando esa posibilidad y una posible tarjeta roja que se caía de maduro, si Ramírez se hubiera acercado al televisor.
Como era de esperar, la injusticia desató airados reclamos del banco de Sarmiento y ahí sí, volaron las rojas enseguida: Primero fue el DT Facundo Sava, quien tuvo que ver el resto del encuentro desde la platea y unos minutos después, le tocó el turno a Checho Malizia, el kinesiólogo del club.
En el plano futbolístico Sarmiento aguantó desde ahí y todo el segundo tiempo hasta el final, donde tras una mala salida de Acosta (el único error de una tarde donde fue protagonista de cerrar el arco) terminó con un gol de Demartini en el tercer minuto del tiempo adicionado (Ramírez dio 7).
Ahí se paralizaron los corazones en Junín: Un posible offside pasó al VAR. Finalmente y después de varios minutos de suspenso, (como tantas veces, ¿tanto tiempo se precisa?) Ceballos comunicó que era claro el offside, porque las líneas azules y las rojas parece así lo definieron (no siempre aportan claridad). Después de esa eternidad donde todas las dudas se impregnaron en las casacas verdolagas, todo siguió igual, hasta que Sarmiento pudo festejar.
No hay dudas que el VAR cambió radicalmente la dinámica del fútbol, al introducir una mayor precisión en las decisiones arbitrales. Sin embargo, sigue siendo un tema de debate debido a las interrupciones y la interpretación subjetiva de algunas jugadas. En el futuro, con avances tecnológicos como la IA y mejores formas de comunicación, el VAR podría ser aún más eficiente, transparente y menos intrusivo, contribuyendo al objetivo de un fútbol más justo y dinámico.
Pero, -siempre hay un pero-, hay que contribuir a la tecnología con mucho más criterio y sentido común que el que se aplica hasta ahora.