Se nos fue “Pucho” Revello, Néstor Antonio (para los formales) nos dejó un inmenso legado de amistad, charlas, anécdotas, viajes por el mundo y discusiones políticas para arreglar nuestra Argentina en pocas palabras.
Pucho no solo fue un columnista de SEMANARIO; fue un destacado personaje de Florentino Ameghino, donde vivió parte de su niñez y adolescencia y también un prolífico actor de la sociedad donde participó.
Un profesional de la comunicación: Antonio "Pucho" Revello, amigo y compañero.
De chico vivió entre los frascos de la farmacia de su familia en la calle 30 del centro ameghinense, y cuando creció, se convirtió en Licenciado en Marketing y trabajó en la industria farmacéutica, donde escaló hasta convertirse en gerente de una firma conocida, tarea que lo llevó a distintos lugares del mundo.
A su regreso, jubilado, se dedicó a su otra pasión: el periodismo, donde volcó toda su experiencia, pero, sobre todo, su simpleza, sabiduría y conocimientos.
En SEMANARIO, le dio vida a sus ’Temporadas de Mamertos’ un espacio, con tono de humor satírico, casi llegando a corrosivo, y un poquito de saña, donde señaló a "los diferentes especímenes, para dificultarles de alguna manera esta facilonga caza y pesca de temporada”.
Incursionó en radio, con un programa en la vieja FM Belgrano de Junín y últimamente en su espacio propio, porque también fue vanguardista con las nuevas tecnologías en el micrófono de su FM Carpincho, que instaló en su casa, lugar donde prefirió pasar sus últimos años, pese a que le sobraron invitaciones a asados y encuentros y donde era uno de los protagonistas de anécdotas, discusiones y una sonrisa pícara, para dejarte contento con una opinión que no era de su agrado.
Fiel a su estilo inquieto, se dio tiempo para publicar dos libros. El primero de ellos, del que me halagó permitiéndome que lo prologara, contó las historias costumbristas de los pueblos bonaerenses en los años 60’.
‘Historias de Ameghino’ profundizó en personajes, sus nombres, hábitos y costumbres de lugareños que fueron auténticos personajes de ese tiempo.
Su segunda obra fue ‘Sin remedio’ un libro donde pudo volcar todo su conocimiento del mundo farmacéutico y de los laboratorios, donde trabajó durante gran parte de su vida.
En esta publicación condensó un arduo y riguroso trabajo de investigación donde retrató los pormenores de una red corrupta conformada por funcionarios, dueños de laboratorios y droguerías que se convirtieron en millonarios lucrando con la salud. Una lectura recomendada para los Agentes de Propaganda Médica.
Fiel a su estilo, Pucho se fue como vivió. Venía complicado con algunos temas de salud y prefirió pasar sus últimos años en soledad, pero sin apatía.
Chau amigo, poné la pava o prendé el fueguito, que seguro en medio de alguna picada, tendrás más historias que contar. Por acá, en la redacción, te vamos a extrañar.