Julio Miguenz, quien llegó de la mano de Pablo Petrecca a presidir la Federación de Sociedades de Fomento de Junín, acompañando con ello los caprichos del Ejecutivo y no la voluntad de los fomentistas de cada barrio, enfrenta ahora un claro conflicto de intereses por ser el suegro del actual intendente Juan Fiorini, motivo por el cual se ponen en juego (todavía más) la falta de ética y transparencia en la independencia de los poderes ciudadanos.
Ya con Juan Fiorini en funciones como nuevo intendente de la ciudad, una de las cuestiones que daba para el análisis era cómo sería su relación con las sociedades de fomento. Es que Fiorini tiene un vínculo personal con Julio Miguenz, presidente de la Federación de Sociedades de Fomento de Junín.
El intendente municipal es el yerno de Miguenz, lo que puede suponer un trato diferente, siempre apuntado a las obras barriales. Sin embargo, en comunicación con Grupo La Verdad, el presidente de la federación se encargó de aclarar que esta relación cercana no influirá en la forma de trabajar.
“A Juan lo conozco desde hace años y sé la persona que es y cómo vamos a trabajar. También conozco a los funcionarios, que son prácticamente los mismos que la gestión anterior, como Manuel Llovet y Leandro Salvucci. Entonces, para nosotros no hay mucho cambio. Más allá del nombre del intendente, vamos a tener una continuidad de lo que venimos trabajando. Con él también venimos trabajando desde hace mucho, porque las caras visibles eran Pablo Petrecca, Juan Fiorini y todos los funcionarios con los que tenemos contacto diariamente. Son gente que siempre nos han dado respuestas”, indicó.
También dijo que el vínculo no condicionará a la hora de elevar reclamos por falta de obras en los barrios. “Mientras yo esté como presidente de la federación, voy a trabajar por cada uno de los barrios y por los reclamos que me transmitan las sociedades de fomento. Tenemos que seguir trabajando junto con quien asume el cargo, con respeto y empatía, pero reclamándole lo que necesitan los barrios”, aseguró.
“Los fomentistas no nos vamos a cansar de pedir y reclamar, esté quien esté como intendente y sea del sector político que sea. No representamos al intendente de turno, sino a los barrios y a los vecinos”, manifestó.
Y agregó: “Además, los presidentes de cada sociedad de fomento gestionan por su cuenta. Tienen la autoridad. No todo pasa por la federación. Yo llamo cuando no atienden los reclamos de una en particular. La federación es el intermediario entre las sociedades de fomento y el Ejecutivo”.
Así como se entronizó en ATE durante 28 años como secretario general, Miguenz se atornilló a la federación de fomentistas y con prepotencia maneja los destinos de 60 barrios, muchos de ellos sin siquiera representatividad, poniéndose siempre del lado del municipio y nunca de la gente.
Miguenz: “Los fomentistas no nos vamos a cansar de pedir y reclamar, esté quien esté como intendente y sea del sector político que sea”
El fomentismo de Junín perdió la batalla y eso se ve en la falta de infraestructura en los barrios, la mugre en las veredas, los minibasurales y los pozos en las calles de tierra en un distrito donde el cordón cuneta es la zanahoria que le ponen al burro para que los frentistas crean que llegará el asfalto, por parte de una gestión que tiene el más bajo índice de asfaltado de la historia juninense.
El conflicto de intereses en el fomentismo (fomento de actividades, proyectos, etc.) ocurre cuando un individuo, como funcionario o evaluador, tiene intereses personales (económicos, familiares, de negocios) que pueden influir indebidamente en su juicio imparcial al evaluar o promover programas y proyectos, afectando el interés público; esto se gestiona mediante declaración, excusación y procesos transparentes para evitar sesgos en la toma de decisiones.
Miguenz sabe que está “mal estacionado” y por eso hace unos días recurrió al “diario de la gestión” para tratar de explicar lo inexplicable.
Arrancó diciendo en una entrevista que “A Juan lo conozco desde hace años y sé la persona que es y cómo vamos a trabajar. También conozco a los funcionarios, que son prácticamente los mismos que la gestión anterior, como Manuel Llovet y Leandro Salvucci. Entonces, para nosotros no hay mucho cambio. Más allá del nombre del intendente, vamos a tener una continuidad de lo que venimos trabajando”.
Cuesta no imaginar a Fiorini y Miguenz durante un asado en la quinta al lado de la pileta con el suegro diciéndole “porque no me mandás una máquina al barrio del hincha pelotas de fulano, que me llama todos los días por los pozos de la calle” o del otro lado “Julio, te parece que hagamos dos cuadras en el barrio de mengano o dos en el de zutano ¿Quién se está portando mejor?”
Difícil pensar que quien maneja a las sociedades de fomento, deba pedir una audiencia al “señor intendente”, máxime tratándose de un gremialista de fuste que está acostumbrado a llevar bombos y redoblantes, además de unos muchachos fornidos para hacer valer sus intereses.
El gremialista sabe que está “mal estacionado” y por eso hace unos días recurrió al “diario de la gestión” para tratar de explicar lo inexplicable
Por más que Miguenz diga que “los fomentistas no nos vamos a cansar de pedir y reclamar, esté quien esté como intendente y sea del sector político que sea. No representamos al intendente de turno, sino a los barrios y a los vecinos”, sólo se trata de un discurso tribunero con el que intenta tomar de tontos a todos, principalmente a los dirigentes barriales, aunque algunos estén acostumbrados a las manipulaciones de Petrecca, de premiar a los obsecuentes y castigar a los díscolos dejándolos sin obras en sus barrios y generándoles disputas internas.
El suegro del intendente en funciones apela casi al sarcasmo cuando dice en la entrevista que “los presidentes de cada sociedad de fomento gestionan por su cuenta. Tienen la autoridad. No todo pasa por la federación. Yo llamo cuando no atienden los reclamos de una en particular. La federación es el intermediario entre las sociedades de fomento y el Ejecutivo”. Nada más lejos de la realidad.
En este caso pareciera existir un claro “conflicto de interés real” en función de la clasificación ya que “existe un interés personal (financiero, familiar, etc.) que está influyendo directamente en una decisión o deber público, poniendo en riesgo la imparcialidad”.
Justamente en estos tiempos de gobiernos que proponen la antipolítica, avanzan los personeros que buscan desactivar el poderío de las fuerzas sociales.
NO ARRIAR LAS BANDERAS
En un trabajo realizado en 2003 por el gobierno nacional en medio de una de las crisis económicas más angustiantes producto de la política neoliberal, se intentaba delinear nuevamente la participación social que había quedado abandonada.
Al referirse a las características del Tercer Sector, esto es el conjunto de organizaciones privadas, sin fines de lucro (ONGs, fundaciones, asociaciones) que no pertenecen ni al Estado (sector público) ni al mercado comercial (sector privado); se instaba a contar con una sociedad civil fuerte, porque de ese modo colaboraría en hacer más solidaria la economía, en tender a una “buena sociedad” pero decían que “hay que conocer también algunas debilidades hoy presentes en la sociedad civil organizada”.
Entre sus vulnerabilidades encontraban precisamente su particularismo, en donde un sistema democrático puede convertirse en ingobernable si la Sociedad Civil - compleja y diversa- ejerce sus demandas contra el Estado sin pasarlas por el tamiz del Bien Común.
Otra perspectiva, poco analizada es su despotismo, resultaba que muchas de las organizaciones más importantes de la Sociedad Civil, “no son tan democráticas en su interior, no tienen procedimientos pluralistas ni participativos para tomar decisiones, promueven las jerarquías y encontramos en su comportamiento actitudes de intolerancia y prejuicio”.
Tal radiografía resulta llamativamente referida a lo que acontece hoy en Junín en el marco de las sociedades de fomento, con apenas un puñado de dirigentes comprometidos en el bien común y con las verdaderas banderas del fomentismo, mientras que el resto juega la individual.