Seguro nunca prestó atención, ni contó cuántos cabezazos dio en el picadito entre sus amigos, o el que su hijo hizo en las prácticas del club y -menos que menos- le importó las pelotas que cabeceó Otamendi en la selección de Sampaoli en el último mundial. Ahora, ¿qué pensaría si se comprobara que cada golpe que ha recibido cada cabeza podría producir pequeñas lesiones al cerebro y tal vez, mayores daños en el futuro?
Un estudio publicado en la revista Brain en 2012, el más amplio que se ha llevado a cabo sobre la encefalopatía traumática describió, por primera vez las cuatro etapas progresivas que conducen al deterioro cerebral y demencia en los deportistas. Los científicos estudiaron 85 cerebros donados de hombres de entre 17 a 98 años, que incluían 64 atletas, 3 veteranos de guerra sin antecedentes deportivos y un individuo que se había lesionado a sí mismo al golpearse repetidamente con la cabeza. Casi la mitad (33) de los hombres habían jugado en la Liga Nacional de Fútbol Americano, la NFL, uno en la Liga Canadiense de Fútbol, 4 en la Liga Nacional de Hockey de Estados Unidos, y 7 habían sido boxeadores profesionales.
Una conmoción cerebral, que es la lesión más común que sufren estos deportistas, por lo general ocurre cuando la cabeza se acelera rápidamente y se detiene de súbito. Lo que hasta ahora no estaba claro es si una persona que sufre una conmoción tiene más riesgo a largo plazo de sufrir problemas neurológicos y cognitivos. Los científicos encontraron que 80% de los cerebros, casi todos los de los deportistas, mostraban evidencia de CTE.
En el fútbol, tal vez el mayor recuerdo reciente sea el que ocurrió en el pasado mundial de 2014 en Brasil, cuando en plena final y luego del choque de cabezas con el defensor argentino Ezequiel Garay, el alemán Christoph Kramer sufrió un golpe muy fuerte en la cabeza a los pocos minutos de iniciada la final. A los 32 minutos tuvo que salir asistido por los médicos alemanes y fue sustituido. Aún hoy, no recuerda qué pasó en aquél momento. Dato curioso, si se tiene en cuenta que fue el recuerdo más importante en su vida como futbolista.
Sin ir tan lejos y tan arriba en el profesionalismo, en Junín, en el torneo pasado de la UNNOBA, un jugador sufrió un fuerte golpe en pleno partido que lo dejó inconsciente por algunos minutos. Luego de restablecerse, dejó de jugar y se retiró a su domicilio en su motocicleta particular, como si nada le hubiese pasado. Mas invisible que el profesionalismo, las lesiones no distinguen entre unos y otros. Sin un médico ni ambulancia en el terreno de juego, se desconoce si se realizó estudios posteriores o si aquél golpe le dejó algún tipo de secuelas, tal vez, todavía sin sintomatología alguna.
Inglaterra hace punta
Como cuando creo el más popular de los deportes, ahora la entidad que rige al fútbol inglés busca hacer punta en un tema del que nadie parece querer ocuparse: quiere saber si los ex futbolistas son más propensos que el resto de las personas a sufrir enfermedades de deterioro cerebral y si esa propensión está relacionada con la práctica del deporte.
La Federación Inglesa de Fútbol hizo una petición a la FIFA, máxima autoridad mundial en materia futbolística, para que comience a investigar una posible relación entre la práctica del deporte y la demencia. La petición se debe a que tres miembros de la selección inglesa campeona del mundo en 1966 (Martin Peters, Nobby Stiles y Ray Wilson) hoy en día sufren de Alzheimer.
Golpe y afuera
Se conocen varios casos de jugadores que han tenido que abandonar la práctica futbolística luego de recibir fuertes golpes en la cabeza. En Estados Unidos 'han hecho ruido' los casos de Taylor Twellman y Cindy Parlow. Nadie anotó más goles en la liga de fútbol profesional de Estados Unidos (MLS) entre 2002 y 2009 que Twellman, que tuvo que retirarse en 2010 a los 30 años de edad debido a las consecuencias de una concusión que sufrió tras un choque con un portero. Hoy, Twellman es comentarista del canal deportivo ESPN, pero sobre todo motor de la fundación Think Taylor, dedicada a despertar conciencia sobre los peligros de sufrir lesiones de este tipo en la práctica del deporte.
En febrero del año pasado, el mediocampista del Hull City Ryan Mason se vio obligado a dejar el fútbol profesional a los 26 años tras sufrir en enero de 2017 una fractura en el cráneo, tras un impactante choque de cabezas. "Ryan buscó el consejo de numerosos neurólogos y neurocirujanos reconocidos a nivel mundial y todos le recomendaron no volver a jugar al fútbol de forma competitiva", indicó mediante un comunicado el club que ahora juega en segunda división. 7
Mucho más cerca en el tiempo, este fin de semana pasado, el partido entre Aberdeen y Celtic por una de las semifinales de la Copa de Escocia dejó una fuerte imagen: Ryan Christie, el joven volante del equipo de Glasgow, de 24 años, sufrió un tremendo choque de cabezas, se fue en camilla y deberá someterse a una cirugía facial.
Prohibido con la cabeza
Cindy Parlow fue medallista de oro olímpica y campeona del mundo con la selección de Estados Unidos, pero varios golpes severos en la cabeza la obligaron a abandonar la práctica del fútbol en 2006 y hoy por hoy todavía sufre de dolores de cabeza casi a diario. Parlow es imagen de la iniciativa Safer Soccer (Fútbol más seguro), campaña responsable de que desde 2015 la federación de fútbol de Estados Unidos (US Soccer) prohibiera el uso de la cabeza en categorías de menores de 11 años. El activismo de Twellman, Parlow y muchos otros está logrando cambios en la enseñanza y práctica del deporte, sobre todo en las categorías menores de Estados Unidos, preocupados por el efecto que los continuos golpes en la cabeza pueden tener en los jugadores.
Una concusión es una lesión cerebral producto de golpes o sacudidas que provocan un movimiento rápido adelante y atrás de la cabeza, provocando traumas cerebrales. Si bien los efectos inmediatos de una concusión leve o media usualmente no ponen en riesgo la vida de quien la sufre, una segunda concusión inmediata sí puede ser fatal y las consecuencias a largo plazo pueden ser muy graves.
Una repetida exposición a traumas cerebrales pueden llevar al desarrollo del CTE (Encefalopatía Traumática Crónica por sus siglas en inglés), un síndrome degenerativo del tejido cerebral que puede presentarse incluso años después de la exposición al trauma cerebral, cuyos síntomas son “la pérdida de memoria, confusión, alteración del juicio, paranoia, problemas de control de impulsos, agresividad, depresión y eventualmente demencia progresiva”. El CTE solo se puede diagnosticar mediante el análisis post mortem del tejido cerebral, y aunque las investigaciones que permitirían establecer la relación y los riesgos de sufrir la enfermedad con la práctica de ciertos deportes, cada vez son más los casos encontrados en ex deportistas.
Donación de cerebros
Cada vez son más los deportistas que donan sus cerebros para que luego de su fallecimiento se puedan estudiar y determinar si el tejido cerebral presentaba alguna característica asociable al CTE. Jugadores y ex jugadores de fútbol americano, hockey sobre hielo, automovilismo y fútbol se cuentan entre quienes han dado instrucciones al respecto. Las mujeres tienen más riesgos que los hombres de sufrir concusiones y de hecho, en la práctica del fútbol las sufren más, por eso no es de extrañar que sean jugadoras prominentes las que encabecen la tendencia de donación de cerebros en el fútbol. Chastain, de 47 años, anunció en marzo de este año que donó su cerebro a la investigación del CEM. El ejemplo de Chastain fue seguido de inmediato y a finales del mismo mes de marzo, otras dos glorias del fútbol estadounidense, también campeonas mundiales pero del 2015, Megan Rapinoe y Abby Wambach, que con 184 goles vistiendo la camisa de los Estados Unidos es la máxima goleadora en la historia del fútbol internacional, hombre o mujer, anunciaron la donación de sus cerebros para su estudio. Pero esa preocupación no parece tener mayor resonancia en el mundo del fútbol fuera de los Estados Unidos, por eso la importancia de la petición de la Federación Inglesa.
En Argentina, por caso, ni siquiera se han levantado voces para debatir el tema, mucho menos está en la agenda de preocupación de los deportistas, por lo tanto, el camino ni siquiera ha comenzado. Una oportunidad particular Se calcula que mil millones de personas vieron al menos un minuto de la final del mundial de fútbol Brasil 2014. Por lo que muchísima gente en todo el mundo pudo ver el golpe que recibió en la cabeza Christoph Kramer, luego de su choque con el argentino Ezequiel Garay. Si bien Kramer fue sustituido después de que no pudo responderle al árbitro del partido que estaba jugando en la final del mundial, el revuelo por este y otros golpes de cabeza recibidos por futbolistas durante el torneo, llevó a la FIFA a investigar sobre el tema y en el mes de septiembre de 2014 ya había adoptado un nuevo protocolo para lidiar con posibles concusiones en el terreno. Bajo este protocolo, el árbitro puede detener un partido por tres minutos si se cree que un jugador ha sufrido una concusión. El árbitro solo permitiría que el jugador continúe jugando si recibe el visto bueno de los médicos que lo evaluaron. Si no lo recibe, entonces tendría que ser sustituido de inmediato. Pero el protocolo no solo ha sido criticado por insuficiente, pues 3 minutos es poco tiempo para evaluar al jugador, sino porque pocas veces es puesto en práctica por razones que pudieran catalogarse de estrictamente deportivas.
En nuestro país, el pasado lunes 8 de abril por la fecha 23 de la B Nacional en el partido entre Quilmes y Nueva Chicago, el defensor Alan Alegre fue sustituido, por indicación médica, pese a que el jugador estaba de pie junto a la línea de cal para volver a ingresar, luego de un fuerte golpe en su cabeza. El médico de la institución cervecera no le permitió el reingreso, por verlo con dificultades.
En el fútbol, tal vez por la falta de cambios ilimitados y también por ignorancia o falta de información, los equipos son los primeros interesados en que sus jugadores no sean diagnosticados en el terreno de juego con concusiones, una lesión que en muchos casos no tiene síntomas o expresiones inmediatas.
Prohibición de cabecear
La inacción de la FIFA en la materia la ha llevado a tribunales, pero con resultado favorable al organismo. Mientras, US Soccer tomó en 2015 la ya mencionada medida de proteger a los jugadores de categorías infantiles, prohibiendo cabecear en su totalidad a menores de 11 años y el cabecear en partidos a jugadores de entre 11 y 13 años. La decisión de US Soccer llevó a que se abandonara otra demanda contra la FIFA. Ahora, la demanda es de otro tipo y la hace un organismo como la Federación Inglesa, probablemente de mayor influencia que US Soccer dentro de la FIFA. El tiempo se acorta para ver más acciones concretas.
¿Y por casa?
El médico especialista en medicina del deporte de Junín Eduardo Leguizamón, integrante del staff de Arano Box y con pasado médico en otros clubes de la ciudad como Ciclista y Sarmiento, es una palabra autorizada para explicar la realidad de la ciudad y el país respecto del tema. Leguizamón cuenta que "si bien no hay en nuestro país estudios que acompañen el recorrido deportivo de la mayoría de los profesionales, la realidad es variable también según el deporte. Por caso, en el boxeo -por la propia naturaleza del deporte- los estudios médicos se realizan en lapsos más cortos de tiempo y hasta el mismo reglamento así lo contempla; es sabido que un boxeador que ha tenido varios nocauts seguidos, debe descansar, se le retira la licencia y no se le permite el regreso hasta que nuevos exámenes y el médico así lo dictaminen; no obstante también es cierto que con el paso del tiempo, muchos boxeadores muestran signos evidentes, de lo que ocasionan los golpes a lo largo del tiempo, y es notable observar como muchos terminan con problemas de atención, en la articulación de palabras y otros aspectos visibles. "Todo producto de los golpes recibidos, de eso no hay duda" aclara el médico.
"Si se hiciera una tomografía a un boxeador en el ocaso de su carrera es muy probable que se puedan encontrar lesiones en su cerebro producto de la acumulación de los golpes recibidos a lo largo de su carrera".
En Junín, Leguizamón resalta que en el gimnasio de boxeo de Mario Arano se lleva una rutina de trabajo, que incluye un completo control para con sus deportistas. "No es porque trabaje allí, -aclara- pero a los muchachos de la plantilla cada seis meses se les practican análisis como sangre, orina, electros, encefalograma y otros estudios específicos...esos datos constan en sus libretas y son los que los habilitan para boxear...es muy estricto el control, y permite detectar alguna anomalía en muy poco tiempo" Por otra parte, Leguizamón, hace hincapié que " en cada deporte la liga correspondiente solicita la realización de los estudios que considera necesario para determinar la aptitud del deportista y los clubes cumplen con lo solicitado sino no pueden participar.
Por otra parte, muchos de esos estudios no son baratos, "hay estudios que algunos clubes cubren, otros que los abonan los mismos profesionales de su propio bolsillo, y también hay chicos que recién empiezan y se los hacen en los hospitales; no hay un modelo de trabajo común, lo cual no implica que su salud esté desatendida, todo lo contrario, es responsabilidad del profesional cumplir con aquello para lo cual está trabajando". El médico especialista en deportes coincide que si bien estamos lejos de una situación de control ideal y que no hay estadísticas que permitan trazar un plan de acción, "tampoco hay que creer que la situación es de abandono, nos falta pero estamos bajo controles aceptables".
Sería deseable, que la práctica de los deportes -especialmente aquellos que sufren de contacto y que podrían provocar lesiones en la cabeza- tuviera mucha más cercanía con la ciencia, para evitar posibles males futuros, hasta ahora poco estudiados, y por lo tanto, desconocidos. Es un buen comienzo, al menos, dejar el tema planteado.
Esta nota fue publicada en la edicion impresa de Semanario del 20 de abril.