sábado 04 de mayo de 2024

LOCALES | 12 jun 2020

Tema de tapa

La mirada porteña

Después de casi 80 días de confinamiento, Petrecca sale del letargo por mero interés político e intenta gestionar el retorno de algunas actividades que servirán para ir pensando el Junín que viene.


Una de las cosas que más se ven en tiempos de pandemia -además del miedo- son las contradicciones, las cuales terminan afectando la información, generando con ello un caos aparte del que ya transitamos.

Esta semana, el intendente Pablo Petrecca dijo que “necesitamos que haya un trato distinto respecto al AMBA, con la responsabilidad de los municipios. En caso de que falle, se volverá atrás. Queremos discutir actividades y no instituciones, y mayor agilidad en las decisiones”.

De este modo el alcalde local, y a diferencia de lo que venía promoviendo, se sumó a Jorge Macri, Miguel Lunghi y Ezequiel Galli, intendentes de Vicente López, Tandil y Olavarría respectivamente, quienes criticaron algunos puntos de la cuarentena en la provincia de Buenos Aires a través de twitter.

Poco antes el Presidente Alberto Fernández, quien dictó la sexta prórroga, había calificado como "un gran problema" a la "mirada muy porteña" de la situación sanitaria, de la que "el resto del país está evolucionando bien", y recordó que "es un virus que tiene una velocidad de contagio altísima", por lo que solicitó observar el ejemplo de la ciudad bonaerense de Necochea, en donde, a partir de un baby shower, se desencadenaron los infectados.

La “mirada porteña” suele ser un común denominador en habitantes y dirigentes de ciudades como Junín debido a la cercanía, pero particularmente a la hegemonía de los medios de comunicación asentados en la CABA.

Las 24 horas de los siete días de la semana los noticieros y opinadores porteños, se muestran en televisión y radio locales aportando una mirada distinta a la realidad de nuestra geografía.

Tan distinta, que resulta hasta insólito aunque indignante que se ataque con piedras la casa de una mujer en el municipio de Lobería, cerquita de Necochea, precisamente por esa paranoia inyectada.

Esta deformación de la realidad no ha hecho más que generar opinión en base a lo que marcaba el Presidente de la Nación y de lo que ahora trata de desmarcarse Petrecca, siempre falto de personalidad y que venía encendiendo las alarmas en el distrito desde hace casi 80 días, sin que se haya producido un solo caso de contagio hasta el sábado pasado.

Y mientras el jefe comunal pone como ejemplo que no se habilitarían clubes en su totalidad pero sí deportes como el tenis, y pide por las salidas recreativas y los talleres de arte y también por la pesca deportiva tras reunirse con los representantes de esos sectores, por el otro mostrador pone énfasis en que habrá controles más estrictos al aislamiento (como en su conferencia de prensa de la semana anterior), lo cual se lleva a cabo tanto con los “foráneos”, como con los residentes.

Y de este modo, queda enredado en una maraña, objeto de tironeos políticos por parte de sus socios políticos (rosqueros seriales), quienes no lo quieren cerca de las decisiones del gobierno nacional y provincial.

En ese menjunje de la dirigencia PRO se empantanan las dudas de una comunidad, agrietada más por la desinformación y la falta de liderazgo, que por el mismo virus.

Y en esta nueva postura bipolar adoptada por Petrecca, otrora ferviente defensor del ostracismo ante la pandemia, se busca responsabilizar al gobierno central de las demoras propias de la administración juninense que suele estar detrás de los avances que logran municipios similares, como el caso de Pergamino.

Y mientras la municipalidad muestra un perfil “aperturista” siguen cerrados los pasos interciudad, se ocupan sólo del centro y se dejan sin atención los problemas de infraestructura en los barrios vulnerables cuando, en ese caso, sí habría que tener una “mirada porteña” y prestar atención a los brotes de Covid que acontecieron en las villas del AMBA y los daños que causaron.

¿QUÉ ANHELAR?

El que no haya casos detectados de coronavirus en Junín responde a una multiplicidad de factores, a los que no escapan otros distritos del interior bonaerense.

Y en caso de que aparezca algún contagio eso no implicará una mala política de control, ni un castigo divino, ni el fin de los habitantes del distrito.

De hecho, Chacabuco, cuyo intendente hasta dispuso sirenas para el encierro cual bombardeo en la segunda guerra o hace oler perfumes raros a los que ingresan, tuvo una media docena de casos confirmados que pudo aislar convenientemente.

Lo mismo aconteció en Alem, donde una mujer murió lamentablemente a causa de la enfermedad.

Todo parece haber vuelto al control, por ahora, en la región.

Ocurre, además, que la densidad poblacional en los partidos de la zona no es ni cerca la misma que en el área metropolitana de Buenos Aires, donde además pululan conglomerados en los que el contagio se hace explosivo por los hacinamientos.

Y cuando en CABA los niños desde hace casi un mes pueden realizar salidas con sus padres en cercanía a sus hogares los fines de semana, en Junín (formalmente) no se tiene esa posibilidad y desde algunos sectores paternales, los más radicalizados, se sigue considerando algo negativo.

En ese marco cabe preguntarse si la sociedad estará preparada para una “nueva normalidad”, en la cual por ejemplo, uno de los movimientos sea pasar de la religión a la responsabilidad.

De este modo, dejaría de ser dios el que determine premios y castigos, para que cada quien asuma sus propias responsabilidades a la hora de cuidarse y cuidar al otro.

Es sabido que la llegada de personas desde lugares con amplia difusión del virus puede traer inconvenientes, por lo que ya hace más de dos meses debieran haberse puesto en funcionamiento los mecanismos de detección de este tipo de focos en todo el distrito y no sólo en la ciudad.

Pero en su lugar se han puesto a “cazar en el zoológico”, atropellando a los propios habitantes, bañando con cloro a cuanto automóvil y ser vivo esté cerca y por el contrario, sin haber adquirido (a pesar de las promesas) termómetros infrarrojos que cuestan entre 8 y 11 mil pesos y que servirían al personal que controla los accesos a Junín y serían indispensables de usar con quienes llegan desde AMBA.

Se evitaría así la caza de brujas inútil dentro de Junín, avalando procederes represores por parte de personal poco capacitado para entender la diferencia entre un asesino serial y un infractor.

Acaso habría que preguntarse cuánto ascenderá la cuenta del cloro a pagar por el municipio sabiendo que esta gestión ya venía sobrefacturando el combustible usado para las patrullas y los talleres.

Ni la eficiencia y menos aún la transparencia, han sido valores de esta administración municipal, pero se requerirá una fuerte participación de instituciones hacedoras y no aduladoras porque lo que queda por delante deberán enfrentarlo con acciones y no con marketing.

La mirada deberá estar puesta en la necesidad de los juninenses y no en las propias de la política partidaria, mientras que la comunidad deberá trabajar a favor de su identidad para construir independencia y generar recursos propios sin esperar de los demás.

Seguir en esta encerrona de miedo, sin enfrentarla con responsabilidad propia y colectiva, tomando las herramientas de prevención que tenemos a mano, puede sumergir a la comunidad en un peligroso letargo del que hace tiempo debiera haber despertado.

ALGO MÁS

Pocos meses después de la muerte del filósofo y pensador polaco Zygmunt Bauman, Seix Barral publicó una obra colectiva sobre el estado de la democracia “El gran retroceso” y dentro de ella un ensayo: “Síntomas en busca de objeto y nombre”.

Y remarca Bauman en esta obra que “De lo más alto a lo más bajo de la sociedad –incluidos unos mercados laborales que establecen la melodía que luego sus flautistas nos tocan a nosotros, la chusma, para que la cantemos a coro– se crea un clima de desconfianza mutua (y apriorística), recelo y competencia a degüello y, en medio de ese clima, las semillas del espíritu colectivo y de la ayuda mutua se asfixian, se marchitan y decaen (si es que sus brotes no han sido ya arrancados a la fuerza)”.

Y añade: “Mientras que las acciones de las empresas concertadas y solidarias por el interés común se desvalorizan a diario, y sus efectos potenciales se atenúan, a la iniciativa por unir fuerzas y atender a intereses comunes se le quita la mayor parte de su atractivo, y así es como están muriendo todos los estímulos encaminados a emprender un diálogo orientado al reconocimiento recíproco, el respeto y la comprensión genuina”.

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