LOCALES | 17 jul 2020
Nota de tapa
Más Barney que Berni
Quiere posicionarse entre los favorecidos que integran Cambiemos, pero se encuentra que ellos no lo sienten parte. Busca un lugar en listas legislativas para 2021 y la pandemia lo catapultó en videos, notas periodísticas y presencia en las redes. Su máxima aspiración es que lo respeten como el Berni vernáculo... pero su imagen se apega cada vez más a la de Barney, el personaje televisivo. Un repaso por el papel que cumple el sheriff Luis Chami.
Por: Redacción Semanario
Entre gritos, filmaciones oportunas de sus intervenciones y lechones repartidos entre la prensa amiga, el director de Seguridad del municipio recorre un peligroso sendero, oscilando entre su necesidad imperiosa de descollar ante la opinión pública y su obligación de someterse a órdenes superiores. Ya hizo un berrinche el año pasado, porque quería ser candidato a diputado y pegó un portazo que le duró apenas unos meses, ya que volvió a su lugar público para mandonear policías y pretender competir hasta con el mismísimo intendente.
Luis Chami emergió del más absoluto anonimato, envuelto entre maderas y viruta, para arrancar su “carrera” en Seguridad. Y lo hizo en los foros vecinales que, por ese entonces, tenían injerencia en el diseño de políticas públicas de la ciudad. Llegó a ser presidente del Foro Municipal y ocupar un papel preponderante en la lucha contra el delito.
Sólo tuvo una brevísima incursión política. Fue como precandidato a concejal, justo cuando el Partido Justicialista presentaba siete listas a internas: salió sexto, de la mano del recordado Walter García (padre del actual concejal Marcelo), aunque su amor por Nora Meres fue decisivo a la hora de lanzarse a la pileta de la actuación en gestión pública.
Por la ex jefa de prensa de Municipalidad, relacionada con la Iglesia Catedral de la Esperanza de la familia del intendente Pablo Petrecca, fue como Chami se introdujo en el círculo íntimo del partido gobernante en Junín desde 2015. No fue de inmediato: primero fue asesor ad honorem y desde el año pasado, funcionario a sueldo, como segundo del área de Seguridad: primero secundando a Fabián Claudio y en la segunda gestión, a Andrés Rosa.
No hay camiseta que le venga bien: sólo fue coherente a la hora de criticar al meonismo, que no lo aceptó en sus filas y eso le provocó un rencor eterno. Por eso, cada vez que habla, no puede dejar de citar las “muertes”, las “irregularidades” y la sucesión de hechos catastróficos que acontecieron durante el anterior gobierno, con el que compara en forma subjetiva y parcial el accionar petrequista. Sin tener en cuenta el paso del tiempo, cualquier mal de hoy en día se debe a la maléfica gestión del actual ministro de Transporte.
Si bien muchos lo aplauden en público, lo cierto es que la figura de Chami concentra más críticas que elogios, aunque se den en voz baja. El denominado “Sheriff” admira más que a nadie a Sergio Berni, le gusta ser el blanco de detracciones, porque se siente a la altura del ministro de Seguridad bonaerense, mientras lo emula en puestas en escena.
De frente, sus “compañeros” del gabinete municipal lo tratan como uno más. Pero en el fondo, sólo lo aceptan porque es decisión de Petrecca que ocupe un lugar. Evalúan entre dientes que Chami es una persona que no tiene pasado político ni militancia probada dentro del macrismo, de malos modales, engreído, y sin ostentar al menos un apellido ilustre en la ciudadanía juninense.
La pandemia le brindó un protagonismo inesperado, que con el paso de los días se fue diluyendo. Pero igual mantiene intactas sus expectativas de ser candidato en 2021, confiado en el amor que le tiene la gente que puede depositarle un voto de confianza.
UN NIDO DIFÍCIL
Al comisario retirado Fabián Claudio le fue fácil manipularlo. El policía no era muy afecto a una tarea efectiva por las calles y se refugiaba en la comodidad de su despacho.
En algún tiempo, el sucesor del secretario de Seguridad –Andrés Rosa- era un abogado allegado al Frente Renovador. Había abandonado ya su militancia y coqueteos con el PRO y el Justicialismo, y había abrazado al intendente Meoni, lo cual le permitió conseguir primero un puesto en la Oficina de Asistencia a la Víctima y luego una banca en el Concejo Deliberante, allá por el 2015.
En ese entonces, su figura era poco menos que la representación de un demonio para Chami, que hasta llegó a difundir rumores de “amoríos” de Rosa con alguna empleada y hasta lo involucró con una colega.
Desde el Concejo, la perseverancia en los ideales también le duró poco en esa oportunidad, y Rosa se inventó un “unibloque” para votar en consonancia con Cambiemos todos los tiros. Sin ser contado uno más en los papeles, lo era en la práctica para el oficialismo local.
Tal de eficiente fue su ayuda en votaciones decisivas que el intendente Petrecca lo premió con la Secretaría de Seguridad desde el inicio de su segundo período al frente del municipio. Borró de un plumazo anteriores pasos por otros sectores políticos y se entregó de cuerpo y alma al jefe que le permite seguir cobrando un sueldo estatal.
Y con el “acompañamiento” de Luis Chami como segundo, en la Dirección del área.
Esto sucedió tras su decepción y portazo, justo cuando se elegían los precandidatos con vista a las internas. Enojado con la “dedocracia” y convencido que merece mucho más, como un lugar en la Legislatura provincial, se sublevó y se fue. En principio vacaciones, nunca con explicaciones oficiales, pero sólo él sabrá si retornó porque obtuvo promesas con vistas al 2021 o no quiso relegar su papel público ante la opinión juninense.
UN PAPEL HISTRIÓNICO
El papel de Luis Chami dentro del gobierno de Pablo Petrecca no es cualquiera. Le gusta salir en las fotos y en las filmaciones casi tanto como a su jefe: ambos hacen de la puesta en escena la parte más importante de sus funciones públicas.
Así fue como se lo vio en “casuales” videos durante la cuarentena. El primero fue vestido de superhéroe, en la Ruta 7, a los gritos con una familia que regresaba de Brasil: “Ustedes se cagan en los juninenses”, justo se lo escuchaba decir, mientras gesticulaba y se hacía el ofendido.
También se puso en papel protagónico cuando ingresó a la ciudad una mujer, que él mismo se encargó de involucrar sentimentalmente con el fiscal general, mientras se jactaba que la llevaron hasta la casa “rociándola con lavandina”.
Chami fue el actor principal de una heroica hazaña: atrapar a un grupo de jóvenes que se juntaban en un campo, desde hacía más que algunos meses, para andar en moto. Los trató como delincuentes que rompían la cuarentena, mientras paseaba su pecho inflado ante las cámaras.
A la vez, le gustaba mostrarse en fotos cuando tiraban tierra para impedir el tránsito vehicular por pasos a nivel de la ciudad, indicando con gestos a los camioneros cuál maniobra continuaba. Y no hay accidente u operativo sobre el que no brinde un reportaje periodístico o se muestre al frente.
En el fondo de su alma, le hubiese gustado vestir un uniforme. Pero se conforma con mandonear efectivos policiales, gritarles y llevarlos de la nariz cual ovejas obedientes. Si algún jefe se atreve a contradecirlo o no acatar sus órdenes, dicen que impide que se llenen los tanques de los patrulleros de esa repartición.
Le gusta echar culpas a la Justicia, a la que –a la par del meonismo- es la culpable de los males de la sociedad. Y hasta ha llegado a querer patotear a funcionarios judiciales, aunque lo que vino después permite deducir que muy bien no le fue y en varias ocasiones, en privado, debió agachar la cabeza. Sin que trascienda.
El último enfrentamiento fue con el fiscal federal Héctor Pedro Plou, cuando el magistrado le borró de cuajo su pretensión de un “certificado de circulación municipal” y sus controles sobre rutas nacionales. Todo lo bien que le estaba yendo, pensando siempre en la “salud de los juninenses”, se evaporó. Chami se encontró ante la necesidad de idear otro plan para defender a los vecinos, tapó calles e ingresos y dijo que se apostaría en los accesos centrales a la ciudad: hoy la ciudad es un verdadero desfile de juninenses que van y vienen desde y hacia zonas de circulación comunitaria sin ningún tipo de control, y de vecinos de otros puntos del país que llegan sin ser siquiera vistos.
Cuando desaparecieron sus cortes en los pasos a nivel, dividiendo la ciudad entre vecindarios de primera y de segunda sin derecho al tránsito, también desaparecieron los controles y los barrios arrancaron hace varias semanas la “Fase 5”. Poco compromiso de mucha gente y nula supervisión: la consecuencia es previsible. Y todo de la mano de Chami, que no le gusta ocuparse de nada si se debe hacer en silencio.
La pandemia ocultó por algún tiempo su doble rol de juez y parte: debe controlar la nocturnidad juninense, a pesar de que se trata de la actividad central de una de sus hijas y en cuyos boliches, la vista debe ser más gorda.
En las últimas horas, el director de Seguridad participó de la cacería de brujas que pretende el municipio. Mano dura con los atrevidos que se apuestan sin pagar el canon en ningún pesquero, sólo utilizando lugares públicos; pero silenció responsabilidades y detalles sobre el ingreso de tres positivos a Fortín Tiburcio, por ejemplo. También se dejó pasar la “niñera” importada que trajo en virus, en virtud de su estrecha relación con el director de Obras Sanitarias, Guido Covini. Y ni hablar si se trata del padre de un popular jugador de fútbol. Pero fue implacable cuando mandó a la policía a golpear a una familia que estaba haciendo karaoke.
Era vox pópuli que muchos en la ciudad querían “escarmentar” al verdulero, pero a Chami no se le ocurrió apostar una guardia policial en su domicilio y evitar que le incendiaran la camioneta, su herramienta de trabajo.
UN PERSONAJE SINGULAR
“A Dios rogando y con el mazo dando”, parece ser el “norte” de la vida de Luis Chami. Castigando, ocupando casi el lugar del Supremo en estos pagos… fue el humilde carpintero San José en algunos tiempos, pero inició un camino en elevación sin precedentes y según su visión, sin fronteras.
Su máxima aspiración es que lo respeten como el Berni vernáculo pero algunas diferencias lo separan del ministro de Seguridad bonaerense...
Mientras, su imagen se apega cada vez más a la de Barney, el personaje televisivo que encarna un dinosaurio morado que vive aventuras junto a sus amigos. Ese nombre, incluso, le sienta mejor a Chami, dado que significa: “Le gusta brillar, ser mirado, admirado, dar el ejemplo y no duda en recurrir a su sentido teatral innato”.