jueves 18 de abril de 2024

LOCALES | 30 oct 2020

Editorial

Un gobierno inaccesible

La semana pasada asistimos a diferentes cuestiones pero ligadas entre sí respecto a esta falta de diálogo democrático que viene demostrando la gestión Petrecca.


En varias circunstancias hemos remarcado el disvalor del Ejecutivo municipal que lidera Pablo Petrecca, en el sentido de la falta de comunicación y diálogo con los distintos sectores de la comunidad y menos aún con los espacios políticos opositores. Incluso -y lo vivimos a diario desde nuestro SEMANARIO- el destrato para quienes resultan medios críticos de la gestión.

Esta actitud, que en principio podía ser considerada como una falta de cintura política debido a las carencias que ha mostrado en materia dirigencial, después de más de un período en el poder preocupa por su persistencia, lo cual hace dificultoso el juego de la democracia.

Sin lugar a dudas que el diálogo da vida a las “reglas del juego” con las que se toman las decisiones colectivas en un régimen democrático, contribuyendo de manera decisiva a su buen funcionamiento y expansión.

Es cierto que en una democracia, las decisiones se deben adoptar bajo la “regla de la mayoría”, pero cuidando siempre de no vulnerar los derechos de las minorías.

La emana pasada asistimos a diferentes cuestiones pero ligadas entre sí respecto a esta falta de diálogo democrático que viene demostrando la gestión Petrecca, cada vez más empequeñecida tendiente peligrosamente al nepotismo.

Uno de los hechos se vivió en torno a la falta de un consenso en materia sanitaria, cuando crecen sin cesar los contagios por Covid-19 en Junín y la cantidad de muertos es lamentable. En ese escenario fue que las clínicas privadas, junto al sector de la salud pública, conformó una suerte de “Mesa Sanitaria” paralela con el objetivo de trazar políticas urgentes que el municipio no está encarando.

El otro, la protesta de los recicladores en el palacio municipal, que fue denunciada por las huestes de Juntos por el Cambio como una “toma violenta”, cuando sólo consistió en un reclamo tan pacífico como reiterado para dar soluciones a ese conjunto de vecinos vulnerados.

El diálogo se relaciona inevitablemente con la existencia del otro, de la contraparte. Dicho de otra manera: la condición necesaria del diálogo es la existencia, por lo menos, de dos puntos de vista diferentes que, sin embargo, pueden relacionarse entre sí al establecer la posibilidad de construir un acuerdo basado en supuestos comunes.

Por lo tanto, y de acuerdo con algunos estudiosos “la actividad política se sitúa en un espacio público en donde los ciudadanos pueden encontrarse, intercambiar opiniones y confrontar sus diferentes puntos de vista, buscando una solución consensual a sus problemas colectivos”.

Desde esta óptica, la política representa el espacio de la presencia común, en donde pueden surgir, articularse y ser analizadas cuestiones de interés público desde diferentes perspectivas.

Nada de esto parece conocer el intendente Petrecca y sus acompañantes del espacio político que parecen entender que las decisiones son unívocas y por eso se desplazan en una línea muy cercana al autoritarismo.

Entre las prácticas que se contraponen al diálogo, y por ende a la democracia, podemos considerar el monólogo, la indiferencia y hasta el desprecio que han manifestado en algunos casos, promoviendo la negación de uno de los actores.

Estos comportamientos se encuentran en la base de todas las intolerancias y frente a ello resalta el valor de una coexistencia pacífica de tipo cooperativo en la que prevalecen las garantías necesarias para que los ciudadanos expresen sus opiniones libremente, haciendo posible la adopción de acuerdos entre los diferentes actores orientados a fortalecer la pluralidad democrática.

Para que la política pueda realizarse no es suficiente tener un grupo de individuos que voten separada y anónimamente con base en opiniones privadas, sino que es necesario que estos individuos puedan encontrarse y dialogar en público, porque ese diálogo se constituye en fundamento de la democracia moderna y ello se refleja institucionalmente en la existencia de un equilibrio entre una mayoría en el poder y una serie de minorías que aspiran a convertirse en mayoría mediante los mecanismos previstos por la ley.




 

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