

Javier y Celina Perillo son los papás de Blas, un menor de 3 años que es alérgico a la proteína de leche de vaca. Por su condición, necesita alimentarse con una leche especial, de la que cada tarro tiene un costo de alrededor de $ 8.000 y requiere de diez mensuales.
En diálogo con SEMANARIO, denunciaron que el municipio dejó de proveerles la leche y recibieron malos tratos por parte de funcionarios del área de Salud.
LA HISTORIA
“Blas tiene 3 años. A sus dos meses de vida se le diagnosticó porque se había cortado el crecimiento y se hicieron estudios con pediatras de Junín, que nos hicieron una derivación al Garrahan pero allí tuvimos un diagnóstico equivocado, así que nos fuimos al Ludovica para ver una gastroenteróloga infantil”, contó su papá.
Fue en ese centro asistencial donde se descubrió que es alérgico a la proteína de la leche de vaca (APLV), una patología hoy conocida por haberse hecho pública por parte de Paula Cháves, dado que su hija menor presenta el cuadro.
Por eso tramitamos la provisión de una leche medicamentosa, que representa el 75% de la dieta diaria, y además de no poder consumir muchas cosas, hay otras relacionadas con productos de limpieza o higiene personal que tampoco puede estar en contacto.
Javier contó que “por esta situación empezamos a tener contacto con una asistente social de la Secretaría de Salud, cuando la titular del área era Fabiana Mosca, para poder viajar una vez al mes a La Plata a hacer los test de alergia. Y a la vez, se le hacían los test de choque, por los que Blas quedaba internado en cuidados intensivos”.
“Esto se realizó en octubre del año pasado, cuando estuvo internado en el Ludovica. Desde Salud del municipio nos proveían la leche, que es una especial y el tarro de 400 gramos hoy oscila en los 8000 pesos de costo y no hay obra social que lo cubra”, indicó.
CAMBIOS EN SALUD
“Después que cambiaron el titular de Salud en Junín y asumió Carlos Lombardi, empezaron los problemas. Necesitábamos presupuestos, mostrar los estudios que se realizaban…”, explicó Perillo.
En este marco, recordó que “nosotros teníamos que volver a La Plata en abril de este año, pero cuando arrancó el tema de la pandemia nos suspendieron el turno hasta nuevo aviso. Para esto, en diciembre, enero y febrero nos habían suspendido el tratamiento porque desde Salud del municipio aducían no contar con fondos”.
“Cuando nos volvieron a dar leche, nos entregaban 5 en vez de 10 tarros, o sea la mitad del tratamiento. La asistente social hizo todo lo posible, pero hasta fue maltratada por el jefe Carlos Lombardi”, explicó.
También pasaron otras situaciones: “Nos encontramos cuando fuimos con un tal Gastón Rodríguez, que se hizo pasar por asistente social y fue quien suspendió el tratamiento. A su vez, nos enteramos que habían sacado turno en el Ludovica a nuestro nombre pero la ambulancia se negó a hacerlo, intervino una asistente del CIC de apellido Heredia y allí se suceden los problemas”.
“Como no siguieron los protocolos para que viajemos en el remise que nos proponían y nos negamos a ir a La Plata por este motivo, no nos dieron más leche y empezamos a recibir mensajes de amedrentamiento. Los titulares de Salud Lombardi y Mecchia nunca nos quisieron atender, tampoco el intendente nos dio una audiencia y hace dos meses que no nos entregan leche”, remarcó el papá de Blas.
LA NECESIDAD
Javier Perillo apuntó que “el tratamiento con leche no tiene un tiempo estipulado: puede superarse a cualquier edad o seguir siendo alérgico toda la vida”.
En estos momentos, la familia necesita diez tarros de leche por mes para poder elaborar postres, tortas y otras comidas.
“Nosotros no queremos plata, pero sí que el tema llegue a los funcionarios que sepan que Blas es el único caso de alergia a la proteína de leche, porque los otros que había ya superaron esta etapa y pasaron a ser intolerantes”, resaltaron los papás del menor, que esta pensaron en vender la casa familiar para poder solventar el tratamiento de Blas, dado que no tienen otra alternativa por el momento.