

‘En la cancha se ven los pingos Alexia’, le dijo una abuelita a su rey al pasar por el Palacio. ‘Y ojo, que del dicho al hecho, hay un largo trecho’, agregó a puro grito.
Lo dijo sin ningún doble sentido. Porque pese a que blindó sus carencias, Alexia no puede ocultar sus miserias. Si bien la realidad y el virus de la corona le sirvieron como una gran cortina de humo para sus excusas, el sol no puede taparse con la mano. Entre sus dichos, y los hechos, Alexia quedó a buen trecho. Y por eso, la abuelita dijo lo que dijo.
Alguno recordará que fue este rey quien ninguneó las necesidades de un grupo de vecinos que reclamó en la plaza central del reino, por días y días por su techo, sin que se le moviera un pelo; hizo lo mismo con un grupo de jubilados, a los que intimidó con su cuerpo policial para que dejaran de reclamar. Fue quien prometió, - y no cumplió- las interminables 25 posadas para su gente. El mismo que se llenó la boca con promesas y obras. Y las olvidó todas. Las viejas y también las nuevas.
Desde hace años, Alexia es un mero administrador de un reino empobrecido que pese a todo, le permite engullir unos buenos acres personales, mientras mira de reojo, como los de las afueras se deshilachan al abismo. Sin inventiva, imaginación, trabajo, generosidad, esfuerzo, solidaridad ni empatía; su apatía los hunde cada día.
Aunque, pese a todo, tuvo suerte. El virus de la corona y las restricciones de este tiempo de pandemia, se convirtieron en una excusa perfecta para ver pasar el tiempo, criticar a los demás y hacerse el gil por tanta ausencia propia. Todo lo malo, lo que no puede hacer ni lograr, es por los demás, que no lo quieren ni un poquito. ‘¡Sir Alfer-Def y Sir Kichi son la peste, peor que el virus que no se va!’ Dicen que dijo. ‘Todo hubiera sido distinto, si en este reino, ellos no estuvieran. Son el caos, el mal, y algunas cosas más’, agregó. No es de extrañar su pensamiento, Alexia es de esa clase de reyes que llegó al sillón culpando a los demás.
El problema, es que ahora que el tiempo apremia y los acres ya no están, la paciencia es un bien en retirada. Los de las afueras están que trinan y no hay quien los calme. Algunos sin posadas, otros sin un mango, varios sin laburo, y casi todos sin paciencia, se cansaron de promesas y de encierros. Y mucho más de los incumplimientos, las peleas entre reyes de uno y otro lado, la falta de ideas, de proyectos, de futuro.
En el reino Alexia hace rato se viven tiempos complicados. Son los que aparecen, inevitablemente, cuando un rey se dedica a mirar su ombligo y se olvida de pisar el mismo barro que ayudó a generar. Porque una cosa es decir, y otra muy distinta, hacer. ‘Mejor que prometer es realizar’ dijo hace mucho, un rey al que muchos, quisieron un montón. No hace falta aclarar que Alexia no llega ni siquiera a integrar el banco de suplentes de ideas como esas, ni de otras, que en su esencia, brillan por su ausencia.
Alexia integró el mejor equipo de los últimos años, el club de amigos de la tormenta amarilla, que aseguró iba a generar una revolución de la alegría. Y algo les pasó, porque por el reino anda Alexia, con un candil en su mano, asegurando ser un faro, en medio de la oscuridad. Debe ser por eso que la abuelita le dijo lo que dijo. Es cierto, del dicho al hecho, hay mucho trecho. Y es evidente que se hizo de noche, es la oscuridad que trajo él y no se va.
PetrEgo
Lenta y dolorosamente, Ciudad Fría empieza a recobrar su ritmo, luego del sacudón de esta semana. Algunos todavía se preguntan que hacía a esa hora, viajando a su ciudad, solo, tarde. Hacía política. Sí, política desde la gestión. Todo el día, todos los días. Hasta el último día. Porque así se hace política. Trabajando para mejorarle la vida a los demás.
Vale la pena recordar esa pasión en tiempos donde, como nunca vimos descansar tanto a un Presidente que no supo de fatiga, y que tuvo su propio ejército para capear el temporal. Contó con la ayuda de las redes sociales, algunos periodistas bien pagados y los trolls, un férreo escudo protector de las planillas Excel que relojeaban con desprecio a cualquiera que osara mirar a los vecinos a la cara.
No pasó ni siquiera una semana de la despedida de Meoni y la legión amarilla ya volvió a sus andadas. Siempre prestos, con una nueva campaña marketinera con juguetes nuevos para vender en el súper de las ofertas, vacías de contenido. Con una nueva promo, que incluye mensajes y mensajes, unos más efectistas que otros, generados en sus ‘think thanks’ o Focus Group, que apuestan a ‘lo que mide, a los clicks’ amparados en el olvido del consumidor.
Ojalá el tiempo no borronee la muerte de alguien que se fue, abrazado a la pasión de la política, porque merece el mayor de los respetos. Partió esa clase de persona que persigue el sueño de cambiar una realidad dolorosa, dura, con laburo. Hasta tarde, cada día, todos los días. Hasta el último de sus días.
Tal vez todo esto sea difícil de entender para quienes a las pocas horas volvieron a sus viejos males, el del engaño y el oportunismo. Incluso el negocio personal. Que nada tienen que ver con ese noble arte de lograr lo imposible, en las antípodas del beneficio personal.
Meoni dejó grabado a fuego el mensaje de cómo hacer política. Y también dejó expuesta, visible, una grieta imposible de ocultar. Ojalá su lucha, contagie a miles más. Solo así, será posible cambiar la realidad.
Te contamos todo lo que NO HICIMOS esta semana
*) Solucionar el río a cielo abierto de calle Avellaneda, a una cuadra de calle Miguel Lonegro, cada vez que llueve.
*) Levantar el guard rail en avenida Circunvalación y Respuela. Lleva tirado casi tres meses al costado de la ruta, pero queda tan lindo que, da pena.
*) Transparentar la web de…transparencia municipal. ¿Ahí tengo que poner la que me llevo? ¡Ni en pedo!
*) Hacer alguna obrita. Nada, estamos medio depre, pero ya se nos va a pasar. Unos meses antes de las elecciones, le sacudimos con todo.
*) Rezarle a San Expedito y San Mauricito para que el olvido no se vaya, así seguimos como estamos.