

No hace mucho, desde estas páginas planteamos la inequidad que se registra en todo el mundo respecto a la falta de vacunas que la mayoría de los países tienen para inmunizar a su población.
Esta situación, la fuerza opositora la ha intentado usar a su favor con fines netamente eleccionarios.
Estos argumentos han sido usados a nivel local tanto por el intendente Pablo Petrecca, quien en tren de quitarse responsabilidades por la situación crítica en Junín exige más vacunas en cada discurso, como por su cuñado, el legislador Juan Fiorini y buena parte de los concejales de Juntos por el Cambio, repitiendo acerca de la supuesta carencia, cuando en verdad se trata de una gran crisis, el hecho de que la mayoría de las naciones del mundo no puedan inmunizar en forma eficiente a su población.
Nuevamente esta semana el titular de la Organización Mundial de la Salud alertó acerca de que “un pequeño grupo de países fabricantes y compradores de la mayor parte de las vacunas del mundo controlan el destino del resto del planeta”.
A 17 meses del inicio de la mayor crisis de salud en generaciones, la situación mundial sigue siendo peligrosa. Pese al avance de los conocimientos sobre el coronavirus, a la creación de varias vacunas, a los esfuerzos de los gobiernos y comunidades y a la ardua labor de los trabajadores sanitarios, en lo que va de este año se ha registrado más casos y muertes por COVID-19 que en todo 2020, subrayó el biólogo Tedros Adhanom Ghebreyesus.
La tendencia actual indica que en las próximas tres semanas se superará el total de decesos del año pasado.
“Este virus cambia constantemente y los cambios por venir podrían hacer ineficientes nuestras herramientas para combatirlo y colocarnos de nuevo en el punto inicial”, recalcó.
En este contexto, enfatizó la importancia de acelerar la vacunación de toda la población para restar las oportunidades de evolución del coronavirus y lamentó la inequidad del acceso a las vacunas que condena a la gente que vive en los países pobres o de renta media baja.
El líder de la OMS puntualizó que un pequeño grupo de países que fabrican y compran la mayoría de las vacunas del mundo controlan el destino del resto de la humanidad, agregando que las naciones que están inmunizando en este momento a los grupos de bajo riesgo, lo hacen a expensas de los trabajadores de salud y los colectivos de alto riesgo en otros países.
“La crisis de vacunas COVID-19 denota una desigualdad escandalosa que está perpetuando la pandemia”, aseveró, instando a los Estados miembros a apoyar un “esfuerzo adicional de aquí a septiembre para vacunar al menos al 10% de la población de todos los países en ese plazo, y a acelerar el paso para lograr el objetivo de vacunar al menos al 30% de la gente antes de fin de año”.
Cabe acotar que en nuestro país, ya se ha cumplido casi el 6% de la población con las dos dosis y esta semana se superó el 20% de la población con al menos una.
En tanto, la provincia de Buenos Aires estaba llegando a cerca de los cinco millones de aplicaciones, con más de un millón de segundas dosis y casi cuatro millones de la primera.
Por otra parte, la propuesta del Fondo Monetario Internacional, aún más ambiciosa, es inmunizar al 40% de la población mundial para fines de 2021 y al 60% para mediados de 2022
COVAX INEFICIENTE
Incluso Tedros criticó al sistema COVAX que busca el acceso equitativo a las vacunas, afirmando que la cantidad de dosis disponibles continúa siendo “muy inadecuada”.
Detalló que, hasta la fecha, la iniciativa COVAX ha enviado 70 millones de dosis a 124 países y economías, una cifra que alcanza a menos del 0,5% de la población combinada de esas naciones.
En este sentido, listó tres necesidades urgentes: financiar al COVAX, compartir las dosis de vacunas y ampliar la fabricación de las inmunizaciones.
El titular de la más grande entidad de salud mundial fue contundente al afirmar que “prepararse, prevenir, detectar y responder rápidamente a las epidemias no comienza en los corredores de poder, comienza en las calles de privaciones y hacinamiento donde la gente vive sin alimentos suficientes, sin acceso a personal sanitario, agua potable y electricidad”, explicó.
También se refirió a los trabajadores de la salud al resaltar el compromiso y sacrificio de estos profesionales y condenó las agresiones inaceptables que han sufrido muchos de ellos.
“Los trabajadores de salud hacen cosas heroicas, pero no son superhéroes. Son humanos como todos nosotros. Sudan y maldicen, ríen y lloran, tienen miedo y esperanzas. Muchos se sienten frustrados e indefensos ya que carecen de equipo de protección personal y vacunas, así como de herramientas para salvar vidas”, puntualizó.
“Muchos se han infectado y, aunque la información es escasa, estimamos que al menos 115.000 trabajadores sanitarios y del cuidado han pagado el precio máximo al servicio de los demás”, deploró e hizo un llamado protegerlos con los insumos necesarios y el trato justo.
“Millones de profesionales de la salud continúan poniéndose en peligro todos los días. Les debemos nuestro más profundo agradecimiento”.
El líder de la ONU citó los 3,4 millones de vidas que han sucumbido al COVID-19 como un “tsunami de sufrimiento” que, además ha provocado la pérdida de unos 500 millones de puestos de trabajo y ha costado billones de dólares a las arcas nacionales de los países, dando muestras de que la problemática no es local, ni regional, ni nacional. Sino que se trata de una crisis global.
Por eso destacó que “necesitamos la lógica y la urgencia de una economía de guerra para impulsar la capacidad de nuestras armas”, haciendo referencia a su solicitud al G20 para crear un grupo de trabajo que negocie con las farmacéuticas y otras partes clave con la intención de duplicar la capacidad de fabricación “explorando todas las opciones, desde las licencias voluntarias y las transferencias de tecnología hasta la puesta en común de patentes y la flexibilidad en los derechos de propiedad intelectual”.