El mayor fabricante de trenes del mundo, la empresa china CRRC, planea instalar una planta de producción en México, con la intención de que el país sea el punto central para los proyectos en los que ya participa la compañía en la región latinoamericana, según informó la cadena Expansión que dio cuenta del panorama ferroviario mexicano. En la mira de los empresarios chinos está la iniciativa que pretende modernizar los ferrocarriles aztecas con unidades de alta velocidad magnéticos (maglev).

El emprendimiento está proyectado con “la intención de poner una planta de 100 hectáreas generando más de 5,000 empleos”, explicó Íñigo Pérez Gallego, vocero de CRRC. La compañía evalúa utilizar patios de alrededor de 100 hectáreas en Veracruz para instalar la planta, aunque analiza la instalación en Tampico por contar con predios allí.”

Entre los proyectos en los que la compañía ya participa está la modernización de la Línea 1 de la Ciudad de México, un contrato por más de 30,000 millones de pesos que el consorcio ganó a finales del año pasado. Además, forma parte del proyecto del Tren Interurbano Tijuana-Tecate, en el que se invertirán alrededor de 2,860 millones, y la provisión de 26 vagones para el Metrorrey.

CRRC también tenía la intención de participar en la licitación de material rodante del Tren Maya. Sin embargo, acusó de un “piso disparejo” en las bases de la convocatoria, entre cuyos requerimientos está un índice de contenido nacional de 65%, que la compañía ha pedido bajar a 35%, y donde está en desventaja ante la capacidad de producción nacional de Alstom.

El reporte expone claramente las dimensiones que se manejan cuando de trenes por levitación (maglev) se trata y pone en evidencia lo ignaro de los dirigentes vernáculos cuando definen como demasiado grande a los talleres ferroviarios Junín para “las nuevas tecnologías”.

Declaraciones de menor cuantía, si se considera la entrega de los empresarios ferroviarios rusos para los talleres de Mechita en Bragado, pero esclarecedora, en cuanto de porque estamos como estamos. Cuando la dirigencia no tiene idea de que está hablando, menos aún puede estar haciendo algo bueno.

En tanto esto sucede en México y Junín, España amplió su servicio maglev, del cual Argentina dista muchos años vista, con el aporte de la empresa francesa SNCR. La compañía gala aporta a la flota ferroviaria realista, unidades de tracción y vagones para la red del servicio comercial pensada entre Madrid y las ciudades de Barcelona, Valencia, Alicante, Sevilla y Málaga.

Con estaciones intermedias, la medida resultó de alto impacto para el turismo internacional que conmocionó hasta la vida cotidiana de los pueblos.  Los nuevos servicios les permitirán a los parroquianos ir a Madrid y por la tarde retornar rápidamente a las masías.

La alegría expresada por un beneficiario a Televisión Española Internacional (TVE) contrasta de plano con el largo lamento del empresario juninense que opera desde Capital Federal. “Pensar que con un servicio de este tipo en 40 minutos estaríamos en Junín o viceversa. No tenemos aeroparque, ni autopistas, ni maglev, que te alivien de la “tortura” de más de cuatro horas de viaje”.

La amarga letanía del empresario vinculado a la actividad agropecuaria se concatena con otros temas que hacen con la ciudad. En pos de un futuro evolutivo habría que considerar la interacción entre el proceso iterativo de creer que se es el centro del noroeste bonaerense, versión que se realimenta permanentemente con supuestos cambios y aprendizajes que se suceden cotidianamente.  

En ese contexto es donde el futuro de los talleres ferroviarios Junín se encuentra signado. Dicen, entre otras cosas, que el inmenso predio en el corazón de la ciudad ya no es hoy el lugar más apto para una industria pesada de reparación. Que haría falta un predio distante de la ciudad donde se construyan tamaños galpones, hacer el desvió del ramal y la playa de carga y descarga, en un proyecto alternativo.

Los recursos como los que se conciben en México, son la otra estaca de la cruz que inmoviliza esta o cualquier otra gestión. La falta de divisas que desde hace mucho tiempo dicen que no hay para construir hospitales, autopistas y pistas de aterrizajes en tiempos normales, cuando la calidad de vida es casi de zozobra, menos aún hay en tiempos de pandemia.

Porque si algo ha logrado esta pandemia ha sido revalorar la vida frente a tanta muerte. La finitud replantea la calidad de vida y los obstáculos que se interponen o que se imponen para la realización del progreso. Por eso es vital saber quienes ponen trabas en las ruedas o colocan piedras en el camino de la evolución.

Quienes usando la misma fórmula de aplicación, unos y otros, han preservado durante tanto tiempo una pendiente de decadencia, donde ya  ni siquiera hay un pensamiento superador de emprendimientos, que desarrollen la actividad productiva para que mejore la calidad de vida de los habitantes.

Días atrás, un vecino de un pueblo cercano veía por primera vez en su vida desde la terraza de Ezeiza, como la enorme aeronave se elevaba hacia el firmamento en busca de otras latitudes. Aún casi no puede explicárselo, como tampoco por qué sus dos retoños estaban a bordo, en busca de   otros horizontes que les aseguren un bienestar.

No será de mucha utilidad lo aprendido en la escuela pública, solo en parte le consuela saber que la enseñanza que les dio, de cómo trabajar en la actividad agropecuaria en el campo del patrón, le va ser de utilidad allá, en Suecia.

La risa casta de los veinteañeros en la manga que los conducía al avión estará en sus ojos para siempre. En llanto silencioso, pensando, busca por qué sus hijos tuvieron que emigrar, mientras que los hijos de los que hicieron y hacen las cosas mal se quedan y viven opíparamente.

Un sondeo profundo, íntimo, doloroso, para una repuesta que reconforte el alma. Quizás, tan sólo un buen romance pueda en parte dimensionarlo… “Pensando en el alma que piensa. Y por pensar no es alma, desarma… y sangra”.