Con la conmemoración del día del padre, cientos de juninenses se dirigieron al cementerio del Oeste a elevar oraciones y depositar una flor ante la tumba que guarda los restos de seres queridos. Pero como en cada ocasión, otra vez el estado de las instalaciones provocó quejas y malestar, dado que la necrópolis sigue en el mismo estado de abandono, deterioro y mugre de siempre.

El panorama sigue siendo el mismo, sin que a las autoridades municipales se les caiga otra idea que –cada tanto- hacer anuncios que nunca cumplen. Hay pastizales que cubren las sepulturas, montículos de tierra, escombros, baldes con agua y vereditas rotas por todo el predio. En el fondo, un desprecio total por los restos de esos seres que algún día ocuparon un lugar en el corazón de mucha gente.

El reclamo de los vecinos es constante y se renueva con mayor intensidad por estas fechas, como el día del padre. Por cada medio donde tienen la posibilidad de dejar su mensaje, recuerdan las canillas goteando y el aspecto desolador que por lo general ofrece esa necrópolis.

Los senderos, galerías y pasillos parecen una prueba infranqueable para personas con alguna discapacidad física, que se van sumando a escombros, yuyos y basura de todo tipo que circundan a las sepulturas abandonadas.

Muy lejos quedaron las promesas de colocar contenedores de arena y cestos de residuos, y ni soñar con carteles indicativos o una sala de inhumación para familias de bajos recursos.

El cementerio del Oeste, desde hace muchos años, es un lugar olvidado. Y el gobierno de Petrecca sigue sin escuchar los reclamos ni ponerse manos a la obra para revertir la situación.