jueves 18 de abril de 2024

LOCALES | 23 jul 2021

NOTA DE TAPA

Niñez fumigada

Un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría, al que accedió SEMANARIO, deja al descubierto el daño que causan a la población –tanto rural como urbana- las fumigaciones en zonas agrícolas como la de Junín. El trabajo, de 171 páginas, destaca que ciertos tipos de cáncer, trastornos de atención, asma y alergias, están íntimamente relacionados con una actividad productiva a cargo de grupos de poder económico que, atacando a los jóvenes, dejan sin futuro a las ciudades.


Por: Redacción Semanario

La Sociedad Argentina de Pediatría presentó en los últimos días un completo trabajo sobre el “Efecto de los Agrotóxicos sobre la Salud infantil”.

De hecho, los investigadores utilizan el término “agrotóxico” expresando que “el nombre asignado provocará distintas reacciones y estrategias de prevención en los potenciales usuarios”, pero que “la neutralidad pretendida con el nombre fitosanitario evita que el usuario tome una real dimensión del carácter tóxico del producto y de los problemas derivados de un uso inadecuado”.

El trabajo, enviado a SEMANARIO, consta de 171 páginas -12 capítulos y tres anexos- en el que participaron nueve especialistas en pediatría, y donde dejaron en claro su posición crítica frente a lo que acontece en zonas agropecuarias del país en las cuales se incluye Junín y en las que el uso desmedido de estos plaguicidas -que ya puso en jaque a la biodiversidad- la emprende contra los habitantes de todo el distrito sin que haya reacciones frente a semejante disparate.

Cabe entonces preguntarse cuál es la responsabilidad de las instituciones del Estado a la hora de proteger a la población, cuando vemos en medio de la pandemia repetidas declamaciones a favor de la salud, aunque pareciera que la niñez queda en el último lugar, dejando al futuro en la propia incertidumbre.

“Sabemos que los agrostóxicos pueden producir cáncer, y otras enfermedades en adultos. Actualmente disponemos de abundante y actualizada literatura científica sobre el efecto específico de los agrotóxicos sobre la salud de los niños. Por todo esto, los pediatras y sus pacientes se beneficiarán enormemente de contar con un documento que les resuma los conocimientos actualizados y científicamente documentados”, comienza la presentación de la SAP (el documento puede bajarse completo desde internet), indicando a sus colegas que “el presente documento también podría estimularlos a generar conocimientos científicos relacionados, a partir de sus experiencias cotidianas u observaciones clínicas hechas en sus propios territorios”.

Destaca que “la legislación argentina es muy laxa en este sentido, en relación a otros países, ya que por ejemplo, existen en la actualidad 107 agrotóxicos prohibidos en al menos un país, que se utilizan en Argentina”.

Por otro lado, si bien la Ley Nacional de Ambiente prevé la estipulación de presupuestos mínimos de protección a nivel nacional, no existe todavía ninguna Ley Nacional que regule el uso de estos productos en todo el territorio nacional.

La situación en Junín también da desprotección a los habitantes. Una ordenanza votada en el año 2013, permite fumigar con productos reconocidamente dañinos, delante de las narices de los vecinos aledaños a los cultivos. Situación que tanto para el Ejecutivo, como para todos los concejales –algunos de ellos cercanos al agronegocio- e incluso para el Poder Judicial, está invisibilizada por un desinterés manifiesto hacia la comunidad, en contraposición con un interés favorable hacia determinados sectores de poderío económico local.

Tal como indica el informe de pediatría “salvo las localidades donde se han dado intensas luchas por parte de los vecinos afectados y se han logrado algunas ordenanzas municipales restrictivas, casi no existen restricciones al uso de estos productos”.

Esta comunidad médica considera a los agrotóxicos como biocidas: herbicidas (matan plantas), insecticidas (matan insectos), fungicidas (matan hongos), nematicidas (matan nematodes).

El dato es aterrador: “Los niños presentan una vulnerabilidad particular a las exposiciones ambientales a plaguicida, en relación a su mayor superficie corporal, mayor exposición y tasa de absorción por todas las vías, la presencia de succión no nutritiva y por vía de lactancia materna. Lo cual, sumado a lo restringido de su dieta, hace que en los primeros cinco años, acumulará el 50% de la exposición a plaguicidas, que recibirá en toda su vida”.

En Argentina, en tres décadas los agroquímicos han expandido su mercado fuertemente, con un aumento del consumo de 300 mil toneladas en la década del ‘90 a 4,3 millones de toneladas para el año 2018.

SALUD INFANTIL

Los efectos de los agroquímicos sobre la salud infantil pueden describirse en términos de consecuencias de exposiciones agudas y crónicas. Estas exposiciones pueden a su vez ocurrir en distintas épocas de la vida: antes del nacimiento, durante la lactancia materna, en el período pre-escolar, durante el cual es frecuente la ingesta de sustancias por pica o por contacto cutáneo, con lo cual el niño puede ingerir los residuos de plaguicidas presentes, en alimentos y agua de bebida.

Otro ámbito en el que ocurren exposiciones agudas, es en la exposición ocupacional o para - ocupacional, que sufren los niños, a consecuencia en ocasión de trabajo o acompañando a sus padres en las tareas de almacenamiento, transporte, formulación y/o aplicación de los productos, así como la reutilización de los envases vacíos de plaguicidas, situación que en algunos casos puede entrañar serio riesgo de toxicidad, “siendo los Herbicidas (Glifosato, 2-4 D, Atrazina, etc.) los Insecticidas (cipermetrina, clorpirifos y Endosulfan, entre otro), y ciertos fungicidas, los agentes causales principalmente involucrados”, puntualiza el informe.

Justamente por estos días la municipalidad de Junín determinó, sin ningún informe de impacto ambiental, ubicar en el basurero local un centro para la recepción de envases de agrotóxicos, sin considerar a los recicladores que allí cumplen tareas y a los propios trabajadores municipales. Algo que fue criticado, además, por la Asociación de Ingenieros Agrónomos.

DAÑOS CONSIDERABLES

Y mientras se tratan de implementar “burbujas” anticovid y que no falte el barbijo y el alcohol en gel en las escuelas, literalmente “llueven” agrotóxicos sobre nuestras cabezas debido a la presencia en el aire y su arrastre durante las precipitaciones.

Y por más que sigan existiendo legos de la medicina, con discursos anticiencia, desde la pediatría alertan con diferentes estudios en la niñez, que “han demostrado que la exposición prenatal a pesticidas a bajas dosis, ha sido asociada con efectos sobre el neurodesarrollo”.

Los neonatólogos de zonas agrícolas y los de las UCIN que reciben derivaciones de esas zonas observan un aumento de la frecuencia de niños que nacen con malformaciones congénitas.

Trastornos como déficits de atención, hiperactividad, trastornos de aprendizaje, autismo y trastornos de conducta, han sido asociados a exposición a plaguicidas. Estas consecuencias inciden directamente en la calidad de vida de los pacientes, así como en los costos de salud.

“Por otra parte, existe evidencia, proveniente de estudios epidemiológicos, que sugiere que la exposición a plaguicidas está relacionada con la presencia de enfermedades neurodegenerativas tales como la Enfermedad de Alzheimer y la Enfermedad de Parkinson”.

Además, se halló evidencia disponible de diferentes estudios, encontrando asociación entre exposición a pesticidas y tumores sólidos de la infancia y una elevada tasa de cáncer renal fue asociada con exposición paterna a pesticidas en la actividad agrícola.

Otra revisión relevó asociación con cánceres hematológicos, tal como Linfoma, Hodgkin’s y Leucemia. Incluso, desde el punto de vista neurológico y el impacto de los agrotóxicos sobre el neurodesarrollo hay numerosa bibliografía.

El Estudio Internacional sobre Asma y Enfermedades Alérgicas en Niños (ISAAC) demostró que el asma es un problema de salud global y que los factores ambientales son claves.

¿CÓMO ENTENDER TANTA APATÍA?

Se trata de una situación para la cual no hay “vacunación”, sino que se trata de poner límite al descontrol generalizado de otro avance de la economía salvaje frente a la salud de todos.

Entonces, como ante la pandemia, aparecen infinidad de detractores que sólo intentan defender el negocio, aunque se deteriore el bienestar. Y se juegan pulseadas de desinformación, iguales a las que promovieron los “antitodo” en este último año y medio.

Pero desandar un poco la historia implica observar que en la década del ’30 aparece el D.D.T, el primer insecticida sintético de la historia. “Fueron tan grandes, y promocionados, sus logros respecto al control de insectos que a su descubridor el suizo Paul Müller, le fue otorgado el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 1948. Se lo presentó como un producto capaz de combinar un rápido volteo con una larga persistencia sobre el cultivo, evitando aplicaciones continuas”. 

Pocos años después de su distribución masiva aparecerían los efectos no deseados: disturbios corporales agudos y crónicos tanto en trabajadores como en consumidores de productos agropecuarios, contaminación de cursos de aguas, aparición de resistencias en insectos perjudiciales y muerte de insectos benéficos.

El mismo discurso a favor de lo que luego resultó un fracaso, es el que se escucha hoy en boca de los que ganan con el abuso de agrotóxicos en la producción granaria local.

EN JUNIN, NADIE SE SALVA

Según el informe, “la expansión de la frontera agrícola, la difuminación de los límites entre las áreas rurales y las urbanas, la expansión de las pulverizaciones áreas y las terrestres realizadas con maquinaria autopropulsada (mosquitos), junto a una mayor visibilizarían de los efectos de los plaguicidas en la salud, llevó a un mayor nivel de conflictividad entre habitantes de municipios con actividades agrícolas. En este caso desde los concejos deliberantes e intendentes se trató de neutralizar los conflictos a través de la sanción de ordenanzas que restringen la aplicación de plaguicidas, creando zonas de amortiguamiento o Buffer alrededor de escuelas y centros urbanos”.

Sin embargo, tal como ha ocurrido en nuestro distrito “estas ordenanzas, de dudoso control y cumplimiento, solo disminuyen parcialmente la exposición de los miembros de la comunidad dado que los plaguicidas pueden trasladarse por el agua y el aire”.

No hay espíritu de cambio ni de preocupación por parte del Estado y tampoco por instituciones intermedias.

Junín no ha generado una sola acción a favor de otras alternativas de producción sustentable y esta gestión municipal ha librado al medio ambiente meras intervenciones de marketing.

Como indica la SAP, “en este periodo la inexistencia de ordenanzas que fomenten producciones agroecológicas, así como la baja internalización de esta propuesta entre los productores agrarios impidió un cambio real en los modos de producción, aunque es digno destacar la labor realizada ya por organizaciones de la sociedad Civil, por algunas universidades como por parte de los servicios de investigación y extensión del Instituto Nacional de Tecnología agropecuaria”.

Es imprescindible no abandonar a la niñez, con el objetivo de poder construir un futuro donde prime la salud y no la enfermedad causada por este tipo de acciones, que luego de ser condenadas efectivamente no hacen más que retirarse de la escena dejando el daño ambiental sin hacerse cargo del mismo. Un daño que no sólo afectará a cada hectárea de biodiversidad, sino en ello al futuro de quienes vienen detrás de una comunidad de adultos mayormente irresponsables.

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