viernes 26 de abril de 2024

LOCALES | 24 dic 2021

MIRADA EXTREMA

Menos clase media

Escribe Andrés ‘Tato’ Rissolo.


El 65% de los chicos son pobres en la Argentina. En el mismo país, 43,8% de sus habitantes se encuentra bajo la línea de la pobreza. El 8,8% son indigentes. Así surge del relevamiento presentado por el Observatorio de la Deuda Social de la universidad Católica Argentina.

Los niveles de indigencia se encuentran en valores relativamente similares a los de la prepandemia: la pobreza por ingresos es aún superior a la que se registraba en 2019, cuando llegaba al 39,8%. Sin los planes, la pobreza subiría del 43,8% a 48,9%, de acuerdo con el estudio y la indigencia subiría del 8,8% al 18%.

Los expertos de la UCA alertaron que la franja etaria de los más jóvenes es la única en la que la pobreza volvió a subir, al presentar los nuevos datos del barómetro de la deuda social. Así, la medición tiene registros mejores a los de 2020, aunque advierten que persiste el deterioro socioeconómico, en buena medida por la inflación.

La inflación. Esa arma mortal, precisa, probada y certificada durante años por decenas de despreciables la ostentaron el pode desde el ministerio de economía, la presidencia del banco central, y distintos otros puestos que sólo han otorgado bienestar a sus familiares y decadencia a la ciudadanía toda.  Aquellos que se hacen llamar funcionarios.

A comienzo del siglo XXI, la prensa mundial que pretende distribuir mensajes de esperanzas al mundo, predicaba las futuras intenciones de potenciar a la clase media, por ser esta un motor que generaría el desarrollo mundial.  Concentrados en el resplandor chino, se llenaron miles de globos con el bluf del futuro bienestar, porque si esta clase socio-económica crece es una señal de progreso y si se achica es una señal de subdesarrollo.

Concretamente en Argentina hay un 25% de clase media alta. Dentro de este porcentaje un 5% que es alta: son empresarios, accionistas, familias adineradas que a pesar de las crisis económicas no ven afectado su capital, y están en cierta fase de salida porque mandan a sus hijos al exterior.

Se completa con un 20% que se empobrece y ya no puede mantener la medicina prepaga, deben cambiar a sus hijos a la escuela pública, suspender su inversión, para sobrevivir. El otro 20% ya no tiene capacidad de ahorro. Son los taxistas, monotributistas, técnicos, empleados, pequeños comerciantes. Subsisten ante las crisis económicas del país, pero caen a la porción pobre de la población.

Luego aparecen los marginados. Este segmento corresponde a quienes cayeron en la pobreza tras los tremendos ajustes, devaluaciones y aumentos de precios de las consecutivas crisis vividas en los últimos 30 años. Treinta años de pérdida de trabajo, ingresos, de salarios que no alcanzan.

“Es un proceso de deterioro. En 1970, la pobreza era del 10% y teníamos una clase media del 80%, 90% aproximadamente. Sin embargo, se estropeó en las últimas décadas”, detalló el sociólogo Salvia. Todo comenzó con el “Operativo Traviata” y cuando el general Perón echó a los imberbes montoneros de la histórica Plaza de Mayo.

Desde aquellas horas hasta estos tiempos, solo algunos minutos de bienestar surgieron durante todos estos años aciagos. Y con los resultados de las últimas elecciones vistas, sobre que rol juega la clase media y quién la representa, un poderoso signo de dentera se antepone a la respuesta.

Después de la era feudal, la clase media fue siempre la más castigada por los estratos del poder, ya que es inadmisible que los “nuevos ricos” piensen siquiera en integrar las clases altas. Más “apreciados” son los pobres que, aumentándoles el suministro de sobras y algunos peculios, se mantienen tranquilos y contentos en sus roperías.

Al igual que ayer, el sector de la sociedad más golpeado y que menos recurrió a las urnas fue la clase media. El sociólogo y director del Observatorio de la UCA, Agustín Salvia, explicó que desde el punto de vista político la clase media es muy volátil en su elección, ya que castiga y premia. “Son quienes apoyaron a Cristina Kirchner con el 44% en 2011, le retiran su apoyo y se lo dan a Mauricio Macri en 2015, y luego, se lo quitan a Macri y se lo vuelven a dar al peronismo en 2019”, manifestó.

“Hay un 15% o 20% que es la clase media baja que no encuentra un horizonte de salida. No tienen una representación ideológica, sino preferencias, evaluaciones o juicios ajustados a conveniencia o interés. Los votos de esta población terminan definiendo”, agregó. No hay ideología, hay necesidades algunas primarias insatisfechas

El vértice del ausentismo electoral y de la derrota fue la clase media y media baja que están por fuera de las ayudas sociales habituales como la tarjeta alimentar, el IFE; pero también están muy lejos de los salarios de 170 mil pesos que se ven beneficiados con la suba en la deducción al Impuesto a las Ganancias.

“Son salarios que van de los 45 mil a los 55 mil pesos y están todos por debajo de la línea de pobreza, cuentapropistas, autónomos, formales privados que llegan a los $33.000”, expresó en dialogo con PERFIL el director de la consultora Equis, Artemio López.

Por su parte, el analista Carlos Campolongo señaló que el sector que Cristina Kirchner pone como prioridad son los de la tercera sección electoral de la Provincia de Buenos Aires y no a la clase media. “Para conceptualizarlo, si la cuestión es seguir destruyendo a la clase media, me da la impresión que esto no tiene que ver con la concepción de una sociedad integrada. Entonces, eso va a favorecer más el clientelismo político y me parece que eso deteriora más al oficialismo”, explicó.

“De todas maneras estimo que, por lo visto hasta ahora, no les interesa ocuparse de la clase media. A su vez, esto tiene la contrapartida de que contribuye a la polarización que tiene que ver con estados de ánimo, con comportamientos electorales. No hay nada más que ver el mapa y ver los comportamientos de los sectores urbanos donde generalmente se emplaza la clase media y media baja”, concluyó.

Hasta el año 2000 la Argentina fue el último país de toda Hispanoamérica que mantuvo la clase media.  Mucho tiempo antes la habían perdido Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, que desde la década del 70 se preocuparon quitar el medio y separar la sociedad. Muy alto, para la clase alta y demasiado profundo para la baja.

Junín es una ciudad de clase media y media baja, donde los gobernantes locales se ofuscan cuando los distraen con temas que no tienen que ver con sus ascensos a las riquezas y a las clases altas, con poquedades como trabajo, salarios dignos y necesidades primarias insatisfechas.

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