

El comandante de las tropas de zona norte y general de las legiones de las cotorras del parque, leal servidor del reino de Alexia, levantó su espada y masculló: ‘Este año haremos realidad todo lo que tenemos pendiente’.
‘En nuestro reino no faltará el sendero a la laguna real, ni tampoco la terminal de caballos y mucho menos el paso del norte al sur. Haremos de este lugar un sitio donde volverán los sueños y las ganas de sentirnos orgullosos del sitio que tenemos’.
Como muñequito en campaña, el sialexista mayor se mandó con una catarata de ilusiones y de obras que esperan su final desde hace añares en el reino que vive la peor ola del virus de la corona que se tenga memoria. No obstante, haciendo mutis por el foro y casi como si fuera el partido de sus vidas, Alexia y compañía miraron para otro lado, como siempre, y arrancaron con el verso de dejar atrás un mundo de desatinos, quietud, parsimonia y apatía, que fue el común denominador de su gestión.
Bueno, aún en medio del desbole, que digan que van a hacer algo ya es una novedad en el reino, que se bancó un año, -o mejor dicho dos-, todas las pestes habidas y por haber: el virus de la corona y a estos quías, que fueron peor que el virus y el dolor. Porque la peste algún día será historia y un recuerdo lejano, pero la vida y obra de este rey caló tan hondo en los cimientos del reino, que dejó todo resquebrajado y será difícil de olvidar.
El problema no son solo las obras que no están, sino su falta de acción, de empatía, de solidaridad, de construcción colectiva, de armar un reino para todos, donde los que andan a la deriva encuentren una tabla no solo para flotar, sino para llegar a alguna orilla. Alexia nunca fue de esa clase de reyes y así obró en consecuencia. Su gestión siempre fue para el séquito amarillo, una casta de privilegiados, algunos de los cuales se sirvieron del poder para construir fortunas personales, y carreras meteóricas, tanto que algunos emigraron como empresarios poderosos a tierras lejanas.
Posadas cerradas, calles polvorientas, obras ausentes, sueños escondidos sin vergüenza en un cajón y miles de pesares. El año que arranca renovó la esperanza en los sialexistas, pero no en los de las afueras, que lo miran de reojo y con razón.
Es que son tantos años de mentiras y promesas, que por más que hagan los mejores esfuerzos, “quien se quema con leche, ve una vaca y llora”.
Alexia ya demostró que juega a la mancha con las liebres y engatusó a todo un reino de lo lindo, tanto que llegó en un biciclo y con cara de bueno, para atornillarse a un sillón que le entregó otra vida bien distinta a las dos ruedas de su arranque. Pensar que prometió buena vida a sus súbditos, a quienes olvidó.
Bah, no es que se olvidó. Nunca los tuvo en cuenta, y ahora eso quedó en evidencia.
PetrEgo
PetrEgo se puso en modo vacaciones. Arrancó el verano en Ciudad Fría y para festejarlo decidió tirar la casa por la ventana. Organizó una festichola multitudinaria en medio de la peste desatada, y logró multiplicarla en miles más. Tanto que los casos de Covid no paran de subir. Como para demostrar que le importa todo nada, sigue con los CAPS cerrados a la atención de la gente. Así es y ese es su verdadero distanciamiento social. Alejarse de los problemas sociales de la gente y mostrarse feliz en una foto. Y que explote todo. No hace falta contar que está lejos de hacerse malasangre o encarar cuestiones como obras y esas cosas, que le exijan demasiado. El verano para él, es para poner las patitas en la laguna del reino, para descansar del stress del año, para pensar en lo que viene, para diseñar su futuro, aquello que le falta y cosas por el estilo.
Con tanto para hacer, PetrEgo no se aparta del libreto. Por las dudas, ya dijo que hará algunas cuadras de cordón cuneta, cambiará algunas lamparitas, regará las calles (bueno, unas pocas) y cosas por el estilo. Lo de siempre, bah.
Eso sí, el fulano celebró a lo grande en el cumple de Ciudad Fría, donde parece todo el mundo fue feliz. Organizó el festejo como si fuera carnaval. PetrEgo incentivó a que todos se amontonen en las calles, porque para él, acá no pasa nada.
PetrEgo tiene por delante un problema de difícil solución: deberá ponerse a trabajar, a usar su imaginación y gestionar una ciudad que hace añares anda a los tumbos, somnolienta, al ritmo cansino que le dio. Claro, ahora precisa ponerla de pie y por más pito y matraca que le meta, está en un problemón. Bueno, él no. Nosotros, los perdedores de siempre.
Te contamos todo lo que NO HICIMOS esta semana
*) Controlar el pase sanitario para ingresar a los boliches. Pa qué.
*) Poner cartelitos señaladores en el centro. Otros, otra vez.
*) Regar aunque sea de vez en cuando los barrios. Aunque sea de vez en cuando
*) Dejar de macanear con las obras prometidas y hacer algunas. Aunque sea otras, algo, de una vez.
*) Sentir vergüenza.