sábado 27 de abril de 2024

OPINIÓN | 22 ene 2022

MIRADA EXTREMA

Ahora en los medios

Escribe Andrés ‘Tato’ Rissolo.


Desde hace algún tiempo los políticos vernáculos exhiben sus grotescas actuaciones en programas  de radio y televisión. Como en política, pretenden mostrar una supina erudición cuando exactamente, evidencian todo lo contrario. Es bochornoso verlos fanfarronear por ver quien comete más dilates y atropellos a la razón y la cultura. En un vano intento por lograr un comunicativo encuentro,  componen el espeluznante burlesco con desmedidos ademanes, los que  galantean con desaprensivos comentarios como: “vivís en un museo” o cuando recuerdan al “italianísimo Nino Bravo”.

En esa inmensa ignorancia, la Ley 12.908 del Estatuto del Periodista Profesional, dictada en 1943 por el entonces coronel Juan Domingo Perón durante el gobierno del general Edelmiro J. Farrell, por aquel momento trataban de “contrarrestar el avance y las pretensiones de los empresarios de las empresas editoras”[BH1] , y excluía la participación de operadores políticos y funcionarios públicos de los medios de comunicación.

Sin embargo, hoy, ese mismo accionar con que actúan los políticos, afirmando algo en un momento para negarlo inmediatamente en el segundo posterior, también hablan del avance vertiginoso de la variante Omicron del Covid 19, de la posibles implicaciones sanitarias, en tanto que, por otro lado, fomentan los actos masivos al aire libre sin el uso de los barbijos. Entonces, concretamente, cuál es el mensaje político: ¿hay que prevenir, curar, o dejar que se muera la población?

El 27 de diciembre se celebró un nuevo aniversario de la fundación de la ciudad, con una serie de actos que reunieron a una multitud de personas, que se agolparon frente a un escenario sin protección alguna. Juntas durante mucho más de 20 minutos, sin protección, en momentos donde según las versiones vertidas por los propios funcionarios los contagios van en aumento.

El hecho promueve a una divagación entre lo que se dice y lo que se hace. Cuando creen que están haciendo bien y en definitiva, el mal avanza a pasos agigantados. Para muestra solo basta ver la situación actual de país.

El Covid y sus variantes le han permitido a la industria farmacopea internacional tener hasta ahora una ganancia de 67 mil millones de dólares. Es otro gran negociado con una serie de vacunas de escasa defensa y un sin número de aplicaciones. Otro gran embudo sin salida al que han llevado a las naciones para que paguen el impuesto a la vida.

En el día de los Santísimos Inocentes se conoció la versión inglesa sobre lo recientemente acontecido por la presión de la pandemia y el miedo a hospitales desbordados, se llegan a dar casos de lesa humanidad donde los funcionarios hacen la gran “Poncio Pilato”.

Los médicos generalistas británicos están ofreciendo a sus pacientes ancianos o discapacitados órdenes de “no resucitar” si están enfermos, internados y frente a un tratamiento hospitalario para salvarle o no la vida, a través de un formulario digital que tienen en sus consultorios los profesionales.

La atrocidad comenzó cuando los médicos le ofrecieron a un chico de 15 años, con síndrome de Down, una orden de "no resucitar" durante la pandemia de Covid. La denuncia fue al diario The Times de Londres por Karen Woollard, madre de uno de los chicos, que dijo al diario: “¡Fue tan perturbador! Algunas personas necesitan un poco de ayuda para guiarlas a lo largo de la vida: no significa que deba imponerles una sentencia de muerte o que no sean dignas de vivir".

Las órdenes, conocidas como DNACPR (no intentar reanimación cardiopulmonar), conmovió a el Comité Conjunto de Derechos Humanos, que también encontró "pruebas preocupantes" de que las órdenes se estaban escribiendo ilegalmente en los registros de pacientes de grupos vulnerables particulares, como los ancianos y las personas con autismo y problemas de aprendizaje.

Esto sucede en un país “supuestamente” ordenado y serio podría ser la punta del iceberg en estas latitudes donde los políticos de diferentes estratos cambian de partido, se van a Miami o faltan a una votación clave, sin la menor pesadumbre.

Como reporta la periodista Fesquet “Nada es gratuito. Están las consecuencias de lo que las conductas generan, están también las otras consecuencias, menos tangibles pero no por eso menos peligrosas. En la última medición de Latinobarómetro, conocida este año, apenas el 18% de los argentinos dice confiar en el Congreso, y sólo un 11% en los partidos políticos.

Mientras, una de las principales discusiones de la política gira en torno a la modificación de la ley que inhabilita la reelección indefinida de los intendentes del Conurbano, uniendo en un interés común a quienes suelen estar de un lado y otro de la grieta. En una y otra vereda se dirimen también internas feroces, hasta por centímetros cuadrados de poder, de espaldas a una realidad que golpea con ferocidad inusitada a los ciudadanos-votantes, sin ninguna clase de distinción partidaria.

El conmovedor discurso con que Esteban Bullrich renunció a su banca en el Senado, empujado por la enfermedad, dejó varias ideas dignas de revisitar. “Vivimos en un país en el que la gente de bien escapa de la política, la desprecia y la condena”, dijo y exhortó a sus pares: “Hagan carne el mandato de la gente (...) y tengan el coraje de hacer solamente lo que saben correcto”, para agregar: “Todos hemos sido culpables de gobernar con tapones en los oídos”.

En aquel diciembre aciago de hace 20 años, una de las consignas clamaba “Que se vayan todos”. Como en toda generalización, los justos pagan por los pecadores. Pero no se fue nadie, y algunos repiten hoy las mañas de entonces.

La prensa es el primer anotador de la historia. La prensa debe ser de los gobernados y no de los gobernantes. Hoy los políticos acometen con ser comunicadores y juegan su nuevo rol play ya no en las redes sociales, ocupando los medios de comunicación.

Y precisamente en sus malas artes sus objetivos están bien exhibidos y sus horizontes definidos perfectamente. Más allá del micrófono o de la pantalla, no es el bienestar social el que les interese, son sus infinitas ansias de poder.

 

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