viernes 19 de abril de 2024

LOCALES | 30 mar 2022

TRÁNSITO Y NEGOCIOS

¿La bolsa o la vida?

Mientras sigue cajoneado el proyecto de Alcohol Cero, los controles policiales apuntan al “papeleo” y la VTV se transformó en un impuesto sin demasiado sustento. Mueren cuatro personas por día en las rutas bonaerenses en accidentes que son producto de fallas humanas, en el 90% de los casos.


TAGS: NOTADETAPA

El primer Congreso Provincial de Educación y Seguridad Vial llevado a cabo en La Plata la semana pasada sirvió para desnudar una cifra escalofriante brindada por el propio ministro del área Jorge D’Onofrio: “Hay cuatro muertos por día en siniestros viales en la provincia”.

No hace falta mucho cálculo para determinar que casi 1500 personas mueren al año debido a una serie de falencias que se arrastran desde hace décadas y que ninguno de los funcionarios de turno se animó a ponerles coto.

Dos planteos redundantes hizo D’Onofrio durante el cónclave provincial, que han sido objeto del deseo por parte de tantos dirigentes, aunque sin el consabido cumplimiento. Por un lado, el de promover la seguridad vial desde las escuelas y por el otro que “este Gobierno, no pretende recaudar multas sino generar cambios de conducta y paradigmas viales en la provincia de Buenos Aires y en la República Argentina”, lo cual se escuchó de su propia boca.

Lejos de apuntar a la concientización, promovida desde la niñez, desde siempre la inconducta vial ha sido correspondida con el castigo pecuniario, lo cual llevó a que terminara en negociados, convirtiéndose la recaudación en un “caja chica” de algunos municipios con radares incluidos o en un botín oneroso de parte de la corruptela policial de la provincia.

Todos, en mayor o menor medida, amparados en la “educación vial” han terminado prestando atención al bolsillo de los automovilistas, más que a su imprevisión y no se han buscado mecanismos que permitan –de modo efectivo- achicar las cifras vergonzosas de la accidentología provincial.

Hoy, los municipios se pelean por tener en su distrito algún radar “cazabobos” como una forma de “cobrar peaje”, pero no de salvaguardar accidentes en el acceso a las ciudades. Desde la comodidad de una foto saben que podrán juntar algunos pesos sin mayores preocupaciones en lugar de disponer personal en el lugar que advierta sobre los peligros reales que existen para los conductores. Motivo por el cual la aseveración del ministro respecto a no “recaudar multas” en la práctica queda desvirtuada por motivos que cualquier automovilista conoce y padece.

Lo mismo ocurre con la Verificación Técnica Vehicular (VTV), ley nacional de raigambre porteña implementada por Buenos Aires hace unos años y que terminó transformándose en una nueva imposición a favor del erario provincial, ya que según estadísticas las fallas mecánicas en los accidentes viales graves están ubicadas en un rango del 2%, mientras las fallas humanas llegan al 90%, tal como lo ampliaremos en detalle más adelante.

Fue en enero pasado que el legislador José Luis Espert, apuntó contra la nueva reglamentación de la Verificación Técnica Vehicular (VTV), que ahora impone nuevos plazos y obliga a los conductores a adecuarse a fechas de verificación de acuerdo al número de patentes y en sus cuentas de redes sociales retuiteó la noticia sobre el tema y apuntó "búsquense un laburo digno para ganarse el pan en vez de chorearle de manera tan berreta la guita a la gente de laburo".

Poner el foco en el vehículo, cuando la responsabilidad de los accidentes es mayormente del conductor, da muestras de que el fin que se persigue para solucionar el caos del tránsito no sea otro que el recaudatorio.

Establecer rigurosidad al otorgar los permisos de conducir también podría ser una herramienta necesaria para no seguir sumando víctimas fatales en las rutas bonaerenses y del mismo modo que la exigencia, más que en el vehículo, apunte a quien lo conduce y que éste lo haga en buen estado, esto es libre de alcohol, psicofármacos o estupefacientes.

No se trata de un reclamo antojadizo cuando justamente esta semana, un hombre oriundo de la localidad bonaerense de Pilar rompió el “récord mundial de alcoholemia” cuando los inspectores detectaron que conducía con 5,50 gramos de alcohol por litro de sangre en la ciudad de Necochea, de lo cual se enteraron porque chocó contra una columna, cuando podía haberlo hecho contra un grupo de personas generando otra tragedia. En el mismo sentido hace muy poco un conductor alcoholizado mató a dos ciclistas en Junín cuando transitaban por la ruta 65. Por lo que ejemplos afuera y adentro, sobran.

Entonces, si los accidentes viales graves ocurren en su gran mayoría por fallas humanas, difícilmente se detecten esas fallas cuando los controles se enfocan puntualmente en el “papeleo” del vehículo y no se monitorea el comportamiento de los conductores en las rutas, salvo por robots que lo único que hacen es extender una “factura a pagar” por el infractor y no detenerlo y advertirlo de su peligroso accionar.

Los alcoholímetros se usan en sitios puntuales y por lo general de noche, pero no en los controles cotidianos de la policía o la agencia de seguridad vial, como si el alcoholismo o las adicciones se registraran solamente en una franja etaria y determinados días, sin entender por parte de las autoridades que se trata de un flagelo que va más allá del proyecto de Alcohol Cero y que para que éste funcione habrá que poner más énfasis en su cumplimiento, que en la promulgación de la ley.

DATOS CLAROS, MEDIDAS IMPRECISAS

Durante la reconstrucción de accidentes de tránsito realizada por CESVI Argentina entre el período de 2004 – 2016, se logró establecer una importante serie de datos que dan un claro marco respecto hacia dónde se debe apuntar con una verdadera prevención.

El informe, al que accedió SEMANARIO, indica que los automóviles fueron los protagonistas en el 42% de los casos y los camiones en un 30%, las pick up en un 11% y las motos casi 6%.

La causa de esos accidentes, si bien intervienen diversos factores, fue en el 89,5% de los casos una falla humana y del 1,6% falla del vehículo, mientras que por las condiciones del medio la estadística demostró una incidencia del 8,8%.

Entre las fallas humanas, el 44% correspondió a la invasión de carril y un 14% a distracción y casi un 11% por maniobras abruptas. En otro orden figuraron: velocidad inadecuada en un 9% y en el resto el irrespeto por señales de tránsito y de prioridad de paso. También la distancia inadecuada entre vehículos y el cansancio del conductor.

En las rutas nacionales ocurrió el 51% de los accidentes relevados y el 26% en carreteras provinciales. En autopistas la ocurrencia de accidentes fue de un 8,2%.

El impacto de los choques fueron frontales en el 32% de los casos y frontolaterales en el 21%, mientras que el choque lateral se registró en un 15% de los casos analizados.

Siguiendo con la estadística de CESVI Argentina que se ocupa de 12 años de relevamientos y a pesar de lo que puede suponerse el 88,4% de los accidentes ocurrieron en pavimento seco y un 6% en mojado, con un 3% en húmedo.

El 63% de los siniestros aconteció en una recta, mientras que el 21% fue en curvas y el 14% en intersecciones.

Entre las fallas de la calzada y acá cuenta también el mantenimiento de carreteras, avenidas y calles, un 25% de los accidentes se generaron por falta de señalización vertical y un 19% por falta de iluminación artificial.

Del total de los siniestros, el 41% ocurrió precisamente en la provincia de Buenos Aires y el 69% dentro de la región pampeana, lo cual indica la necesidad de buscar soluciones urgentes y sustentables a esta preocupante situación que afecta a nuestra zona y que sin dudas no alcanzará solamente con leyes o congresos sino con un efectivo compromiso de los funcionarios relacionados con el tema.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias