Un trozo menor de yeso se desprendió ayer por la mañana del techo de la Escuela Secundaria Nº 18, que comparte instalaciones con la Primaria 12, en calles Pellegrini y Pringles.

No es la primera vez que sucede algo así en nuestra ciudad: hace menos de un año, el desprendimiento de mampostería en la Escuela 1 causó una fuerte repercusión porque podría haber originado una tragedia, de no haber sucedido un día sábado.

En este último hecho ocurrido ayer, una alumna del establecimiento debió ser asistida por personal médico porque sufrió algún golpe y una lesión menor por este hecho, que fue minimizado por fuentes del Consejo Escolar que indicaron que “el incidente no pasó a mayores”.

En lo que hace al área afectada del establecimiento educativo, “fue aislada, no está operativa y se iniciará en el corto plazo la correspondiente reparación”, se informó oficialmente.

SIN INVERSIÓN

Este nuevo suceso en las escuelas juninenses, pese a que el gobierno provincial hace entrega del dinero del Fondo de Infraestructura Escolar, pone en el ojo de la tormenta una vez más al intendente Pablo Petrecca, único responsable de la administración de esos recursos y su vuelco a los establecimientos educativos.

Como suele ser práctica habitual del gobierno municipal, la costumbre es “acumular” en cuentas bancarias estos depósitos que realizan las administraciones provincial y nacional: el año pasado -cuando ocurrió el hecho de la Escuela 1- tenía 120 millones de pesos en las arcas sin destinar en el marco del Fondo de Infraestructura Escolar. Además, en los gastos generales del municipio, los concejales del Frente de Todos denunciaron que –en la rendición de cuentas del año anterior- Petrecca se había “guardado” 500 millones de pesos, que prefirió hacer crecer en plazo fijo y no volcar a las múltiples necesidades que atraviesa la ciudad.