

Por: Redacción
El sociólogo Pierre Bourdieu, publicó hace exactamente 40 años su libro: ¿Qué significa hablar? refiriéndose a la sumisión del lenguaje por parte de los sectores más poderosos.
A poco de dar a conocer su obra, Bourdieu en una entrevista con el diario francés ‘Liberatión’, decía que “La sumisión política se inscribe en las posturas, en los pliegues del cuerpo y los automatismos del cerebro. El vocabulario de la dominación abunda en metáforas corporales: hacer reverencias, bajarse los pantalones, mostrarse flexible, encorvarse; y sexuales por supuesto. Las palabras expresan perfectamente la gimnasia política de la dominación o de la sumisión porque son, con el cuerpo, el soporte de montajes profundamente ocultos en los cuales un orden social se inscribe durablemente”.
Y por ende, el sociólogo francés, fallecido en 2002, hacía hincapié en que: “en política nada es más realista que las disputas de palabras. Colocar una palabra por otra es cambiar la visión del mundo social, y por lo tanto, contribuir a transformarlo. Hablar de la clase obrera, hacer hablar a la clase obrera (hablando por ella), representarla, es hacer existir de otro modo, por él mismo y por los otros, el grupo que los eufemismos del inconsciente ordinario anulan simbólicamente, (los “ humildes”, “la gente sencilla”, “el hombre de la calle”, “el francés medio” o en la obra de algunos sociólogos “las categorías modestas”).
Hace unos días el profesor y licenciado en Comunicación Patricio Díaz, hablaba de las “instituciones” en la Escuela de Dirigentes de Comercio e Industria local y al referirse a cómo han quedado en el pasado buena parte de ellas, tales como la sexualidad o la vejez, emergen otras como el “género”.
Precisamente esta nueva institución, es la que ahora se ve atacada a partir de su concepción lingüística por parte de los grupos dominantes que pretenden acallarla.
No es azarosa la “prohibición” de la derecha porteña, sino que forma parte de una acción pensada para acallar los reclamos de género que vienen imponiéndose sin pausa con el objetivo de construir un mundo más justo y equitativo.
Borrar la palabra equivale a hacerla desaparecer de “cuerpo y alma”.
Al decir de Bourdieu: “A final de cuentas qué es un papa, un presidente o un secretario general, sino alguien que se considera como un papa o secretario general, o más precisamente por una Iglesia, el Estado, el Partido, o la nación.”
Una sola cosa: lo que separa al personaje de comedia del megalómano, es que se le considera generalmente con seriedad y se le reconoce así el derecho a esa especie de “imposición legítima”.