Por: Redacción Semanario de Junín

NOTA DE TAPA EDICION IMPRESA Nº 320, del sábado 27 de Agosto de 2022

El intendente Pablo Petrecca dejó la gestión en piloto automático y está enfocado en obtener un cargo lejos de Junín en 2023, habida cuenta de que no pudo poner en valor ni a su hermano Walter, ni a su cuñado Juan Fiorini. Respecto al primero, en el municipio ya se lo conoce por su negativa eficiencia y dicen que “le llevás un problema y te carga con otros cuatro”. Mientras que al exsenador, hermano de la esposa del alcalde, sigue sin gustarle la política y menos aún el trabajo, más allá de la falta de talento y capacitación.

En Centroamérica suelen recurrir a la frase“al que no cuida su bombón, se le terminan subiendo las hormigas” y algo de eso sufre Petrecca, que se ve acosado hacia 2023 no por la oposición como cuando disputaba poder con Mario Meoni, sino por el mismo radicalismo que dejó de lado la tibieza acomodaticia de Carlos Mansur y ahora aprovecha el desgaste que generan las internas PRO en nación y provincia, más las andanzas de la líder de la Coalición Cívica, Lilita Carrió, para fortalecer su espacio también a nivel local con una pata tácita en la UNNOBA, adonde parecen abroquelarse los futuros candidatos.

De esta manera, Petrecca muestra el desgaste del relato fantasioso de estos seis años de gestióny no logra anclar obras de peso, todas ellas llegadas de Nación y provincia, tratando de generar algunos golpes de efecto acusando a la oposición de corrupción, mientras transita la delgada línea del lawfare local, con espías incluidos y las denuncias en su contra con las cuales ningún fiscal local avanzó, mostrando acabadamente que la “familia judicial” goza de buena salud en todas partes y porque no en el departamento judicial de Junín, que lleva años de historias sabrosas no contadas.

En ese escenario, el intendente y jefe del PRO, duerme la siesta en la gestión municipal basado en el “alumbrado, barrido y limpieza” a cargo de Luis Chami y la seguridad ciudadana del tridente Rosa- Loyola - Olmedo, para mantener a raya a los cacos locales y foráneos y con ello conservar el orden que piden los pacatos.

Una ecuación que parece alcanzar para buena parte de los residentes del distrito, particularmente aquellos que tienen sus necesidades satisfechas en cuanto empleo, viviendas e infraestructura, trilogía en la cual esta administración hizo agua desde el primer día de su gestión hasta el presente.

Pero, si hay juninenses con sus sueños truncos, eso no pasa con el alcalde que con su mejor plumaje no deja de coquetear con Horacio, su socio político de CABA o con Cristian Ritondo a quien lo llevó de paseo por Junín pasando por el Centro de Monitoreo que iba a ser biblioteca y evitando cruzar por la vieja terminal de ómnibus (que ya debiera ser un moderno desarrollo comercial e inmobiliario), que después de seis años no logró reemplazar por la que le quedó servida en bandeja.

Al jefe comunalle resulta insoportable la imposibilidad que tiene de ir caminando desde el municipio hasta su fastuoso hogar, sin que algún juninense le haga saber de su discapacidad para gestionar el distrito y por eso busca denodadamente, el “cargo salvador” que lo saque fuera de Junín y lo libere del escarnio popular, más allá de que haya notado que el Tribunal de Cuentas, el organismo que controla la transparencia de los municipios bonaerenses, pareciera estar decidido a  “contarle las costillas”.

A estas flaquezas se le suman las apreciaciones de Mauricio Macri respecto a los sindicalistas, a los que sugiere “sacrificar como a los caballos”, cuando Petrecca ha logrado camuflarse en algunos gremios de Junín, particularmente cuando había que cortar alguna cinta y en los que ahora lo comienzan a ver con cierto recelo.

Y mientras la oposición le marca la cancha en cada peso que llega para las obras locales, que han comenzado a ejecutarse después de permanentes frenos tanto en gobiernos propios como ajenos, le queda poca exposición local al jefe PRO, que cada vez está más lejos de Junín, aunque siempre lo haya estado de los juninenses.

Cercado por la billetera de la oposición, desgastado por sus propios actos de victimización, a Petrecca se le suma la presión de la propia tropa, esto es el radicalismo tradicional que cansado definitivamente de los desplantes, protagoniza la agenda nacional y provincial con líderes como Facundo Manes y Martín Lousteau y con fuerte presencia en la Cuarta de Érica Revilla y Danya Tavela, más el posicionamiento vía Unnoba de Juan Pablo Itoiz a nivel local, quien el sábado pasado se sentó en primera fila en el encuentro que mantuvo la UCR en General Villegas,  en la que también participaron los intendentes de Trenque Lauquen y Lincoln, Miguel Fernández y Salvador Serenal; el senador provincial Agustín Máspoli, los diputados provinciales Vanesa Zuccari y Valentín Miranda y la consejera general de educación Natalia Quintana.

El radicalismo tiene por objetivo poner sus propios candidatos ya que culpan a Macri y Vidal por la derrota en las elecciones de 2019, la sección electoral de la región se hace cada vez más fuerte con estrategias de liderazgo que apuntan a recuperar el terreno que tuvieron desde los albores de la recuperación democrática y que dejaron en manos del PRO tras los reconocidos fracasos económicos y el armado de la coalición. No quieren repetir el disciplinamiento macrista y si bien en Junín, Petrecca consolidó su liderazgo la última vez lo hizo con el fuerte apoyo de Itoiz, quien ahora busca brillar con luz propia, ya que las encuestas parecen estar mostrando que la comezón del séptimo año está carcomiendo no sólo al matrimonio creado por conveniencia, sino al mismo Petrecca, que no se cansa de repetir un relato vacío de contenido que cada vez menos gente cree.