sábado 27 de abril de 2024

NACIONALES | 4 mar 2023

INVESTIGACIÓN - SALUD Y ALIMENTACIÓN

Un estudio demostró lo evidente

Vivir en pueblos fumigados aumenta el riesgo de padecer y morir de cáncer.


Por: Redacción Semanario de Junín

Desde SEMANARIO venimos alertando acerca de los daños en la salud por el uso indiscriminado de agrotóxicos en nuestro distrito, lo cual se multiplica a través de la pampa húmeda y en las zonas en la cuales se valen de la matriz productiva granaria por medio de cultivos transgénicos.

Precisamente en nuestra edición anterior dimos cuenta de un estudio de investigadores del CONICET en el cual determinaron el estado de contaminación con glifosato que presentan los sábalos que habitan el río Salado santafesino.

Esa semana, el periodista Darío Aranda dio a conocer una investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario (UNR) que confirmó que las personas jóvenes de los pueblos fumigados con agrotóxicos tienen 2,5 veces más probabilidad de padecer y morir de cáncer que las personas que viven lejos de los agroquímicos.

Los datos se obtuvieron en una investigación inédita en su tipo, que llevó siete años y está basada en estudios epidemiológicos de ocho localidades de Santa Fe (involucró a 27.000 personas). "Con tres décadas de este modelo agroindustrial, ya nadie puede negar que la evidencia científica confirma que el agronegocio daña la salud, genera enfermedad y muerte", afirmó Damián Verzeñassi, del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas y uno de los autores de la investigación.

Las Madres de Ituzaingó (Córdoba), el colectivo Paren de Fumigar (Santa Fe), la Coordinadora Basta es Basta (Entre Ríos), el Encuentro de Pueblos Fumigados (Buenos Aires) y la Red de Salud Popular Ramón Carrillo (Chaco). Son solo algunas de las organizaciones y espacios de articulación que desde hace más de dos décadas denuncian el impacto en la salud del modelo de agro transgénico, mientras los funcionarios de los gobiernos nacional, provinciales y municipales, no se animan a enfrentar la situación debido al temor que significa el aparato comunicacional del agronegocio, inserto no sólo en los principales medios hegemónicos sino además en organizaciones agrarias y hasta en investigaciones universitarias.

La Argentina tiene la enorme mayoría de su área cultivable ocupada por transgénicos: sobre todo soja, maíz y algodón

AFECTACIÓN A LOS MÁS JÓVENES

Así como quedó demostrado en el trabajo de campo con los sábalos, motivo por el cual esta semana se determinó un alerta sobre el consumo alimenticio, el trabajo científico "Incidencia y mortalidad por cáncer en localidades rurales argentinas rodeadas de tierras agrícolas tratadas con pesticidas", publicado en la revista internacional Clinical Epidemiology and Global Health (Epidemiología Clínica y Salud Global), confirmó lo que esas organizaciones (y otros científicos y activistas) gritan desde hace muchos años: existe una relación directa entre el modelo transgénico, las fumigaciones con agrotóxicos y el cáncer.

La investigación fue realizada por el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR. Consistió en estudios epidemiológicos en las localidades de Acebal, Arteaga, Chabás, Luis Palacios, San Genaro, Sastre, Timbúes y Villa Eloísa. Todas tienen la característica de ser pueblos dedicados al agronegocio, con predominio de cultivos transgénicos y uso de agroquímicos. "Vivir en pueblos fumigados aumenta el riesgo de padecer y morir por cáncer", alertan los investigadores Damián Verzeñassi, Alejandro Vallini, Facundo Fernández, Lisandro Ferrazini, Marianela Lasagna, Anahí Sosa y Guillermo Hough.

Y precisan: "El estudio evidencia que en la población joven (entre 15 a 44 años) la probabilidad de morir por cáncer es 2,48 (mujeres) y 2,77 (hombres) veces mayor en estas localidades en comparación con el resto del país". Y alertan que el porcentaje de fallecimientos por cáncer (tomando la referencia internacional de cien fallecimiento por cada 100.000 habitantes) en estas ocho localidades fue del 30 por ciento, mientras que a nivel nacional la cifra es mucho menor (19,8 por ciento).

"Se demostró que la incidencia de cáncer en la población de las ocho localidades fue significativamente mayor en comparación a la población general. Y, en particular para la población femenina, se determinó que tiene un 66 por ciento de mayor probabilidad de sufrir algún tipo de cáncer en comparación con la población femenina general del país", remarcaron.

Damián Verzeñassi apunta a las causas de las estadísticas obtenidas: "El actual modelo agroindustrial no ha hecho más que incrementar los daños en la salud de los territorios y, por tanto, de las personas que vivimos en esos territorios. Nuestro trabajo es un aporte más a una gran cantidad de clara evidencia científica que se vienen haciendo desde hace ya muchos años y que da pruebas concretas de las consecuencias de los pesticidas".

Un estudio científico demuestra que la mortalidad por cáncer en jóvenes que viven en pueblos fumigados es 2,5 veces mayor que en el resto del país

DIFERENCIAS MUNDIALES

En la investigación del equipo rosarino se precisó que, en promedio, el 27 por ciento de los pesticidas utilizados en los países de altos ingresos (como Estados Unidos) están en la categoría "altamente peligrosos", mientras que el porcentaje aumenta a 45 en los países de ingresos bajos y medios (como Argentina). "En nuestro país las cantidades por hectárea son muy superiores a las utilizadas en Europa o Estados Unidos", señala la publicación, que cita decenas de trabajos científicos que dan cuenta de la presencia de agrotóxicos en ríos, napas de agua, suelos urbanos, alimentos e incluso en agua de lluvia.

El equipo de investigación apunta también a los responsables de que esto suceda. "La principal responsabilidad es del Estado que habilita este modelo. También hablamos de los funcionarios, de distintos signos políticos, que sostienen y defienden este modelo de una manera cuasi fundamentalista, sin aceptar una discusión en serio", afirma Verzeñassi. También precisa el rol cómplice del Poder Judicial y del los poderes legislativos, tanto nacional como provinciales. Y señala a los grandes productores, muchos representados en la Mesa de Enlace: "Son partícipes de este proceso que es ecocida y mata a nuestras poblaciones".

"Y claro que no tenemos que olvidar a las empresas que producen y venden estas sustancias tóxicas, son de las mayores responsables. Saben de los daños que producen y siguen con sus negocios sin importarles el sufrimiento de las poblaciones", denuncia. Entre las empresas que comercializan glifosato en Argentina figuran Bayer-Monsanto, Syngenta, Red Surcos, Atanor, Asociación de Cooperativas Argentinas, Nufram, Agrofina, Nidera, DuPont, YPF y Dow.

La investigación del Instituto de Salud Socioambiental, en su conclusión, remarca la necesidad de reducir el uso de agrotóxicos y, sobre todo, hace un llamado a aplicar el "principio precautorio", vigente en la legislación argentina, que implica el tomar medidas de protección cuando está en riesgo la salud y ambiente. "Luego de tres décadas de este modelo, de innumerables pruebas tanto en los territorios como en los laboratorios, es urgente aplicar el principio precautorio ante esta forma de producir que atenta contra la vida de las poblaciones", exige Verzeñassi.

La FAO estimó que en Argentina se utilizan 3 veces más pesticidas por hectárea cultivable que en EE.UU o España

En 2020 la organización Naturaleza de Derechos publicó el informe “Antología Toxicológica del Glifosato +1000”, de 270 páginas, recopilado por Eduardo Martín Rossi, motivo por el cual SEMANARIO realizó una entrevista con el autor. Allí detallaban 1100 trabajos científicos que confirman los efectos en la salud y el ambiente del herbicida glifosato. Figuran más de 200 investigaciones de académicos argentinos (del Conicet y de universidades públicas).

En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, ámbito especializado de la Organización Mundial de la Salud), vinculó el glifosato al cáncer, y confirmó que produce daño genético en humanos.

En contraposición, no existen investigaciones independientes (donde no intervengan empresas y científicos con conflictos de intereses) que dé cuenta de la inocuidad de los agrotóxicos utilizados en los campos. De hecho, tanto en Argentina como en Estados Unidos, las agencias estatales aprueban esos químicos en base a estudios de las mismas empresas que los venden.

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