viernes 29 de marzo de 2024

LOCALES | 8 jun 2017

ESTADO AUSENTE

El entierro de la salud pública: la crisis del Hospital Abraham Piñeyro de Junín

La salud pública está siendo boicoteada por el gobierno nacional, con la ayuda invaluable de las instituciones privadas que manejan las prestaciones. Un informe con el sello de Semanario.


Por: Redacción Semanario

La nueva oleada de reformas que el gobierno de Mauricio Macri impulsa en el ámbito de la Salud implica una serie de graves riesgos para las provincias y una enorme pérdida de derechos para los ciudadanos.

Las dos medidas principales del Ejecutivo nacional que estructuran su política de salud se encuentran en el Decreto de creación de la Cobertura Universal de Salud (CUS) y el proyecto de ley enviado al Senado para la creación de la Agencia Nacional de Evaluación de Tecnología Sanitaria (AGNET). Otro elemento fundamental de la política sanitaria macrista lo constituye el desmantelamiento de las principales políticas nacionales de carácter territorial, preventivo y de atención primaria destinadas principalmente a los sectores de menores recursos.

Por ello, y a pesar de que en la Argentina el gasto público en salud, en términos de PBI per cápita, es uno de los más altos de la región, quienes trabajan y se atienden en el sistema público creen que "nada ha cambiado" o incluso, que la situación "empeoró" en los últimos años.

En los 24 sistemas de salud que operan en el país (uno por cada provincia y el de la ciudad de Buenos Aires), los hospitales públicos muestran graves falencias. Y son al menos 14 millones los argentinos que no cuentan con ningún tipo de obra social o plan de salud y no tienen otra alternativa. En el país, un 46% de la población tiene obra social; un 16%, algún tipo de prepaga; un 2%, cobertura por un programa o plan estatal de salud, y un 36% no cuenta con nada de eso.

SIN ESTADO

El peor perjuicio que hizo el kirchnerismo a la sociedad argentina fue volver a deslegitimar el Estado. En los años 90, el menemismo aprovechó la profunda falta de confianza en el Estado argentino, que venía de décadas de pésimas prácticas, para destruir la educación pública, la salud, las jubilaciones...

Pero como eso fracasó, al principio de los 2000 el reclamo era de más Estado, de que se volviera a intervenir porque, evidentemente, el privado no aseguraba lo que buena parte de la sociedad necesitaba. El kirchnerismo retomó esas banderas y se planteó ampliar el radio de acción del Estado. Pero lo hizo tan mal, tan inepta y deshonestamente, que ahora volvió a provocar ese mismo discurso de principios de los 90: el Estado no sirve...

Así, la salud pública está siendo boicoteada por el gobierno, con la ayuda invaluable de las instituciones privadas que manejan las prestaciones y las entidades que nuclean gremialmente a los médicos, lideradas por un minúsculo grupo que va de un lado a otro del escritorio para llenarse los bolsillos a costa de afiliados y sin pensar en las consecuencias para la gente que, en general, proviene de los sectores más carenciados.

En este marco, el vaciamiento del Hospital Interzonal “Abraham Félix Piñeyro” es evidente, y el principal actor que va a desencadenar la más profunda crisis será el PAMI: lo público no podrá darle respuesta a todos los jubilados de Junín y la zona que fueron expulsados de las clínicas privadas.

El HIGA acarrea años de saqueos y mala administración, de la mano de recordados directores como Mario Calvo, Rodolfo Vergara, Cristina Martínez, Claudio Ricasoli y Carlos Garbe, entre otros. El suntuoso (y defectuoso) edificio de reunificación con el ex Hospital San José, inaugurado por Duhalde en 1999, nació como un monumento a la corrupción, una trampa mortal sin siquiera salida de emergencias, y desde allí no paró de sobrevenir el declive de la institución, que brinda atención a una vasta zona del noroeste bonaerense y se especializa en traumas, aunque ahora desde hace siete meses no tenga funcionando el tomógrafo.

Con el tercerto femenino a cargo de la dirección (Alicia Ramallo / Patricia Barisich / Cecilia Benedetti), el presupuesto sigue siendo más o menos el mismo con el que se contaba bajo anteriores gestiones, con la diferencia de que se han acotado las partidas a las cuestiones más específicas y visibles, como por ejemplo que no haya faltante de insumos. Ya nadie se queja porque no hay algodón o alcohol, ni nadie tiene que llevarse las sábanas de su casa, una imagen muy común en los pasillos bajo el mando del ‘Piojo’ Garbe. Según información a la que accedió Semanario, los pagos a los proveedores están casi al día, el sistema de compras se agilizó, pero la infraestructura sigue siendo la materia pendiente (ver imágenes). “No se puede levantar un hospital arrasado en un año”, es la explicación del trío conductor del HIGA.

Este equipo directivo que arrancó de la mano de la gestión de María Eugenia Vidal en Provincia está conformada por tres profesionales a las que les “interesa” el Hospital (aunque se atiendan e internen en el privado), y por el contador Guillermo Castro (ex Centro Nefrológico de Clínica Centro) que vino de afuera y sería el único alineado políticamente con el PRO.

GRAN DESENCADENANTE

Lo cierto y evidente es que tampoco alcanza con buena gente e impecables intenciones, porque a cambio, el punto débil es que lejanas autoridades bajan línea y acá se cumple al pie de la letra sin chistar.

El caso más evidente es lo que sucede con PAMI que, mientras antes pagaba 100 ahora paga 40, a partir del nuevo convenio que rechazan las instituciones privadas. Es que así, como está planteado, es inviable por donde se lo mire. Las clínicas privadas se oponen a que una cápita de internación se pague 750 pesos, mientras que el Hospital sólo recibirá 200 pesos por todo concepto.

El HIGA no está en condiciones de absorber a todos los jubilados, que caerán desde estos días como cascada a atenderse porque irán rebotando por los otros lugares y no podrán afrontar todo el costo privado con jubilaciones miserables. Y los jubilados no son de enfermarse poco. No es lo mismo dar atención a una cápita de OSECAC, que de mil afiliados pueden llegar a concurrir veinte, que de PAMI porque de mil abuelos van a ir setecientos.

Las cápitas que tenía el Sanatorio, que desde el jueves dejó de recibir pacientes de PAMI para internación, se van a dividir entre las clínicas Imec, Centro y el Hospital, los tres prestadores que quedaron en pie en la ciudad.

LAS FALENCIAS

Los ancianos que empezarán a llegar al Hospital no encontrarán las mejores condiciones en ningún sentido. Por ejemplo, sólo hay un neurólogo, que por razones obvias no podrá darle atención a 20 mil afiliados del PAMI. Si este profesional solicitara una licencia, por ejemplo, los abuelos quedarían totalmente sin cobertura en esta área vital.

La cuestión edilicia es preocupante, acarrea años de desidia en los que solamente se ‘maquillaban’ áreas sin tomarse soluciones de fondo. 

Los sueldos estatales no logran seducir a los profesionales médicos, y si el sistema periférico no funciona, el hospital se satura y colapsa. La población y las propias autoridades se quejan de la falta de médicos, que no consideran atractivo el salario: un residente cobra 16 mil pesos, médicos con jefatura y 20 años de servicio cerca de 22 mil, y un no profesional no llega a 10 mil.  Sueldos para nada tentadores, que están resintiendo la plantilla de atención.

Como contrapartida a tantas pálidas, si hay algo bueno que tiene el HIGA es su personal, que lo diferencia del resto de los centros de salud y la prontitud con que se hace todo. En caso de accidente en la vía pública, todos sin excepción son derivados por la ambulancia al Hospital: allí hay médicos esperando, algo que no sucede en otros centros. Si la gente valora algo es justamente esta entrega. Aunque este apartado también tiene su lado oscuro: el HIGA tiene aproximadamente 800 empleados, porque absorbió todos los servicios que estaban tercerizados (seguridad, limpieza, etc.). Con eso se pensaba mejorar las prestaciones, pero sucedió todo lo contrario: el empleado que pasó a planta permanente empezó a hacer la plancha, abusando de su estabilidad laboral. Cobran menos que antes, pero trabajan a media máquina y esto se trasluce en el día a día.

LAS PARTIDAS

Hay dos partidas que financian el funcionamiento del HIGA. Una es la presupuestaria, que se destina a la compra de insumos, y la otra que surge del rescate de dinero de las obras sociales, por el costo que generan en el Hospital, aunque es una recuperación “mentirosa”. No es lo mismo lo que les pagan las obras sociales a las clínicas que lo que reintegran al Hospital, que es casi un tercio menos. Este año el presupuesto estuvo empatado con la recaudación de las mutuales, llegando aproximadamente a 1.5 millones de pesos mensuales.

CARENCIAS

Las principales carencias, tal como exponen los gremios, se encuentran en las áreas de Enfermería y en la falta de médicos. Un profesional que se haga cargo de una guardia del día sábado, por ejemplo, que promedia un ingreso de 120 personas (accidentados, apuñalados, alcoholizados, drogados), cobra 16 mil pesos por mes para esta titánica labor en la que expone su matrícula y se arriesga a un juicio de mala praxis, a veces a ser objeto de la violencia de los familiares, más 24 horas sin dormir y sin descanso.

Están los cargos disponibles pero no hay postulantes, cuando en otras épocas pasaba exactamente al revés porque todos querían aprender en el Hospital. Además, cuando acá se pagan $4500 por una guardia, los profesionales del Hospital de Bragado reciben casi el doble.

El HIGA supo ser un hospital-escuela, de mucho prestigio en la zona, con residencias en todas las especialidades y ahora no hay postulantes. No ingresó nadie en la residencia de terapia intensiva, hay uno solo en clínica médica, otro en cirugía y un par en trauma; solo en pediatría se cubrió el cupo. El resto de las residencias están sin gente.

El tema no es menor, porque hasta ahora el Hospital tenía cubierto todos sus baches con los residentes, que se subían a la ambulancia, cubrían las guardias, hacían el pase de sala... Y los jefes de servicio, que tienen la responsabilidad de que no haya faltante en ninguna guardia, ante la ausencia de médicos, renuncian a esa responsabilidad. Tal es así que una de las directoras, Patricia Barisich, está haciendo la guardia de los sábados.

Además, no hay infectólogo (se acaba de ir a Tigre Fabián Rodríguez); falta un ginecólogo para una guardia, quedó descubierta una guardia externa y una de terapia; no hay tampoco médico de traslado. Todo este trabajo antes lo hacían los residentes.  

El HIGA fue históricamente un gran semillero por la excelente residencia que tenía de médicos y que hoy están casi todos ocupando cargos jerárquicos en instituciones privadas. El hospital formó gente que se les fugó, y hoy nadie está dispuesto a cumplir una infernal carga horaria por 16 mil pesos mensuales.

LOS SINDICATOS

ATE (Julio Miguenz), Salud Pública (Juan Manuel Córdoba), CICOP (Silvia Fulgenzi) y UPCN (Rivera) se reparten la representación gremial de los empleados del Hospital. El que tiene más afiliados es Salud Pública, que siempre fue oficialista. Es más, dentro del Ministerio forman parte del plantel permanente y se mueven en esa zona. Lo mismo pasa con UPCN, que tiene pocos afiliados en salud, que fueron funcionales a la gestión anterior y que ahora hacen que ‘patalean’ pero firmaron sin chistar el acuerdo de paritaria de los no profesionales.

La CICOP –gremio de los médicos-, que todavía no se sentó a la mesa de paritarias, en Junín está representado por Silvia Fulgenzi aunque detrás sigue estando la figura de Adrián Pérez. Ellos creen que las medidas de fuerza no son necesarias porque –dicen- nadie los escucha. CICOP pasó de cumplir todos los paros provinciales y hasta algunos vernáculos, que dificultaban la atención semanal, a boicotear las medidas de fuerza decididas en el gremio para todos los hospitales públicos de la provincia. Para entender, basta saber que una de las directoras asociadas, Cecilia Benedetti, fue propuesta por este sector gremial. De hecho, comenzaron la nueva gestión adulando a la nueva dirección. Pérez, desde atrás, “juega” a ser un director encubierto. Es más, mete bocadillos en cada reunión que se lo permiten. ¿Por qué? Porque maneja mucha información judicial y si le sueltan la lengua voltea a todos, no se salva nadie. A Pérez le tienen miedo. Sabe y conoce las debilidades de todos y ataca por ese lado. En los últimos días volvió a la escena pública, empezó a elevar el tono porque hay elecciones a la vuelta de la esquina.

De todos modos, la situación llegó a ser tan compleja, que en las últimas horas ya empezaron a abrir la boca… advirtiendo lo que pasa y lo que se viene. Que es más grave de lo que puede imaginarse.

ATE: Lo que falta

Para Julio Miguenz, de ATE, la situación es preocupante, fundamentalmente en lo que hace a la falta de personal y profesionales médicos. “Dentro del hospital siempre hubo un médico en la emergencia, otro para los pisos y alguien para la terapia intensiva, más los consultorios externos, pero hoy un mismo profesional debe cubrir todos los puestos, a pesar de la cantidad de gente que concurre en forma permanente, tanto a los consultorios como a la emergencia”.

El gremialista hace hincapié en la falta de un tomógrafo, algo inaudito para un Hospital especializado en traumas, al que se derivan todos los accidentados de la ciudad. Por ejemplo, a la nena de 5 años atropellada el miércoles pasado por un vehículo, debieron trasladarla a la Clínica Centro a pesar de la extrema gravedad del caso, porque el aparato del Hospital no funciona desde hace seis meses. No alcanza con la promesa de la compra de uno nuevo, porque los casos a resolver son hoy mismo.

“En Junín teníamos tres hospitales: Ferroviario, San José y Regional, con lo que había 160 camas, pero hoy apenas quedaron 140 a pesar del aumento de la población. Esta disminución le favorece a los privados”, explica Miguenz.

Pérez: Sin médicos

El representante de CICOP, Adrián Pérez, empezó a asomar nuevamente y aseguró que tras más de un año de gestión, “los resultados no aparecen”.

“Uno de los dramas más grandes que tenemos es la falta de profesionales en el sector de emergencias y terapia intensiva de adultos. Los pocos profesionales que tenemos están desgastados, con excesos de guardias para cubrir las necesidades del Hospital y los bajos salarios que tenemos en la salud pública no tientan a nuevos médicos para que lleguen a trabajar. También las condiciones de trabajo hacen una situación laboral complicada, con violencia de parte de los pacientes y urgencias las 24 horas; vemos que al profesional no le interesa trabajar acá”, remarca Pérez.

Además de recordar la falta de tomógrafo, que afecta su área a cargo, Pérez opina que “la incidencia de la ‘corpo’ sobre el Hospital fue nefasta, lo destruyeron, cerraron el Hospital Ferroviario, bajaron el número de camas del HIGA y lo rompieron todo. Se trata de gente que conduce la medicina privada en Junín y tiene injerencia sobre la salud pública, son los que mandan, los que habilitan el cobro de plus a los pacientes”.

Barisich: Des-pa-ci-to

La directora asociada del Hospital “Abraham Piñeyro” de Junín, Patricia Barisich, hizo hincapié en que no se puede cambiar la realidad del nosocomio “de un día para otro”, porque se siguen procesos burocráticos para garantizar la transparencia y legalidad de cada operación.

Por eso, la anunciada puesta en marcha de la bomba de cobalto, es posible que tarde un año más. “La ministra ya nos depositó 2 millones de pesos, pero esto va a llevar seis, siete meses, hasta un año, porque mover material radioactivo no se puede hacer de un día para otro”.

Además, admitió que “cuando entramos ya no había médicos, porque los últimos 15 años no hubo nombramientos porque se reposaba sobre el aluvión de residentes que había. Cuando desaparecieron, quedó en evidencia que los planteles no habían sido sostenidos y no es algo simple de recuperar”.

También críticas al sector privado

Por las redes sociales, se conoció el testimonio de una vecina: “Tuve la mala suerte de vivir una experiencia muy triste. Abandono de persona, falta de profesionalismo, mugre, cero ética profesional y falta de respeto.

Mi amiga vino de Buenos Aires para internar a su papá en la Clínica IMEC y hoy después de cuatro días de internación con un cuadro crítico, lo cargó en su camioneta y se lo llevó a Capital. Durante los 4 días que estuvo internado no pudo bañarse porque no había agua caliente, no había camilleros para llevarlo a hacer una placa; no había médico solo residentes; no le pusieron oxígeno siendo que no podía respirar y cuando dijo que se lo llevaba, nadie la paró para informarle que era un paciente crítico y no debía moverlo… La  angustia y la impotencia hace que uno trate de cualquier forma salvar una vida y si seguía ahí se iba a morir...ella con sus tremendos ovarios tomo la decisión de salvarlo, no importando las consecuencias.

Ahora va camino a Buenos Aires manejando con su viejo al lado para salvarle la vida, cosa que acá en esta clínica no quisieron hacerle.

Además, había una paciente que esperaba en sala de espera: Doña Cucaracha que tenía más de una hermana internada en varias de las habitaciones”.

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