CULTURA | 1 sep 2023
volar la imaginación
El radioteatro: aquel mundo mágico de palabras, efectos sonoros y música
En Junín, por ejemplo, los oyentes se reunían en familia, todos los días a la hora del almuerzo, o por las tardes, a la hora del mate, paralizando sus labores, y se pegaban al receptor para seguir las historias de sus personajes favoritos: “El León de Francia”, “El hijo de la bruja”, “El gaucho Mate Cosido” o la “Rubia Mireya”. Luego, esas obras se podían ver en vivo en los cines San Carlos e Italiano, a sala repleta.
Por: Ismael A. Canaparo
Hablar de Radioteatro en el siglo XXI es para algunos una cita con la prehistoria, mientras que para otros es una experiencia especial. ¿El motivo? En un mundo como el actual en el que prima la imagen, es de agradecer que sencillamente cerrando los ojos se puede hacer volar la imaginación.
“La Argentina es el único país que conozco, incluyendo el entorno europeo como en el continente americano, africano o asiático, en el que el radioteatro ha desaparecido por doquier”. Federico Volpini fue director de Radio 3 y ha vivido de primera mano la decadencia de este género en España. En sus palabras se aprecia su cariño hacia la ficción sonora: "Es lo más completo y gratificante que se puede dar en la radio".
“Este género ha sufrido una transformación con los años en lo que a tono y duración se refiere, pero uno de los avances más importantes responde a los efectos especiales, cuyo uso tradicional "era menos espectacular". Ahora, la música y los sonidos cobran mayor importancia para captar la atención del espectador: "El objetivo es que quien esté viendo o escuchando la historia se adentre en ella lo más rápido posible", comenta Volpini.
Omar Aladio, el más odiado.
Teniendo en cuenta que es un género que ha sabido adaptarse al siglo XXI, parece incomprensible que haya desaparecido de las emisoras, incluso para él: "Yo no entiendo muy bien por qué no está". El guionista se muestra molesto cuando transmite las razones que se adujeron para justificar su retirada de la programación. Por un lado, "que el cine y la televisión habían tomado el papel del radioteatro. Son cosas totalmente distintas, no tienen absolutamente nada que ver. De la misma manera que la televisión no acabó con el cine, tampoco tiene por qué acabar con el radioteatro". Otro de los motivos que se daba era económico, lo que rebate rápidamente: "Poner un ejército en una película supone mucho dinero en efectos o en extras. En la radio, levantar una regleta. Una tormenta en un teatro es una parafernalia importante, en la radio, levantar una regleta". La tercera razón que se presentaba era el desinterés del espectador, que según Volpini, "es totalmente incierto porque constantemente se está reclamando".
Él, por su parte, tiene otra teoría: "Esto es políticamente incorrecto, pero como creo que es así, así lo voy a contar. Los medios públicos en España no son del público, son del Gobierno. El radioteatro no da votos, y este no es su fin. De hecho, ayuda a expandir las capacidades de la gente, a afinar la inteligencia y el entendimiento, ¿a qué político le interesa eso?". Su segunda razón también la tiene clara: "De la manera que en la empresa pública algo que no da votos no interesa, en la privada, tener a alguien que te tiene en su mano tampoco interesa".
Juan Carlos Chiappe.
Aun así, alberga la esperanza de que vuelva a programarse la ficción sonora, tanto por el interés de los espectadores como por su aportación como "herramienta". Según Volpini, en esto tendrá mucha influencia la tecnología y su facilidad para crear medios en internet que permitan "estrategias de colaboración". Y concluye: "Yo creo que el radioteatro, no tardando mucho, va a volver a España y va a volver con fuerza". No está claro cuándo llegará ese momento.
GRAN ADHESIÓN EN JUNÍN
Héctor Tomás Octavio Bates (nació en Mendoza el 22 de marzo de 1894 – Falleció en Buenos Aires el 22 de junio de 1964), fue un periodista, compositor, libretista radioteatral, autor y director de teatro, dramaturgo y compositor de tango, que se especializó en escribir obras que se difundieran tanto en el género del radioteatro como en representaciones teatrales, en salas de barrio y de localidades de provincias, que le permitieron ser por más de un cuarto de siglo el autor más popular de novelas para radiofonía en la Argentina.
El mendocino estuvo muchas veces en Junín, acompañando las actuaciones de su elenco radioteatral, que visitaba muy seguido la sala del Cine San Carlos, en especial. Bates, un frustrado médico, que dejó los estudios poco antes de recibirse por su vocación de autor, gustó siempre de presentar grandes espectáculos, con despliegue de vestuario, escenografías sugeridas y con la música cumpliendo un gran rol en las presentaciones.
Los espectadores esperaban a los actores para saludarlos a la salida de cada función. Los villanos eran insultados (Omar Aladio fue quien concitaba el mayor fervor adverso, por “pegarle” a la madre en “El hijo de la bruja”) y los galanes se llevaban todos los elogios de la platea femenina. Los personajes como “Churrinche”, (Rafael Díaz Gallardo) y “Caín” eran asediados a la salida de los teatros donde se presentaban, lo mismo que Héctor Miranda, el fetiche lindo de Bates.
Héctor Bates, exitoso director.
Héctor Miranda recordó así a su director: “Bates le exigía al actor ser completo. Obligaba a estudiar, a observar. Tuve que aprender a bailar sevillanas flamencas y jotas; a cantar en andaluz; más tarde a bailar malambo, a cantar zambas, a acompañarme con la guitarra. Luego tuve que aprender bailes rusos, porque hicimos una obra de ese ambiente, y bailes italianos para otra pieza. Entonces había que bailar la tarantela como los inmigrantes que teníamos acá y tirarse a la platea y bailar con ellos, porque era una fiesta. Estos bailes eran finales de la obra. El actor se tiraba a la platea o bajaba por una escalerita si había y bailaba con el público hasta que bajaba tres veces el telón. Ahí había que subir, seguir el baile arriba del escenario, hasta que se bajaba el telón por cuarta vez. ¡Era apoteótico, porque la gente salía con una alegría… un entusiasmo! la salida, el público era una manifestación de amor”.
Beatriz Seibel, periodista de la página NAC&POP, con un libro sobre el radioteatro argentino editado en 1982 por el Centro Editor de América Latina, nos permite reencontrarnos con aquel bello género, que hizo furor durante varias décadas.
La temática de los radioteatros abarcaba a toda la familia. Las mujeres tenían los de amor, los hombres los de fútbol y los de detectives y los niños también tuvieron su parte. Las historias de aventuras de “Sandokán y los tigrecitos de la Malasia”, “Poncho negro”, “El capitán Warren” y “Batman y Robin” eran los preferidos de los más chicos. Pero, sin duda alguna el que más éxito tuvo fue “Tarzán”.
El ciclo de “Tarzán” se emitía a las cinco de la tarde, después de la hora de la leche, y era auspiciado por el chocolate en polvo Toddy. César Llanos interpretaba a Tarzán, junto a Mabel Landó que hacía de Juana y a los que se sumó más tarde Oscar Rovito en el papel de Tarzanito. "Yo rescato a Tarzán como héroe positivo y adelantado a su tiempo -explicó Rovito-, porque era ecologista, exaltador de la naturaleza y un pacifista que supo ganarse un lugar en la selva sin apelar a las armas".
Había numerosas compañías de radioteatro trabajando en esa época en Buenos Aires y en el interior: además de Arsenio Mármol, con “Estampas Porteñas”, Héctor Bates, Atilano Ortega Sanz, la Compañía Juventud, Luis Pozzo Ardizzi, periodista, autor, director, con su compañía “Rutas”; Carlos Zarate, cantante, actor, autor, con el seudónimo de Francisco Montalvo; Rolando Chaves, también cantante, actor, después autor, que obtiene el gran éxito de “El morocho del Abasto” en 1948, estampas sobre la vida de Carlos Gardel de Nicolás Olivari y Roberto Valenti, luego llevadas al cine con gran suceso; Juan Carlos Chiappe y Aldo Luzzi, que actuaban y escribían juntos, y mientras Chiappe hacía los galanes, Luzzi interpretaba su personaje cómico.
OMAR ALADIO, EL VILLANO ODIADO
Omar Aladio (1921-1987) fue un autor y primer actor cómico y dramático de radio y teatro argentino. Valorado por sus papeles de villanos en radio, fue el creador del llamado "Circo Radial" entre 1954 y 1957, al reeditar todos los grandes éxitos de radioteatro en los circos y tras hacer una obra cada noche, como “El boyerito de la cara sucia”, “El león de Francia”, “El negro Tomás”, “Juan Barrientos”, “El apache argentino” y “Nazareno”, entre otros.
Con la compañía de Juan Carlos Chiappe con Totón Podestá, Aladio, se consagró como el villano clásico de la telefonía argentina tras la obra “Flachenzo, el maldito”. Junto a Audón López, aquel famoso “Negro Faustino”, brilló una vez más en ese rol en Radio del Pueblo.
Con respecto a “Fachenzo, el maldito”: al comienzo de la década del 50, esa obra, de Adalberto Campos, obtiene extraordinario suceso, que se prolonga durante doce meses y luego se presenta en todas las localidades del interior. Allí Omar Aladio se consagra como el villano clásico de la radiotelefonía argentina; hace un estilo que luego es imitado por todos los otros actores en ese tipo de personajes.
Al año siguiente, la misma compañía produce otro hito inolvidable: “El león de Francia”, que logra la Medalla de Oro de Argentores, al llegar a las 1.000 representaciones teatrales. Si bien no puede concretarse el viaje del elenco a España para presentar el espectáculo, la obra de Campos se irradia y representa allí con actores españoles y obtiene el mismo éxito que en nuestro país.
Sus grandes amigos fueron los actores Adalberto Campos y Héctor Miranda, con quienes trabajó tanto en radio como en el circo. La compañía de Miranda fue la última que había quedado en Radio Argentina hasta la finalización del radioteatro en Buenos Aires.
Junto a Héctor Bates fueron los autores de los radioteatros “Soy del 900” y “El apache argentino”, en 1961, donde se solía invitar a figuras del tango como Azucena Maizani, acompañada por José Servidio, además de cantores como Alberto Margal, Alberto Marino, Rolando Chaves, Carlos Zarate y bailarines como Santiago Ayala “El Chucaro” y su grupo. También con su compañía estrenó la obra “Mate Cosido”, encarnando al mulato Bonzo.
Escribió un poema de despedida titulado “Ha muerto Radio Porteña”, que fue leído en la transmisión de cierre de la tradicional emisora, en 1969, hoy Continental.
En teatro además de los ya mencionados, actuó en las obras “Moreira, el gaucho inmortal” (1969) de su autoría, “El Fantoche” (1970) y “Santos Vega”.
Ya en sus últimos años se dedicó a la docencia teatral, hasta su fallecimiento, el 5 de agosto de 1987. Sus restos descansan en el panteón de SADAIC de la Asociación Argentina de Actores del Cementerio de la Chacarita.