sábado 14 de septiembre de 2024

CULTURA | 10 sep 2023

FUEYE DE ENORME JERARQUÍA

El Tano Ruggiero, el alma de la orquesta de Pugliese

“Puso todo al servicio de la orquesta de Osvaldo desde 1939 a 1968. Después, junto a otros muchachos del Sexteto Tango, se mantuvo leal y fiel hasta el final”. (Eduardo Rafael).


Por: Ismael A. Canaparo

Osvaldo Lino Ruggiero (22 de septiembre de 1922–31 de mayo de 1994) fue un bandoneonista y compositor dedicado al género del tango. Después de integrar durante muchos años la orquesta de Osvaldo Pugliese (de 1939 a 1968), fue uno de los fundadores del Sexteto Tango, al que todavía integraba al tiempo de fallecer.

La orquesta de Osvaldo Pugliese nació el 11 de agosto de 1939, cuando debutó en el Café Nacional, ubicado por entonces en la calle Corriente 974. La línea de bandoneones estaba formada por Osvaldo Ruggiero, Enrique Alessio, Luis Bonnat y Antonio Roscin. Se completaba con Enrique Camerano, Antonio Puleio, Julio Carrasco y Jaime Tursky (violines); Aniceto Rossi (contrabajo), Amadeo Mandarino (voz) y El Maestro (piano, arreglos y dirección)

Desde un café del barrio de Villa Crespo (Corrientes y Canning) saltaron a la radio más importante del momento, El Mundo, (ahora con un segundo vocalista, Augusto Gauthier) gestándose una importante hinchada que los seguía, compuesta por fanáticos de su estilo y adeptos al Partido Comunista.

“En 1939, a los 17 años, Ruggiero fue clave en la formación de la orquesta de Pugliese. Miembro fundador, a partir de 1943 se transformó en primer bandoneón y uno de los pilares del estilo bailable de la agrupación. Muchas de sus composiciones y arreglos fueron éxitos de Pugliese en los dorados años del tango. Los llamaban ‘los Osvaldos’. Eran muy compañeros entre sí. E increíblemente no se tuteaban. Compartían los principios cooperativistas, las ideas comunistas. Cuando Pugliese estaba en cana, mi viejo se hacía cargo de todo. Es la historia del famoso clavel sobre el piano para marcar la ausencia del director”, dice Daniel Ruggiero, hijo del “Tano”.

“Incontaminado de influencias, se sentó antes de cumplir los 18 años en la fila de bandoneones de Pugliese. Y se identificó con los dos: con Pugliese y con la orquesta. Nunca dejó de reconocer que allí comenzó su formación tanguera. “Había que ser muy temperamental”, decía. Aquella orquesta exigía garra, exigía fuerza. Y junto a los primeros tangos, Pugliese le impuso, también, las primeras obligaciones: “Tener que estudiar. ¡Estudiá!”. Y le ponía el ejemplo de Aníbal Troilo, que era más pibe que él cuando a Elvino Vardaro lo llevaron a un sexteto que hizo historia en 1930. Y así fue como el Tanito que nunca había escuchado ni a Pedro Maffia ni a Pedro Laurenz empezó a fijarse en Pichuco. A escucharlo. A sentirlo. “Me hice hincha del Gordo”, confesó años después. Era muy comunicativo, muy sentimental y muy porteño, y todo eso lo expresaba en el fraseo de su bandoneón”, contó Eduardo Rafael.

“Cuando Enrique Alessio dejó en 1944 la orquesta, Ruggiero pasó a ser el primer bandoneón. Y a soltar todo lo que tenía adentro a partir de los tres tacazos sobre el piso con el que marcaba a sus compañeros que había llegado la hora del arranque compadre, del fraseo melodioso. Estaban a su lado Esteban Gilardi, Jorge Caldara y Oscar Castagnaro. Y el tanito se hizo tano, con hinchada propia dentro de la barra que seguía a Pugliese a todos lados”, recuerda Rafael.

El periodista Mariano Del Mazo (Premio Konex 2007 y 2017) escribió para Caras y Caretas, el siguiente texto referido a Ruggiero y a sus dos hijos: “Mucho antes que Pete Townshend destrozara guitarras en vivo a fines de los 60, Osvaldo Ruggiero rompía bandoneones en escena. Era tal la vehemencia con la que tocaba que el fueye terminaba con fallas en su mecanismo. “Una vez un diario de la época contó que en una misma noche llegó a romper tres”, dice con un encantador y extraño orgullo Daniel Ruggiero, su hijo y también bandoneonista. Acaba de publicar un disco en homenaje a su padre con un título inmejorable: “Rompelo Tano”. Era la frase que le decían los fanas al Tano Ruggiero en los ‘40 y ‘50 cuando encaraba un solo. Un pedido enfático y mitológico. La actitud –tocar con garra y corazón hasta romper el instrumento– se acomoda en la médula de una orquesta también mitológica, hecha de un inconfundible ritmo, pueblo e ideología: la de Osvaldo Pugliese.

En 1939, a los 17, Ruggiero fue clave en la formación de esa orquesta. Miembro fundador, a partir de 1943 se transformó en primer bandoneón y uno de los pilares del estilo bailable de la agrupación. Muchas de sus composiciones y arreglos fueron éxitos de Pugliese en los dorados años del tango. “Los llamaban ‘los Osvaldos’. Eran muy compañeros entre sí. E increíblemente no se tuteaban –dice Daniel–. Compartían los principios cooperativistas, las ideas comunistas. Cuando Pugliese estaba en cana, mi viejo se hacía cargo de todo. Es la historia del famoso clavel sobre el piano para marcar la ausencia del director”.

“Rompelo Tano” cuenta con la participación del otro hijo de Ruggiero, Adrián, guitarrista y también bandoneonista.  Los hermanos en absoluto son los “hijos de”: ambos ya tienen frondosos trayectorias dentro de la renovación que se produjo en el género con el cambio de  milenio. Daniel es el director del “Quasimodo Trío” y ha acompañado a innumerables artistas, de María Graña a Estrella Morente. Adrián forma parte del grupo “Violentango” y de la fila de fueyes de la Fernández Fierro.

Para “Rompelo Tano”, Daniel Ruggiero formó una orquesta típica, con Fulvio Giraudo y Adrián Enríquez en piano; Emilio Longo en contrabajo; Nicolás Velázquez, Sofía Calvet y Federico Santisteban en bandoneones; César Rago, Augusto Sourigues, Ornela Restifa y Bruno Franco en violines; Gustavo Barahona en viola y Jacqueline Oroc en cello. Como bandoneonistas invitados tocaron Horacio Romo, Ramiro Boero, Bruno Ludueña, Natsuki Nishihara, Rodrigo Avalos, Mariano González Calo, además, claro, de Adrián y Daniel Ruggiero. En el tango “Tiempo”, con letra de Francisco García Jiménez, canta Ariel Ardit. Son todas piezas de Osvado Ruggiero, arreglados por diferentes músicos: “A mis compañeros”, “Bordoneo y 900”, “Chalita”, “Catuzo”, “N.N.”, “Yunta de oro”, “Locura tanguera”, “Para dos” y “Tremolina”. Hay un inédito, “Chalita”, que apareció entre unos papeles que Pugliese le había entregado a Ruggiero. “Es una partitura amarillenta, que tiene un mensaje de Pugliese que dice que lo había encontrado en un cajón. Es el gran hallazgo del disco. Y tanto para mí como para Adrián, algo muy emocionante”, dice Daniel.

Luego de su muerte en 1994, progresivamente, los hermanos se hicieron cargo del legado. Primero, empezaron a estudiar bandoneón. Ambos eran adolescentes, comenzaban con la música, pero tocaban otros instrumentos. La decisión tiene una profunda carga simbólica. “Seguramente es así –apunta Adrián-. Todo se dio de una manera natural. Y no es un legado cualquiera. Tiene que ver con la música, y también con una cuestión de códigos, de lealtad, de una forma de ser nada personalista. En 1968, mi viejo después de la orquesta de Pugliese formó el Sexteto Tango. Siempre aspiró a lo colectivo, lo grupal, nunca mandó su nombre al frente. No le interesaba ser líder”.

“Rompelo Tano” y su honda significación de eslabones opera como una síntesis de la evolución del tango actual. Fruto de ciertos lugares clave de la enseñanza del tango –desde la Escuela de Música Popular de Avellaneda hasta la Orquesta Escuela, desde pedagogos como Rodolfo Mederos y Emilio Balcarce a Víctor Lavallén-, el estilo de Pugliese (y por extensión, el de Ruggiero) fue dominante no solo en lo musical sino también en lo político. Tal vez la orquesta más destacable en este aspecto es la Fernández Fierro. El ritmo marcado y, también, convicciones cooperativistas y autogestivas. Por eso suena totalmente natural que “Rompelo Tano” sea presentando en el marco del FACAFF (Festival del Tango Independiente del Club Atlético Fernández Fierro), en el ya legendario galpón del barrio de Almagro, Sánchez de Bustamante 772.  “Y sí. Hacer música hoy es pura autogestión. No te imaginás lo complejo que es tener una orquesta. Fue impresionante cómo todos los músicos se mostraron dispuestos justamente por tratarse de mi viejo. La presentación será el jueves 22 de septiembre. Y hay un motivo: al día siguiente, el 23, papá cumpliría 100 años. No creo que pueda existir un mejor cumpleaños que empezar el día de su centenario tocando sus tangos gloriosos”, termina, con una emoción que no puede contener, Daniel Ruggiero.

Bibliografía: La Maga (julio ´96) y Caras y Caretas.

 

 

 

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