Por: Redacción Semanario de Junín

Las contradicciones de Alexia son muy evidentes. Por un lado se presenta como el gran impulsor de una millonaria inversión de acres para iniciar obras en colegios de su reino, jactándose que para él, la educación es una prioridad y por el otro decide impulsar la subasta de una vieja casona en el reino de La Plata, que durante años le importó tres pepas mantenerlo.

Así, mientras sostiene que para él la educación es lo que cuenta, propone rematarla mientras el piberío de las afueras se queda sin una oportunidad de mejorar su vida y los que menos tienen pierden otro lugar.

En definitiva, es una acción propia de un gobierno amarillo, pero como nadie le dice nada, Alexia encara estas acciones, convencido que es un estadista que impulsa su tierra al futuro brindando más oportunidades, cuando en verdad lo único que hace, es achicarles el futuro a los que menos tienen.

Nada nuevo bajo el sol del reino de Alexia. Después de todo, es la política del derrame amarillo, que derrama siempre para el mismo lado y con los mismos beneficiados, que no son los que más precisan. Porque bajo el argumento que en su tierra ahora hay universidad, dice que no es necesario que los hijos de su reino partan a estudiar a tierras lejanas, cuando bien sabe que ahí hay una oferta educativa que en su terruño no hay.

Pero como está rodeado de un séquito de obsecuentes y otro tanto de miopes y tibios, el monarca avanza en medio de palmadas de amigos, que le cuentan que sus ideas son  maravillosas y que todo lo que hizo también y que si no fuera por él, todo sería un páramo invivible.Y así Alexia avanza muy orondo, convencido que hace lo mejor.

Tras cartón, parece que el Zar Sturze-el-Arrasador contó que tiene idea de traer pájaros de plata a este pago, sin importarle que los caballos no tengan senderos ni los de las afueras pierdan la vía por falta de obras, así que Alexia sumó más música a sus oídos.

Por estas y otras razones, Alexia coqueteó con repintar el reino y ponerlo Violeta, pero visto que Amarillo I anda a las vueltas y está que se enoja y que no con Desquiziuz, puso la brocha en modo espera. Porque no es cuestión tampoco de andar haciéndose el loco, justo ahora que pegó una vice segunda y que lo pone con otras expectativas para lo que viene.

Porque nunca se sabe. Ya hay unos cuantos que decían que había que cambiar la política y que el recambio era necesario, y que las leyes estaban bien, y que los mandatos precisaban otras caras. Bueno decían, ahora que el tiempo de espera llega a su fin, hay más de uno que empezó a recular, viendo que se le acaba la lechera.

Por eso Alexia movió sus piezas. Por ahora, con un cargo a la expectativa, pero por las dudas, con Amarillo cerca, viendo qué sendero tomar. Porque será cualquier cosa, pero hace rato aprendió que la capa da buena vida, entrega amigos poderosos y que la queja le garpa ante quienes engañó hace años,  a los que sigue engatusando con una vida mejor.

PetrEgo

Como todos los años, estoico, con sus chupines y su escarapela, engola por otro año, su discurso monocorde. Festeja, un nuevo tiempo, omite que otros en su pago no tienen nada que festejar en tiempos libertarios.

En Ciudad Fría bajo su mando, unos pocos sonríen, esperando pase el feriado y las máquinas apuren el pavimento, así las hamburguesas podrán cortar las cintas y el turismo inundará esta tierra. Un poco más allá, apenas a dos cuadras, los de siempre esperarán que no llueva, porque ellos no solo no tienen pavimento, sino que ni siquiera conocen el color de la motoniveladora, que hace rato dejó de pasar.

Ciudad Fría en modo violeta-amarillo festejó la independencia con formato escolar. Frío, chocolate caliente y los mismos discursos de cada año. Por caso, PetrEgo pidió ‘dar lo mejor para tener el país que nos merecemos’. Olvidó que los escuchas hace años dan todo y cada vez tienen menos y él, con poquito, pasó a calidad superior.

Un poco más allá, a pocas cuadras de la plaza 9 de Julio, un vecino a las puteadas, con una garrafa en la bicicleta, iba rumbo a su casa. En Ciudad Fría, las gacetillas de PetrEgo y su gente, contaron, como cada año que se vivió ‘una fiesta’ y que vendrán tiempos mejores.

Te contamos todo lo que NO HICIMOS esta semana

*) Cortar las cintas en Mac Most. Estamos preparando la carne picada.

*) Cortar las cintas en la Terminal interminable. ¿Qué terminal? Ah, la de ómnibus ¿Qué terminal era?

*) Explicar que esos dichos del discurso de ‘dar lo mejor’ era para los que escuchaban ahí. Nosotros damos lo que damos. Jijiiji

*) ‘Intervenir’ el aeródromo. Ahora que Sturze quiere traer aviones, le vamos a poner fichas.

*) Empezar a desempolvar viejas promesas, que la memoria es corta y se acerca el fin del mandato. Es que queremos ser recordados como los mejores.