Por: Redacción Semanario de Junín

EDITORIAL PUBLICADO EN LA EDICIÓN IMPRESA Y EDICIÓN DIGITAL Nº 434 DE SEMANARIO DE JUNÍN. CORRESPONDE A LA SEMANA DEL 2 AL 8 DE NOVIEMBRE DE 2024.

El pasado 30 de octubre se cumplieron 138 años desde que nuestra ciudad dejó de lado las historias de violencia y saqueo de los fortines para abocarse al verdadero progreso y desarrollo.

Fue en una tarde de 1886, cuando el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, icónico B.A.P., inauguró un pequeño taller en Junín, con solamente nueve operarios.

Dos meses después ya trabajaban 51 obreros para, en 1906 generar la remodelación de las instalaciones, construyéndose los grandes galpones que todavía vemos cruzando la ciudad. En esa época trabajaban 1600 operarios y a fines de 1926, los talleres contaban con todas las instalaciones necesarias para carpintería, fundición, ajuste, usina eléctrica, herrería, calderas, tornería, pinturería y aserradero. El número de operarios había crecido a 3500, lo que permitió en la década de 1930 que en nuestra tierra, se fabricara la carrocería del primer coche motor del Ferrocarril Pacífico un hito en la modernización del transporte viario.

Ya con el peronismo en el poder, el progresivo intervencionismo se traduciría en la nacionalización de diversos servicios públicos, siendo el del sistema ferroviario uno de los más recordados.

Posteriormente y arrasando con todo a su paso, los gobiernos militares comenzaron su desmantelamiento a favor de la red caminera y el menemismo de los ’90 le dio la estocada final, que en Junín se transformó en la lenta agonía de un grupo de cooperativistas a los que nadie nunca apoyó y a los que Mario Meoni, antes de su fallecimiento, les supo dar una recuperación a medias que ni los propios comprendieron.

Como tantas cosas inexplicables generadas por la dirigencia política, casi un siglo y medio después del mayor despertar del distrito, asistimos absortos a la decadencia que muestran quienes se quedan paralizados ante la mirada del árbol, sin poder dimensionar el bosque; haciendo que el núcleo del debate sea la división de una ciudad en lugar de que esa situación sirva para confrontar ideas superadoras que apunten hacia la generación de trabajo y nuevas inversiones.

Pobres de aquellos miles que se sumaron con su esfuerzo a construir el Junín que hoy transitamos, despiadados, sobre sus ruinas; sin hacernos cargo de lo que nos toca y causándoles una profunda decepción si pudieran observarnos.