LOCALES | 10 nov 2018
A 35 AÑOS DEL RETORNO DE LA DEMOCRACIA
Abel Miguel: "el mandato del pueblo es sagrado"
Fue la persona que estuvo más tiempo en la intendencia de Junín: 20 años de manera ininterrumpida. Militante radical de toda la vida, ahora forma parte de la Coalición Cívica, aunque admite que “levantó el pie del acelerador”. A 35 años del retorno de la democracia, el “Vasco” hizo un repaso de su gestión junto a Semanario.
Por: Semanario
Cuando llegó al municipio, después de la oscura noche de la dictadura, tenía apenas 43 años y no lo conocía casi nadie. Pero con el fenómeno arrollador de Raúl Alfonsín, el ‘Vasco’ tuvo la posibilidad de ser el primer intendente luego del retorno de la democracia, en las históricas elecciones celebradas el 30 de octubre de 1983.
Después los juninenses lo fueron conociendo y queriendo, y por eso Abel Paulino Miguel se quedó 20 años al frente del municipio. La tenacidad fue una de sus características más distintivas: puso toda su fuerza para hacer una gestión permanente que permitiera conseguir beneficios para la ciudad, y para eso golpeaba puertas y escritorios en Capital y La Plata al menos una vez por semana. Así durante dos décadas, que le dieron como saldo la Universidad, el gas natural, viviendas, pavimento, agua, cloacas… para dejar una ciudad mejor a la que había cuando llegó al sillón de calle Rivadavia.
El ícono de la democracia juninense hizo un repaso con SEMANARIO de los momentos más difíciles, las alegrías, los saldos en el debe y el haber, los adversarios y los sucesores… 35 años después de haber llegado a la función pública y con la misma pasión de siempre.
-¿Qué significa haber quedado en la historia como el Intendente que debió hacerse cargo de restablecer la democracia en la ciudad?
-Por supuesto es un orgullo haber tenido ese privilegio en un momento tan difícil. Hacía años que no se practicaba la política, casi desde el ‘66 hacia adelante. Cuando nosotros asumimos, la algarabía fue muy importante en las calles sobre todo por la libertad y la democracia, no se hablaba todavía de la cuestión económica. Después del festejo, yo me puse a pensar qué haríamos desde el 10 de diciembre en adelante, porque recibíamos una pesada carga y encima, sin práctica política, sólo en la Franja Morada.
Pusimos todos el alma y el compromiso, que yo mantuve los 20 años que estuve, porque el mandato del pueblo es sagrado. Hubo mucho esfuerzo, dedicación y desatención de la familia, porque es una actividad muy absorbente.
Con más y menos, con falencias que seguro hubo y aciertos, pudimos salir adelante.
-¿Nunca se le cruzó por la cabeza presentarse para volver a tomar las riendas de la ciudad?
-No. En principio porque fueron muchos años, veinte años significaron un desgaste muy grande. Entré a los 43 y salí a los 63. Después tuve un paréntesis y en el 2007 me eligieron diputado bonaerense por la Coalición Cívica, porque ya éramos críticos con el radicalismo. Pero después dije basta, había sido suficiente.
-¿Era más fácil o más difícil gobernar en esa época sin tanta prensa alrededor ni redes sociales, y sin tanta grieta…?
-Los últimos 12 años nos han cambiado totalmente. No fue la violencia de los ’70, porque no estuvieron las armas, pero la han intentado instalar hasta nuestros días, algo que no le hace bien a la democracia.
No se puede entender cómo después de 35 años los argentinos no podamos avanzar en la continuidad, en la estabilidad, en la convivencia… cualquiera de nuestros países vecinos tienen una inflación del 3 ó 7 por ciento. Pero a nosotros nos pasa algo terrible, desde hace décadas, con déficit además y no podemos levantar cabeza. Se ha hecho una cultura en esto, porque el Estado se ha duplicado en cantidad de gente en los últimos años. Son dos cuestiones básicas en las que tendríamos que ponernos de acuerdo: déficit e inflación.
-¿Y qué pasó con el radicalismo, con tan poca concurrencia de afiliados a las últimas votaciones internas?
-Yo siempre seré radical, porque soy un convencido de los principios, ideología, fundadores… pero no participo de la estructura radical desde hace muchos años. Pero no dejo de reconocer que en las provincias es posible recuperarlo. A mí me parece inteligente la decisión de haberse juntado con el PRO, con otros partidos, para formar Cambiemos. El radicalismo sufrió mucho cuando Ricardo Alfonsín no pudo terminar su mandato, y Fernando De la Rúa significó el acabose.
-¿En su gestión municipal cómo se llevó con la oposición?
-A nivel local, nunca tuve mayores problemas con el peronismo. Todo estaba bien con el ‘Rulo’ Alberti, con su mujer (Mirta Rubini), por nombrar solo a algunos… Después para arriba se complicó un poco, estuve en las dos gobernaciones de Eduardo Duhalde, que usaron siempre la provincia como un trampolín.
Luego se fue deteriorando, a Carlos Ruckauf no le interesaba ni conocía la provincia, y siguió Felipe Solá.
Nosotros hablamos siempre de una apertura, que sólo Antonio Cafiero nos dio, porque abrió los recursos y fueron más democráticos hacia las comunas.
-Hoy los políticos se la pasan hablando de “gestión”, ¿cómo era la suya?
-Yo gestionaba todos los días y no había semana en que no viajara a golpear puertas, porque la burocracia es muy pesada. No conseguí todo lo que pedí, pero sí mucho.
-Además de contar con menos de la mitad de empleados que hoy tiene el Municipio
-Yo tenía 600 empleados en el municipio y Meoni dejó 1400. ¿Cómo se les paga? Por eso hoy Pablo Petrecca depende de lo que reciba de Provincia y Nación para hecer obras. Yo tenía el 30% del presupuesto afectado a sueldos, hoy el presupuesto casi que sólo alcanza para pagar eso y los servicios, porque a la gente no se la puede echar. El kirchnerismo ha sido terrible en la desarticulación total, contra la autonomía, los recursos propios… hoy estamos empezando de cero.
-¿Cómo surgió el Centro Universitario Regional Junín?
-Había un reclamo histórico en la ciudad, y en el año ‘86 fui a ver al ministro de Educación Carlos Alconada Aramburu, que me mandó a las Universidades. Como estudié en La Plata y conocía a muchos decanos y responsables, empezamos por ahí. Hicimos un Centro que duró diez años, nos dio una mano hasta Oscar Julio Shuberoff de la UBA, también La Plata y nos extendimos hasta Rosario.
Peleamos mucho por los edificios ferroviarios, primero nos cedieron el Míster York, después varios inmuebles sobre calle Jorge Newbery... esto pasó todo a la Universidad que los mejoró con sus recursos.
Nosotros el esfuerzo de poner un millón y medio de pesos por año lo hicimos desde el municipio, durante diez años, y cuando Duhalde fue presidente, ya veníamos peleando por crear la Universidad que era el objetivo. Él nos dijo que debía ser un horizonte más amplio y que le pondrían Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, a pesar de que Pergamino nunca aportó nada.
-¿Fue uno de los logros más importantes de su gestión?
-Sin dudas, porque fue con mirada a futuro. La otra gran obra fue el gas natural, arrancamos cuando Alfonsín dijo que quería descentralizar y fuimos los primeros en pararnos en la puerta para conseguir la concesión. Tuvimos un parate con Menem que lo privatizó, pero ya había una ley para hacer esta empresa del Estado, con un 90% de participación municipal.
Esto nos posibilitó llegar a todos los barrios de la ciudad, al Parque Industrial, a las estaciones de servicio.
Después vino la etapa de Mario Meoni, hoy en juicio por irregularidades, quisieron dar Internet y competir contra multinacionales, empezaron a construir y vender terrenos, así que la empresa se fue al diablo. Con Pablo Torres ahora se permite regularizar todo, está la posibilidad de extender… es un tipo muy honesto.
-¿Qué proyectos quedaron en el debe?
-Quedó uno muy importante, que es la Zona de Actividades Logísticas y la Zona Industrial planificada, pegada a la planta de Nidera. Estábamos luchando por el Paso Pehuenche a Chile, todos los municipios involucrados, ahora hay muchos pasos y cada uno quiere privilegiar el suyo. Hoy está Malargüe. Peleamos todo eso que quedó sin cumplir, pero creo que algún día llegará.
Además, el Parque Industrial no da más, no se pueden poner determinadas industrias, así que quedó por hacer la nueva Zona y también estoy convencido que algún día se logrará.
Por otra parte, están las casi 50 hectáreas de los Talleres ferroviarios, que sacando la playa de maniobras, se solucionaría el paso. Ahí se pueden reciclar los enormes galpones y poner un gran centro comercial, supermercados y hasta viviendas, por supuesto integrando la ciudad con algunos pasos.
Se están haciendo realidad los desagües de la zona norte y la pavimentación de Alvear, dejamos todos los proyectos. También Bauman que nos había quedado.
-¿Cómo se llevaba con la prensa?
-La Verdad te daba con un palo. Yo no era amigo de los curas, no iba a misa, dejamos de hacer el Tedeum... Una vez Armando Rosido, que era el director del diario, me denunció cuando fue todo el lío De la Rúa, hizo una arenga en la plaza en contra mío, así que lo fui a ver al Obispo. Yo conocía a Raúl Ignacio López, ex vocero de Alfonsín y muy allegado a la Iglesia, así que fui a verlo y él me respondió que me iban a atender bien, pero que eran curas.
Después me mandaban a Miguel Chiarantano, de vez en cuando, siempre pidiendo plata porque nosotros poníamos poca pauta. Por ahí aparecía el contador Abelardo Scorsetti o alguno que compraba el espacio en la radio.
Con Democracia tuve una relación normal porque la familia propietaria (Lebensohn) es muy apática. Hoy le “pegan” un poco a Petrecca y a Vidal, seguramente porque no les están bajando la pauta publicitaria que pretenden.
-Vivió momentos difíciles con la causa por enriquecimiento ilícito y otros delitos que se le imputaban...
-Sí, las denuncias de Carlos Benítez fueron tomadas por el fiscal como si fuera la causa de los Kirchner. Carlos Colimedaglia se prendió y lo llevó a fondo, porque quería ser fiscal general y jugó con eso, pero lo jodieron. Estaba Solá en la Provincia, que estaba con Duhalde y se dio vuelta en el aire, yéndose con Kirchner. Ahí no pudo entrar Colimedaglia, que intentó otra vez cuando yo era diputado provincial y rindió para ser camarista, saliendo séptimo.
Se dijeron muchas cosas: que era socio de Mirta Rubini, que teníamos un hotel en España, que tenía muchos testaferros… y nombró a 150 personas de testigos que se fueron desinflando en el juicio. Se dijo que tenía estaciones de servicio, llamaron a contratistas, vecinos de Rojas donde había trabajado de agrónomo, fue una cosa tremenda.
-¿Y cómo fue el tema del famoso desfalco?
- Alejandro Del Dago era el tesorero de la Municipalidad, y le gustaba lo ajeno. En el tiempo del intendente de facto Roberto Antonio Sahaspé lo echaron porque faltó plata, pero cuando nosotros llegamos lo restablecieron en su puesto. Después de unos años, Marcelo Pastormerlo –hoy titular de IOMA Junín- me propuso ponerlo a darle una mano al tesorero, y manejaba las cuentas. Empezó en el ‘91 y recién siete años después lo descubrieron. Hubo connivencia también del Banco, la Justicia al principio no quiso meterse y cayeron todos porque eran sus controles: el tesorero, el contador, el secretario de Economía que era Pastormerlo, el jefe de Compras...
Incluso, el Tribunal de Cuentas no lo percibió. Del Dago empezó cobrando algunos sueldos jerárquicos, truchando recibos, y se llevó más de 800 mil pesos en siete años. El Tribunal debía darse cuenta y no fue así, nosotros lo denunciamos cuando nos dimos cuenta, al arrancar a cobrar en los cajeros.
Fue algo tremendo, pagaron buenos por pecadores. La Justicia lo condenó a cinco años y cumplió tres de condena efectiva.
-¿Se siente reconocido en la ciudad, por los vecinos y la clase política?
-Sí. En mi libro escribieron muchos dirigentes y hasta a veces en la calle me gritan “Volvé Miguel”.
Distinción en el Senado
A 35 años del retorno de la democracia, el Senado bonaerense reconoció a los intendentes electos aquel 30 de octubre de 1983.
En un acto realizado en el ámbito de la Honorable Cámara de Senadores de la provincia, los miembros de dicho cuerpo legislativo, encabezados por su presidente, el Vicegobernador Daniel Salvador, rindieron homenaje a los intendentes electos hace 35 años.
En dicha fecha se conmemora en nuestro país por razones históricas, a través del voto en las urnas, el Día de la Democracia.
En esta oportunidad se homenajeó al Dr. Raúl Alfonsín, principal artífice de la recuperación de la democracia. De igual modo el homenaje comprendió a los gobernadores Alejandro Armendáriz y Antonio Cafiero y a los vicegobernadores Elba Roulet y Luís María Macaya, electos en la elecciones generales de 1983 y 1987, respectivamente, como un símbolo a la continuidad definitiva del fortalecimiento de la democracia.
Los intendentes electos en aquella fecha histórica recibieron una distinción recordatoria consistente en diploma y medalla, en reconocimiento por la labor desarrollada en el marco de la consolidación de la democracia.
El ex Intendente de Junín, Ing. Abel Paulino Miguel, recibió la distinción de manos del Vicegobernador Daniel Salvador.