

Por: Redacción Semanario de Junín
El aeródromo de la municipalidad de Junín está anexado a un campo de unas 130 hectáreas cuya explotación debiera servir para el mantenimiento de la infraestructura que, a pesar de las falacias oficialistas, sigue estando en malas condiciones.
De resultas, el 19 de noviembre pasado fue publicado en el boletín oficial de la gestión de Pablo Petrecca, el decreto 2554, por el cual el intendente, textualmente adjudicó la "Concesión de fracción de tierra ubicada en Aeródromo Junín destinada a la explotación agrícola", a MÁXIMO MARTIN REYES (CUIT 20-31813883-5), por un total de setecientos veintiocho, (coma) cero noventa y ocho (728,098) quintales de soja por año”. Dicha adjudicación se efectuó “bajo las condiciones establecidas en el Pliego de Bases y Condiciones de la Licitación Pública Nro. 13/2024 (Primer Llamado)”.
El lote en cuestión cuenta con un alambrado tipo campo compuesto por 9 hilos, y posee 5501,17 metros de perímetro, y una superficie de 183 H 31 A 95 C a la cual debe descontarse la pista y accesorias.
Según pudo averiguar SEMANARIO, el valor de arrendamiento para un campo de esas características del tipo bueno a muy bueno, ronda entre 12 y 16 quintales de soja por hectárea, siendo interesante observar que la concesión - en este caso- se otorgó por una cifra similar a 5,6 qq por Ha, si es que hacemos la cuenta de 728,098 dividido las 130 ha del predio, la cual nos da dicha cifra, la que parece a todas luces mucho menor del valor de mercado y por ende estaría causando un perjuicio al erario de casi 40 millones de pesos de diferencia entre el valor que cobrará el municipio comparado con el que debiera corresponder.
Si bien en el decreto se señala que fueron “cuatro las ofertas recepcionadas” y “que la Comisión de Preadjudicación designada a ese efecto elevó el dictámen correspondiente”, no se indica el detalle de las mismas, para conocer quienes fueron los otros oferentes y saber de su filiación.
Pero, más allá de que se haya otorgado el patrimonio de los vecinos a un valor que podría considerarse como “precio vil”, hay otro aditamento que llama la atención.
El adjudicatario, en este caso el sr. Máximo Martín Reyes, que se domicilia en la calle Perú a la altura del 150, figuraba desde 2013 en la AFIP como monotributista en categoría B (la primera posterior a la más baja) que tiene como tope de facturación la suma de un millón de pesos registrando como actividad principal “SERVICIOS DE ARQUITECTURA E INGENIERÍA Y SERVICIOS CONEXOS DE ASESORAMIENTO TÉCNICO N.C.P.”
Sin embargo, justo en el mes de noviembre pasado, cuando se conoció el decreto municipal y según consta en los registros de la hoy ARCA, se inscribió con dos actividades secundarias: tales como “Cultivo de soja” y “Cultivo de Cereales N.C.P. excepto los de uso forrajero” con las cuales pasaría a facturar el triple de lo que venía haciendo.
Seguramente resulte llamativa esta situación a los lectores, habida cuenta de que quien realizaba “trabajos de arquitectura” pase de repente a efectuar cultivos de oleaginosas para lo cual no solo requiere del conocimiento, sino además de las maquinarias, aunque claro está que el “valor ventajoso” de la concesión le deja un margen para experimentar, más todavía tratándose de Junín, cuyo slogan municipal es “Lugar de oportunidades”, aunque éstas sean para algunos pocos y pareciera que además son los mismos de siempre.
Quizás las empresas sojeras que hoy están en crisis y endeudadas no hayan tenido semejantes ventajas y próximamente el nuevo “Rey de la Soja” emerja desde nuestro distrito.