Por: Redacción Semanario de Junín

EDITORIAL PUBLICADO EN LA EDICIÓN IMPRESA Y EDICIÓN DIGITAL Nº 453 DE SEMANARIO DE JUNÍN. SEMANA DEL 15 AL 21 DE MARZO DE 2025

Hace exactamente dos años, SEMANARIO se hacía eco de una (¿otra más?) crónica negra del futbol de la ciudad cuando el árbitro Darío Herrera detuvo el partido que Sarmiento jugaba ante San Lorenzo por la cuarta fecha de la Liga por las corridas y golpes de puño que se vivían en la tribuna popular de avenida Arias.

Hace unos días el club juninense que milita en la primera división del fútbol argentino, fue otra vez centro del escándalo cuando debió pararse por más de 12 minutos el partido que lo enfrentaba con Barracas Central, debido a una pelea que se desarrollaba entre barrabravas fuera del estadio y a poco de iniciado el cotejo.

El hecho resulta penoso desde varios puntos de vista y para analizarlo hace falta despojarse de esa idiosincrasia careta en la que se suele esconder la dirigencia política de la ciudad, ya sea desde lo partidario como de cualquier otro sector de pertenencia a una organización.

La gravedad de los acontecimientos es mayúscula por más que se quiera minimizar tal y como lo hizo la entidad, tan querida por tantos juninenses, pero que la hora se asumir responsabilidades no lo hace.

Con un lacónico mensaje en las redes sociales escribieron “El Club Atlético Sarmiento repudia enérgicamente los hechos de violencia ocurridos anoche, que son completamente ajenos a nuestra institución y a nuestros valores. Exigimos que se tomen las medidas necesarias para evitar que hechos como estos no se repitan en el futuro”. 

Mienten descaradamente ya que el tiroteo y los enfrentamientos fue entre los hinchas violentos que el club conoce y tiene identificados y no desde ahora; sino desde que se les fueron de las manos por propia inoperancia.

Ni siquiera tienen la valentía de asumir su error que puso en riesgo a centenares de verdaderos hinchas y simpatizantes, o simples futboleros que cuando comenzaron los disturbios estaban en inmediaciones del estadio para acompañar a su equipo de forma civilizada y quedaron sumergidos en una emboscada en la cual no tenían ni arte ni parte y que no resultó una tragedia por mero milagro.

Mienten cuando exigen que se tomen medidas, cuando son ellos mismos lo que organizan con las autoridades municipales y policiales, los operativos para que este tipo de situaciones no acontezcan.

Siguen faltando a la verdad cuando, como si fueran meros observadores,proponen que “estos hechos no se repitan en el futuro”, cuando ya ocurrieron en el pasado y por propio fracaso ocurren el presente y lógicamente podrán acontecer a futuro.

No caben dudas que son los dirigentes del Club Sarmiento y la seguridad a cargo del espectáculo, los responsables de un suceso lamentable que no afecta sólo los simpatizantes, sino a toda una comunidad, lo cual que se vio reflejado de la peor manera ante la audiencia televisiva de todo el país.