

Por: Redacción Semanario de Junín
EDITORIAL PUBLICADO EN LA EDICIÓN IMPRESA Y EDICIÓN DIGITAL Nº 460 DE SEMANARIO DE JUNÍN. SEMANA EL 3 AL 9 DE MAYO DE 2025
En otro editorial de nuestra edición de fecha 28 de septiembre de 2024, titulábamos“Tránsito, la hora de reconocer el fracaso”, refiriéndonos a una nueva puesta en escena publicitaria de la gestión de Pablo Petrecca, tras una reunión mantenida con sectores de la comunidad a los cuales presentó una “ordenanza para regularizar el tránsito”, para luego advertirles que “prontamente se estarán realizando encuentros más puntuales con cada uno de los sectores involucrados”, para que “puedan también hacer sus aportes y que haya un ida y vuelta, y lógicamente mejorar este proyecto".
Lógicamente, nunca volvieron a juntarse porque lo que la gestión municipal realiza es “de mano única” (para usar una referencia al tono) y entonces para el petrequismo lo que plantea su gobierno es “palabra santa”, motivo por el cual los problemas no sólo no se resuelven, sino que se agravan.
El gobierno local creó observatorio para brindar datos de siniestralidad y cuando los números le dieron en negativo, terminó cerrándolo como hizo en 2023. Al mismo tiempo, implementó medidas que en su mayoría fueron para “bolsiquear” al vecino y a los cándidos foráneos que caen en cada trampa que le imponen con el estacionamiento medido y las fotomultas.
Le quitaron las motos a los que estaban sin casco, para lograr que se siga circulando tan mal como siempre, pero sin que se rompan la cabeza.
Le sostuvieron el cargo a una funcionaria improvisada, llegada desde la iglesia familiar, que trastornó el tránsito de la ciudad con sus cambios de dirección en las calles, pintó rayas donde no iban y llenó de “minions” la semaforización como si fueran avenidas de NY, para terminar renunciando por las críticas de propios y extraños.
Inventaron clases de educación vial y como todo lo que hacen, las discontinuaron por no tener una planificación.
La escuela, siempre la escuela, termina siendo el germen desde donde podrán solucionarse los problemas presentes y sin embargo no lo aplicamos. Seguramente sabemos más de los mayas que de las señales de prevención en calles o rutas.
Es probable que, en medio de esta sociedad inescrupulosa, todavía no se entienda que el peor castigo no es una multa sino una lesión o la muerte, propia o ajena, de un ser querido o de quien afectemos.
La discusión por el tránsito es “ancestral”, pero la escuela y las campañas públicas o privadas son la única solución posible para evitar el fracaso continuo que los sabiondos no logran comprender.