Quemar las hojas de los árboles en otoño es una práctica romantizada en otros tiempos, pero que ahora está prohibida por distintas normativas que incluyen los ámbitos nacional y provincial.

Además de generar incendios que pueden afectar desde autos a casas, pasando por predios rurales y bosques enteros, causa daños a la salud de las personas y agrava la de aquellos que tienen algún tipo de patología relacionada.

Asimismo vemos en forma cotidiana como acontecen accidentes de tránsito cuando se conjugan en esta época del año, el humo y la humedad ambiente alterando la normal visibilidad.

A pesar de esto, en Junín seguimos advirtiendo que hay vecinos que por ignorancia u omisión llevan adelante este tipo de acciones perjudiciales que, como el habitual nadie controla.

¿Y cuál es el perjuicio en la salud? La combustión libera monóxido de carbono y humo, dos sustancias que son contaminantes orgánicos persistentes (COPS).

De esa forma, se contamina el aire que respiramos, el humo que respiramos es tóxico, irrita el sistema respiratorio y piel y puede ocasionar daños para las personas con padecimientos pulmonares. Debemos tener en cuenta que, en poco tiempo, las hojas secas terminan volviendo a la tierra, aportando un abono natural a la vegetación del lugar y si se quiere explorar el mundo del compost, son ideales para ello.