viernes 26 de abril de 2024

LOCALES | 10 sep 2018

SemanAgro

Agrotóxicos: el apoyo menos pensado

Un sector del INTA se mostró en desacuerdo con las “buenas prácticas” que se pretenden introducir por ley nacional tras la propuesta de los ministros hace un par de meses atrás y criticaron duramente que sea hecho a la “medida de las multinacionales”.


Por: Semanario

El 11 de julio los ministros Luis Miguel Etchevehere (Agroindustria), Sergio Bergman (Ambiente y Desarrollo Sustentable), Lino Barañao (Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva) y Adolfo Rubinstein (Salud) presentaron un documento de “buenas prácticas” para aplicar agroquímicos, avalado entre otros organismos por el INTA, que luego de un período de consultas será traducido en iniciativas legislativas en el Congreso (se puede ver en la web http://semanariodejunin.com.ar/nota/4540/los_cuatro_jinetes)

Ahora, un comunicado que llegó desde la ATE INTA Pergamino critica duramente el encuentro y repasa una serie de contradicciones y desmanejos políticos que, según la información, intenta favorecer a las empresas de agronegocios.

De ese modo, indicaron que como trabajadores de INTA agremiados en ATE, “creemos que es necesario pronunciarse al respecto”. Y sostienen que se trata de “un documento hecho a la medida de las multinacionales”

A partir de la resolución conjunta Nº1/2018, el INTA forma parte del “Grupo de Trabajo Interministerial sobre Buenas Prácticas en materia de Aplicaciones de Fitosatinarios” creado por los Ministerios de Agroindustria y de Ambiente y Desarrollo Sustentable. Este “grupo de trabajo” lo integran también SENASA, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, el Consejo Federal Agropecuario (CFA) y el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA). Luego de varias reuniones redactaron un documento que habla de “políticas públicas”, “recomendaciones”, “sustentabilidad” y “cuidado del medio ambiente”.

Sin embargo, señala la gremial que “nada dice el documento de la vasta información científica generada en los últimos años sobre el perjuicio que los agrotóxicos producen en el medio ambiente, en la salud de los animales y por supuesto, en la salud humana. Tampoco hace mención a los reportes nacionales e internacionales sobre presencia de trazas de plaguicidas (moléculas sintéticas creadas por el hombre para controlar plagas y enfermedades) en los alimentos (verduras, miel, agua, cerveza, vino, etc.) y mucho menos a la percepción negativa de la población a que estas moléculas sean liberadas al ambiente. No menciona a los trabajadores rurales que mueren envenenados con insecticidas organoclorados y fosforados, ni a sus hijos enfermos por tomar contaminada con agroquímicos, de la tierra y ríos llenos de herbicidas. También omite la resolución de la OMS y el IARC que declararon al glifosato como probable cancerígeno”.

Recientemente, un jurado de California declaró culpable a Monsanto en una demanda presentada por un trabajador jardinero que denunció que los herbicidas a base de glifosato de la compañía, incluido Roundup, le causaron cáncer, y ordenó a la empresa pagarle 289 millones de dólares por daños y perjuicios. Sin embargo, rápidamente el gobierno de Macri y las autoridades de SENASA se apuraron a decir que este fallo en EE.UU “no cambia en absoluto la etiqueta de inocuo que el Gobierno le asigna al herbicida”.

Sostienen desde ATE INTA que con mucho cuidado, el documento no habla de “pueblos fumigados” sino que prefiere usar términos más ascépticos como “zonas de amortiguación” o “zona buffer”. Con nociones amigables como “fitosanitarios” el documento oculta que la utilización en grandes cantidades de productos químicos, prohibidos en los países desarrollados pero permitidos en Argentina, es una práctica corriente en la producción agropecuaria. Sus ideólogos evaden la cuestión de los efectos de mediano y largo plazo de los agrotóxicos, como carcinogénesis, teratogénesis, mutagénesis y disruptores endócrinos, manteniendo una clasificación toxicológica de bandas mentirosa y poco científica. Tampoco se hace referencia a los productos ya prohibidos que se utilizan de todos modos.

Lo que este “grupo de trabajo” persigue es la fundamentación de una ley que será confeccionada a medida de los intereses de las empresas monopólicas del agro y en contra de la calidad de vida de la población, del derecho a un ambiente saludable y, sobre todo, del derecho fundamental a los ambientes libres de moléculas de plaguicidas.

“BASE QUÍMICA”

Según consta en el comunicado para los redactores de ese documento no hay otra forma de producción que la simplificada con base química. Mientras que los productores y profesionales vinculados a la producción agropecuaria saben que manejan recursos naturales y procesos biológicos en sus sistemas productivos, para la producción agrotóxica no puede haber otro campo que el terrateniente al servicio de las multinacionales. No nos sorprende de estos ministros que defiendan la superexplotación y la expoliación del agro y que, como Etchevehere, tienen denuncias por trabajo esclavo y reducción a la servidumbre. Pero nos negamos a que el INTA participe de una farsa que no se orienta a la regulación fitosanitaria sino a dar fuerza de ley a la utilización de sustancias tóxicas y cancerígenas.

En 2009 se creó la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos con decreto presidencial 21/2009, con supervisión de Lino Barañao. Bajo el auspicio del CONICET, se dijo que “bajo condiciones de uso responsable (…) el glifosato y sus formulados implicarían un bajo riesgo para la salud humana o el ambiente.

Denunciaron que “El INTA avaló esta afirmación, utilizando la investidura “científica” para silenciar el grito de las “Madres de Ituzaingó” y barrer bajo la alfombra los miles de casos de cáncer y malformaciones en las zonas periféricas a los cultivos”.

FALACIAS

Aseguraron los trabajadores que todas estas falacias fueron enfrentadas por investigadores del CONICET, como el Dr. Andrés Carrasco, que investigó el efecto del glifosato sobre los mecanismos iniciales de la morfogénesis en embriones vertebrados, por el médico investigador Alejandro Oliva que estudió seis pueblos de la Pampa Húmeda encontrando relaciones causales de casos de cáncer y malformaciones infantiles entre los habitantes expuestos a agroquímicos (6) y por investigadores del INTA que colaboraron con estos trabajos, cuestionando la voz oficial (7). Existen decenas de grupos de investigación de INTA que se han expresado sobre el tema como aquellos que han realizado estudios sobre los efectos de los agrotóxicos en distintas publicaciones. Pero estos estudios no pesan a la hora de la participación institucional del INTA en las comisiones multidisciplinarias impulsadas desde los gobiernos.

Agregan en el comunicado que fue el mismo Lino Barañao, que hoy dice que usar agrotóxicos es como manejar un auto, el que encabezó la campaña de difamación contra los que alzaron su voz para cuestionar el modelo agropecuario. Luego que en 2015 la misma OMS dejara en ridículo a los científicos voceros de Monsanto (y que se demostrara que el glifosato es acumulativo y se detectaran niveles preocupantes en el agua y el suelo) tuvieron que perfeccionar el discurso para hablar de “zonas de exclusión”.

Por eso, plantear las “Buenas Prácticas Agrícolas” en la Argentina hoy es lavar la responsabilidad que tienen como científicos acerca de la peligrosidad de los productos que recomiendan. Sin embargo, aceptar que no se trabajó bien en el pasado no debe significar que tener una excusa para continuar siendo negligentes con éste tema en el futuro. A su vez, los ingenieros agrónomos, al firmar recetas sin la eliminación de productos agrotóxicos, se convierten en cómplices de un verdadero genocidio medioambiental.

“NO VAMOS A CALLARNOS”

En 2017, el INTA prohibió, en el Centro Regional Buenos Aires Norte, hablar de agrotóxicos. Debemos decir “productos fitosanitarios” o “agroquímicos”, como si el reemplazo de un término por otro evitara las muertes y el cáncer. Es que la cúpula del INTA, conformada por las entidades patronales del campo, es y ha sido siempre de posición proempresarial y favorable al agronegocio; una institución que habla de “buenas prácticas” mientras somete a sus trabajadores a la utilización indiscriminada de insecticidas, fungicidas y herbicidas, que no cumple con las normas mínimas de utilización y conservación de los agroquímicos, cuyas deficiencias en materia de Salud y Seguridad laboral se ha cobrado varías víctimas.

Que persigue a los investigadores que dicen algo distinto, como el intento de censura al libro “Plaguicidas en el ambiente” de Virginia Aparicio, donde da cuenta de distintas investigaciones sobre el tema. Que en Mendoza apartó de su cargo a Laura Costella, jefa de agencia en La Consulta, departamento de San Carlos, por haber participado en calidad de vecina en una de las sesiones del Consejo Deliberante de la Municipalidad de San Carlos en las que se trató la prohibición de efectuar fumigaciones aéreas. Recientemente, Pablo Titonell fue removido de la Coordinación del Programa Nacional de Recursos Naturales, por el desarrollo que estaba llevando a cabo en materia de agroecología en dicho programa.

Ya sobre el final, los trabajadores nucleados en ATE INTA sostienen que “INTA hoy profundiza la complicidad institucional en el establecimiento de los principios del “grupo de trabajo” y en el armado de una ley tendiente a proteger el negocio agroindustrial. Es por todo lo anteriormente expuesto, y en nombre de aquellos silenciosos trabajadores del INTA y sus familiares que se vieron perjudicados  por efectos de los agrotóxicos en las distintas Estaciones Experimentales, que manifestamos nuestro total rechazo a que INTA avale el documento del “grupo de trabajo” interministerial porque nos posicionamos desde la defensa de los intereses y la salud de los trabajadores del INTA, de los trabajadores del campo en general y de las poblaciones afectadas”.

Sobre el final dejaron en claro que “como trabajadores de INTA nucleados en ATE queremos un organismo  que lejos de tener como único norte maximizar la ganancia de los grandes productores y demás empresarios del campo, ponga el eje en mejorar los procesos productivos priorizando la salud de los trabajadores, del pueblo y el cuidado del medio ambiente”.

 

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